Sucedió en un telefilme navideño
¿Y si Ana Obregón y Ramón García volviesen a dar las campanadas juntos?
“El 24 de diciembre miles de ejecutivas estadounidenses que odian la Navidad se quedarán atrapadas en un pequeño pueblo de Vermont por una avería en su coche o por la cancelación de un vuelo, y allí recuperarán la ilusión por las fiestas y se enamorarán de un veterinario”. Esa trama, propia de una película navideña del canal Lifetime, fue descrita en Nochebuena por la cuenta de Twitter Peli de tarde, un homenaje a las películas que cumplen la ingrata tarea de acompañarnos en las sobremesas del fin de semana.
Si hubiese que di...
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“El 24 de diciembre miles de ejecutivas estadounidenses que odian la Navidad se quedarán atrapadas en un pequeño pueblo de Vermont por una avería en su coche o por la cancelación de un vuelo, y allí recuperarán la ilusión por las fiestas y se enamorarán de un veterinario”. Esa trama, propia de una película navideña del canal Lifetime, fue descrita en Nochebuena por la cuenta de Twitter Peli de tarde, un homenaje a las películas que cumplen la ingrata tarea de acompañarnos en las sobremesas del fin de semana.
Si hubiese que diseñar un telefilme navideño español al estilo Lifetime, podrían protagonizarlo Ana Obregón y Ramón García. Ambos dan las campanadas este año, ella repite con Anne Igartiburu en La 1 y él estará con Ibai Llanos en Twitch. García le ha confesado a Luz Sánchez Mellado que siempre ha odiado la Navidad, y más este 2021, “el año más duro de mi vida”, tras la muerte de su madre y su divorcio. Obregón le ha pedido a sus seguidores en Instagram que entiendan lo que cualquiera con dos dedos de corazón comprende, que no puede celebrar la Navidad “porque me faltan mi madre y mi hijo”. Su tv movie navideña, como buena hija de su subgénero, sería cursi, previsible e inverosímil. Podría terminar con ambos corriendo al encuentro el uno del otro un minuto antes de la medianoche para dar las campanadas juntos.
Tratar a Ramón García y a Ana Obregón como si fueran personajes de ficción es injusto, no hay fantasía posible que mitigue su dolor y los buenos deseos son solo eso. Pero dedicar un rato a fabular cualquier historia con final feliz, por muy almibarada que sea, es un descanso de la vida. A veces, como dice Leo en La flor de mi secreto, la realidad debería estar prohibida.
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