Los contenidos negativos en redes afectan más a las personas con peor salud mental

Un nuevo estudio concluye que lo que perjudica la salud mental no es tanto el uso de internet, las pantallas o las redes sociales como el tipo de información que se consume en ellas

Red social XUnplash

En los últimos años numerosos estudios han focalizado su atención en el impacto que el uso abusivo de pantallas y, especialmente, de las redes sociales, puede tener sobre la salud mental. Que el desarrollo y expansión de los smartphones y de apps como Facebook, X, Instagram o TikTok haya coincidido con el incremento exponencial de la cifra de jóvenes y adultos que presentan problemas de salud mental contribuye a colocar el foco sobre esta relación. Sin embargo, otras investigaciones recientes ponen en entredicho este vínculo.

“La mayoría de los estudios se han centrado en la relación entre el tiempo frente a la pantalla y la salud mental, un área con resultados dispares”, sostiene al respecto Christopher A. Kelly, profesor del departamento de psicología experimental del University College de Londres (Reino Unido). Kelly es coautor de un estudio publicado recientemente en la revista científica Nature Human Behaviour que ha concluido que el problema no sería tanto internet, las pantallas y las redes sociales como el contenido que se consume en ellas. Según los resultados de la investigación, las personas con peor salud mental son más propensas a navegar por contenidos negativos en línea, lo que agrava aún más sus síntomas. Para evaluar la negatividad de una página web, los investigadores midieron el porcentaje de palabras negativas que contenía.

“Nuestro estudio muestra que las personas que se sienten peor antes de navegar por internet tienen más probabilidades de buscar contenido negativo. Esta exposición a información negativa intensifica su mal estado de ánimo, reforzando un círculo vicioso en el que los estados emocionales y el comportamiento en línea se perpetúan mutuamente”, explica el investigador.

Esta pauta de comportamiento no es ninguna novedad. Siempre, como señalan los expertos consultados, cuando alguien ha estado triste, por ejemplo, por una ruptura sentimental, la tendencia de esa persona ha sido la de escuchar canciones tristes, ver películas tristes, leer novelas tristes. “Cuando estamos mal, necesitamos recompensas a corto plazo. Es lo que en psicología llamamos refuerzo negativo. Esto tiene una explicación muy sencilla: como yo no quiero transitar mis emociones, porque me encuentro mal, necesito algo que me estimule a corto plazo, que me haga sentir mejor (”pasan cosas peores en el mundo que la mía”). Sin embargo, esto a largo plazo es mucho peor”, señala Conchita Sisí Martín, directora de la Clínica Salud en Mente y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

El problema, como añade Carlos Losada, vocal de la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR, es que la conexión permanente que ofrecen los smartphones provoca que ese círculo vicioso se perpetúe en el tiempo. Algo a lo que se añade el cada vez menor control que tienen los usuarios sobre el contenido al que acceden en el entorno digital. “Tú antes podías elegir escuchar canciones tristes o ver películas tristes. Pero muchas veces lo que pasa ahora es que no tenemos control sobre lo que vemos. Son los algoritmos los que nos propician ese contenido, así que hasta cierto punto es peligroso que una persona que está mal entrene al algoritmo sin pretenderlo para que le ofrezca más contenido negativo que le genere más malestar”, argumenta.

La espiral negativa como forma de evasión

A veces es difícil escapar de la espiral de negatividad. Las malas noticias venden más que las buenas. Los fabricantes de bulos, como demostró una investigación reciente, se aprovechan del malestar general para viralizar sus mentiras en la red; y hay hechos dramáticos de los que es imposible escapar, como la pandemia o las inundaciones recientemente causadas por una dana en la costa mediterránea española. “No sugerimos que se deba evitar toda la información negativa. De hecho, durante eventos como desastres naturales o la aparición de la covid, el consumo de contenido negativo fue crucial para comprender cómo adaptarse a entornos nuevos y estresantes. Dicha información a menudo era muy útil y brindaba la orientación necesaria para tomar decisiones informadas. Sin embargo, al igual que la ingesta excesiva de calorías puede dañar la salud física, el consumo excesivo de contenido negativo puede afectar a la salud mental”, señala Kelly.

