Llega la explosión política de vídeos con IA: de los temidos ‘deepfakes’ al humor barato que viraliza

Los ejemplos de Donald Trump y del Partido Popular son los últimos casos de una tecnología cuyo objetivo público es por ahora más sorprender que engañar

Tres muestras de vídeos con intención sociopolítica generados en los últimos días por inteligencia artificial.

Desde la llegada de las primeras imágenes con inteligencia artificial (IA) se habla de su peligro político. Por ahora, quizá por la complejidad de crearlos y por sus evidentes inexactitudes, parecían ser asimilados con cierta naturalidad por el público. Incluso el anunciado riesgo de los deepfakes, aunque muy real, fue recibido con cierta indiferencia. Está por ver aún que ocurre cuando estos ...

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Desde la llegada de las primeras imágenes con inteligencia artificial (IA) se habla de su peligro político. Por ahora, quizá por la complejidad de crearlos y por sus evidentes inexactitudes, parecían ser asimilados con cierta naturalidad por el público. Incluso el anunciado riesgo de los deepfakes, aunque muy real, fue recibido con cierta indiferencia. Está por ver aún que ocurre cuando estos vídeos sean indistinguibles de la realidad.

Pero la política en general y la presidencia de Estados Unidos en particular tienen aún poder para darle un sentido particular a estos vídeos: capacidad de influencia, de entretener y de humor. Donald Trump lanzó su visión resort irreal para el futuro de Gaza, que ahora se ha sabido que crearon dos israelíes americanos solo para probar un software nuevo. Y en España, el Partido Popular ha probado con una versión inventada con personajes del PSOE de La isla de las tentaciones, que ha acabado por ofender al Gobierno de República Dominicana.

Más allá de la política partidista, hay ejemplos de cómo mejora la influencia que alcanza este tipo de vídeos. La popularización de los clips hechos con IA ha creado un género propio temporal llamado “punto de vista” o pov para imaginar cómo serían las vidas en otra época. Hay cientos de vídeos en Instagram y TikTok de vídeos con qué vería un constructor de las pirámides de Egipto, un combatiente en la Guerra Civil de EE UU, un ciudadano en plena peste bubónica o un trabajador de Chernóbil en 1986. E incluso en el infierno, que TikTok oculta por ser “contenido sensible”. En la mayoría son visiones nítidas, deliciosas y gentrificadas de ese pasado, como si ser un niño en el antiguo Egipto fuera algo idílico. Su objetivo es viralizar y la penuria no viraliza.

El mayor ejemplo viral en España de esta versión ha sido “te despiertas siendo adolescente en la España de los 80″. Las imágenes son de un mundo que ya no existe, pero que tampoco existió en esa década. Pero la nostalgia tiene un enorme poder sociopolítico. Es una España presuntamente próspera, sin drogas, sin móviles, sin inmigrantes y sin delincuencia, que pregonan como ideal algunos partidos políticos: ”Videojuegos en Atari, centros de arcade por todos lados, cena navideña en familia, zapatillas Nike, tiendas de discos y casettes, copiábamos todo lo que se veía en la tele y era genial”, dice un comentario en TikTok.

El vídeo es una copia adaptada de la versión estadounidense de ser adolescente en los 80, que fue aún más viral. La IA ya nos permite no solo imaginar otras realidades, sino verlas sin apenas coste ni esfuerzo. Estas últimas semanas se vive un momento similar al del Papa con un abrigo Balenciaga, en marzo 2023, pero en su versión vídeo. No es que se pueda confundir con la realidad, pero sí que permite imaginar el alcance la IA en vídeo.

La herramienta para las imágenes en movimiento de OpenAI, Sora, ya está disponible en Europa, pero estos clips están hechos de manera más banal: con pequeños guiones escritos con ChatGPT, creados luego como varias imágenes y convertidas en movimiento. Youtube está lleno de tutoriales recientes sobre cómo crearlos y en las cuentas de TikTok dedicadas a estos temas hay enlaces a cursos de pago para aprender a hacerlos. Los vídeos de la España de 1980 y de Trump en Gaza ya están mejor trabajados. El perfeccionamiento de estos vídeos ya se mide en días o semanas, no meses o años.

