‘Hawking, más allá de la ciencia’, la honestidad brutal del retrato íntimo de un genio
El nuevo documental de Movistar+ se centra más en las vivencias personales del icono pop que en la estrella de la física teórica
“He tenido suerte. La mayor parte de mi trabajo consiste en pensar y mis discapacidades no me lo impiden. En cierto modo, me dan tiempo para pensar”, decía el astrofísico Stephen Hawking. Diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) poco después de cumplir los 20 años, ha sido su historia personal de superación y no tanto sus descubrimientos en torno a los agujeros negros la que le ha hecho inmensamente popular. Par...
“He tenido suerte. La mayor parte de mi trabajo consiste en pensar y mis discapacidades no me lo impiden. En cierto modo, me dan tiempo para pensar”, decía el astrofísico Stephen Hawking. Diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) poco después de cumplir los 20 años, ha sido su historia personal de superación y no tanto sus descubrimientos en torno a los agujeros negros la que le ha hecho inmensamente popular. Para una minoría especializada, es una estrella de la física teórica; para la mayor parte de la sociedad, es un icono pop, con su propia película biográfica al estilo Hollywood. El documentalista Oliver Twinch, especializado en asuntos científicos, decide mantener ese equilibrio en Hawking, más allá de la ciencia, título que forma parte del catálogo de Movistar+.
La trama amorosa que centra La teoría del todo, la película de 2014 inspirada en las memorias de su primera esposa, Jane, tiene esta vez su respuesta no ficcionada. El director se rodea de testimonios personales en torno al británico, fallecido en 2018. En este retrato, hay pinceladas de compañeros de gremio como sir Roger Penrose, reciente Premio Nobel de Física, editores y discípulos, pero se compone principalmente de las personas que formaron parte de su intimidad. No solo logra que Jane, su hermana Mary y sus hijos Lucy, Robert y Timothy charlen sobre él, también que lo hagan con honestidad en apariencia brutal.
La determinación de Hawking, “capaz de mover cielo y tierra para lograr lo que quería”, dice uno de esos testimonios, le permitió derribar todas las barreras imaginables a pesar de enfrentarse a toda clase de impedimentos físicos. Ese mismo arrojo generaba fricciones en la familia, que había formado con Jane, cuenta ella misma a cámara. Además de haberse casado con su enfermedad, también lo hizo con su estricto compromiso con la ciencia. Su luna de miel fue una convención celebrada en Nueva York. Ella y sus hijos recorrían el mundo tras su brillante carrera académica y el hecho de que él se negara a aceptar muchas de las limitaciones sobrevenidas por la ELA complicaba hasta las experiencias más cotidianas de todos ellos.
El relato de Hawking, más allá de la ciencia incide en que la falta de comunicación que su condición le impuso durante años, hasta hacerse con una voz robótica que expresara sus ideas, ya existía en su vida antes de perder el habla. Es lo que un neurólogo define a Twinch como la conspiración del silencio, que llega cuando unos y otros evitan el diálogo y fingen una normalidad que no existe. La carga silenciosa que suponía para su esposa los cuidados que permitían a Hawking ser un milagro de (y para) la ciencia derivaron en ella en varios episodios depresivos, confiesa con total candidez.
La presencia en el documental de Jonathan Hellyer Jones, el viudo director del coro de la iglesia local que irrumpió en el matrimonio para conformar un triángulo amoroso, luego convertido en cuarteto, en torno al que convivían sus tres hijos, corona esta biografía sin filtros. Y ocurrió por una vez en esta extraordinaria historia algo de lo más mundano. Elaine, la cuidadora más joven que él que se convirtió en su segunda esposa, terminó enfrentada a sus herederos. El espectador de esta película no aprenderá mucho sobre el origen del cosmos, pero quizá sí lo haga sobre algún que otro misterio de la vida.
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