Su opinión la comparte Martín, que observó durante la semana posterior a la dana que muchos de sus pacientes “se encontraban mucho peor porque se enganchaban a consumir contenido negativo”, en muchas ocasiones bulos que entrarían de lleno en la etiqueta de contenido negativo por su lenguaje cargado de emociones. “En situaciones como la dana, uno no puede estar consumiendo veinte medios, todos a la vez. Tienes que elegir tus fuentes: por ejemplo, un periódico, una televisión, una radio; tres de confianza, como mucho, y no consumir más cosas o entrar en el bucle de las redes sociales. Al final, de lo contrario, lo que pasa es que llegamos al final del día saturados y cuando tenemos en la cabeza un exceso de información nos cuesta mucho filtrar”, subraya la psicóloga.

Aunque según los resultados del informe de 2022 del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, más de uno de cada tres encuestados aseguraba evitar leer noticias negativas en su día a día para cuidar su salud mental, lo cierto es que las personas que se introducen en estas dinámicas de mal estado de ánimo y navegación web por contenidos negativos no suelen ser conscientes de ello. “Eso es lo más peligroso. Sus motivos de consulta suelen ser otros: ansiedad, que están desbordados, que no llegan a nada… Pero luego te pones a explorar y te das cuenta de que en el día a día tienen mucho tiempo libre, lo que pasa es que lo gestionan con dinámicas como estas”, explica la experta.

Una experiencia similar tiene Carlos Losada. El psicólogo señala que la recomendación para evitar caer en estas dinámicas de contenido negativo, lo que se ha dado en llamar doomscrolling, parece sencilla: desconectar y hacer actividades que requieran presencia física, como quedar con amigos o hacer deporte. Sin embargo, la realidad muchas veces es otra. “Ves en consulta a gente con jornadas laborales indecentes, gente con preocupaciones familiares y situaciones vitales que, si las ves en una serie de ficción, no te las crees. Hay un círculo vicioso de vidas que te dejan agotado al final del día y las redes sociales alivian un poco ese malestar de forma instantánea. A largo plazo, no obstante, es peor, porque están diseñadas para atrapar. Sin querer comparar, es parecido a lo que puede pasar con el consumo de tóxicos”, reflexiona.

Un semáforo para frenar y salir del círculo

Los investigadores de la University College de Londres han desarrollado una extensión del navegador Chrome llamada Digital Diet —aún en fase beta—, que funciona de manera similar a un semáforo nutricional. Al hacer cualquier búsqueda en Google, la extensión ofrece etiquetas de contenido en tiempo real para los resultados de la búsqueda. Estas etiquetas evalúan las páginas web en función de su capacidad de acción —cómo de útil es el contenido—, de su conocimiento —cuánto ayuda a los usuarios a comprender un tema— y de su tono emocional.

“Estamos acostumbrados a ver etiquetas con el contenido de los alimentos que compramos, que ofrecen información nutricional, como el azúcar, las calorías, las proteínas y las vitaminas, para ayudarnos a tomar decisiones informadas sobre lo que comemos. Se podría aplicar un enfoque similar al contenido que consumimos en línea, para empoderar a las personas a tomar decisiones más saludables y conscientes en línea”, explica Christopher A. Kelly. Los resultados de la investigación le dan la razón: los participantes a los que se permitió el uso de la extensión tenían más probabilidades de elegir los sitios etiquetados positivamente por esta y cuando posteriormente se les preguntó sobre su estado de ánimo, aquellos que habían visitado los sitios web positivos reconocían estar de mejor humor que los demás participantes.

“Si ayudas a las personas y les das herramientas para que se puedan proteger, las personas las aprovechan. La gente no es tonta, lo que pasa es que viven situaciones con muy poco margen para pensar”, señala al respecto Carlos Losada. Para el portavoz de la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR, quizás sería más prioritario “hacer algo con todos esos contenidos que están mal, que buscan engañar y pueden ser dañinos”, pero reconoce que cualquier herramienta que permita a la gente protegerse “puede ser algo en la buena dirección dentro de un problema global”.

En el mismo sentido se pronuncia Conchita Sisí Martín, quien recuerda que en redes sociales como X ya existe la opción de silenciar determinadas palabras para evitar caer en bucles de negatividad sobre temas concretos; y que también hay apps como Forest o Quality Time, que ayudan y motivan a dejar el móvil a un lado y a escapar del doomscrolling.

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