Su uso sin complejos en política era cuestión de tiempo, dice Xavier Peytibí, consultor de comunicación política en Ideograma: “Igual que la ciudadanía normaliza el uso de la IA, los partidos también lo hacen como parte de su comunicación política”. ”Por eso no creo que sea una moda pasajera, sino una tendencia que irá a más, simplemente porque cada vez sabemos más y, sobre todo, porque los vídeos con IA ofrecen una forma más barata y rápida de producir contenido visual impactante, además de tener un efecto sorpresa, lo que los hace tremendamente virales y compartibles”, añade. El vídeo de Trump ha tenido su respuesta palestina, menos viral. Aún es importante el mensaje y quién lo emite.

El temor al contenido creíble y falso que se asocia desde el inicio a la IA de momento no ha llegado. Aunque tampoco es descartable. Uno de los creadores del vídeo de Gaza y Trump, Solo Avital, cree que aún podremos vivir un momento La guerra de los mundos, de Orson Welles, que en 1938 inventó y emitió por la radio una invasión marciana. Ahora podría pasar algo así, dice Avital: un clip de IA con “Trump anunciando que está empezando la Tercera Guerra Mundial y que acaba de lanzar un arma nuclear contra Rusia”. La calidad ya no será el problema: “Si de verdad tuviéramos que hacer esto como una película, le dedicaríamos una semana y no podrías distinguir si es real o no”. Avital dedicó ocho horas al vídeo de Gaza. El mejor freno es el escepticismo del público.

Por ahora son partidos conservadores los que más se han atrevido a usar estos recursos. “Los canales tradicionales de la propaganda política parecen ahora insuficientes dado que el peso de la conversación se ha trasladado a las redes sociales con las que los entornos más ultras y el propio Donald Trump ocupan cada vez más espacio con comunicación de odio y desinformación, que puede resultar de mucho más impacto”, dice Carmela Ríos, periodista y profesora especializada en redes y desinformación. Los partidos moderados, dice Ríos, dudan si conectar así con los segmentos, como los más jóvenes, que se nutren más de las redes: “Eso les hace reaccionar porque es divertido, faltón o indignante”.

Las organizaciones que piensen que entrar en el terreno de la IA es buena idea deben valorar estas dos cosas primero, según Ríos: “Primero, un contenido generado con IA no es real y ese recurso a la ficción (o la mentira) tiene que estar muy bien puesto en contexto. Segundo, la sobreabundancia. Cuando estos contenidos con IA se hayan generalizado, pueden terminar saturando o aburriendo el ciudadano, por lo que será más importante que el peso de la campaña esté en la creatividad, la empatía, la originalidad, la escucha”.

De momento, parece que pueden acabar convertidos en un aceptado y masivo modo de entretenimiento, donde la política se mezcla con el humor: “Permiten una producción mucho más rápida, barata y adaptable, lo que a su vez permite responder a la actualidad de manera inmediata. Los contenidos de actualidad y respuesta rápida, si están bien hechos y son creativos, siempre funcionan muy bien en comunicación política. Especialmente cuando utilizan el humor, ya que consiguen llegar a públicos menos ideologizados y menos activos en política a través de comparticiones en círculos personales como WhatsApp”, dice Peytibí.

Trump no solo ha integrado los memes y los podcasts en la política. Las referencias tecnológicas irán creciendo cada vez más porque cada vez habrá más votantes que sabrán, por ejemplo, qué es un ASMR (vídeos con sonidos o voces agradables, suaves) y pueden reír con Trump de cómo los sonidos de deportar inmigrantes encadenados en un aeropuerto puede verse como algo placentero.

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