Un nuevo estudio revela que el odio en redes contra los medios es coordinado
Una investigación de ocho universidades españolas apunta a patrones comunes en los ataques a periódicos en X, Facebook y páginas web
La diseminación de odio en internet contra los medios en España no es espontánea, según una nueva investigación que ha analizado más de nueve millones de mensajes. El trabajo, dirigido por investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y con la participación de académicos de otros siete centros, ha descubierto patrones de escritura, horarios y días en los mensajes de odio que reciben medios tradicionales en internet, tanto en X y Facebook como en sus propias páginas.
“Es muy difícil que 50 parejas bailen exactamente igual en un salón, replicando los mismos pasos”, ha dicho Elías Said, catedrático de la UNIR y codirector del estudio, bautizado como Hatemedia. “El odio no es espontáneo, hay una coordinación detrás, la mayoría no son personas, sino grupos políticos e ideológicos con intereses muy concretos”, ha añadido durante la presentación este lunes en Pozuelo de Alarcón (Madrid).
Los investigadores no han aventurado una hipótesis concreta sobre qué grupos organizan esa coordinación. Tampoco creen que la mayoría de esos ataques sean de simples bots programados, sino también de granjas de troles, donde un empleado puede llevar una docena de cuentas falsas y cuelga mensajes similares para dar sensación de mayor pluralidad.
Este análisis del perfil de una parte de los “odiadores de medios” ha sido realizado a partir de una muestra de mil cuentas que habitualmente atacan a medios españoles. Su coordinación iría más allá de una plataforma: hay patrones de escritura similares en X, Facebook y las webs de medios.
Pero el odio es desbordante
Estas hipótesis emergen de un trabajo más amplio que ha analizado 9 millones de mensajes dirigidos a medios en X, Facebook y en comentarios en las páginas de medios entre 2021 y 2022. El resultado es una descripción del lodazal en el que viven los medios españoles desde hace unos años. En las tres plataformas el odio es mayoritario: el 56,2% de los mensajes en general eran de odio, y era Twitter la que reunía más ataques, con un 61,3% de la muestra eran variantes de desprecio, insultos o amenazas.
El estudio se ha convertido este año en un monitor permanente que analiza a diario el odio contra medios: cuánto se odia y contra quién. Cada organización puede ver en directo cómo se teje el odio en contra de su presencia en redes y en sus noticias. “Es un termómetro que mide una fiebre que a su vez indica una infección”, ha dicho Julio Montero, catedrático de la UNIR y también codirector del trabajo. “No medimos el odio, sino los discursos, que son como la fiebre que da medida de lo que hay debajo, el odio real o la infección”.
El trabajo también divide el odio en intensidad y categoría. Eso permite ver si en un momento determinado hay más ataques contra mujeres, minorías sexuales, xenófobos, por asuntos políticos o más genérico. También aísla la intensidad: aunque los mensajes con amenazas pueden tener consecuencias legales, los investigadores han descubierto que millones de mensajes de menor calado también acaban suponiendo un problema grave para nuestras sociedades: “Esos mensajes permiten convertir el odio en parte de la cultura”, ha dicho Montero. “No generan violencia, pero generan tolerancia ante la hostilidad, ante la discriminación y una cultura cada vez más permeable al odio. La normalización de estados de odio es el peligro más patente para una democracia”, ha añadido. El problema es que las redes han generado un nuevo espacio de debate donde las reglas anteriores, más cívicas, ya no valen.
El monitor pretende dar herramientas sobre todo a medios para que decidan mejor qué hacer son sus redes y con su papel social: “Ahora desde abajo se hacen campañas eficaces que sitúan a los medios en una posición de no seguridad. Pueden abandonar la carretera y no circular por ahí, pero han de asumir las nuevas responsabilidades, que tienen muy poco que ver con el mundo del papel”, ha dicho Montero, en referencia a las recientes salidas de medios de redes como X.
La creación de contranarrativas a las mentiras, la desinformación y el odio esparcido en redes no es suficiente para los medios, según los investigadores: “La contranarrativa es enfocar mal el problema”, ha dicho Said. “Es una palabra odiosa porque asumes con una carga negativa. Los medios tienen cierta capacidad de introducir racionalidad en el debate. Es la única cultura que salva del odio. Porque el odio no es una posición racional, sino emotiva”, ha añadido.