‘Phubbing’, el desagradable hábito telefónico que fastidia a las parejas durante el verano

Distraerse mirando el móvil mientras se comparte un momento de ocio es uno de los factores que crea más problemas en las relaciones, afirman los terapeutas

Dos personas miran el móvil mientras están en un parque.Mike Kemp (Getty)

Pasa todo el rato. Dos personas están hablando, sentadas una al lado de otra, o separadas por una mesa. Podrían estar comiendo incluso, o mirando una serie en la televisión tras la cena. Están compartiendo un rato juntos, hasta que llega una notificación del móvil. Suena una alerta, o se ilumina la pantalla, y antes de darse cuenta, esta persona tiene el teléfono entre las manos y ha dejado de escuchar a la otra. En las redes se conoce como phubbing (del inglés phone, teléfono, y snubbing, despreciar), y es la causa de muchas peleas entre las parejas. “Es uno de los factor...

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Pasa todo el rato. Dos personas están hablando, sentadas una al lado de otra, o separadas por una mesa. Podrían estar comiendo incluso, o mirando una serie en la televisión tras la cena. Están compartiendo un rato juntos, hasta que llega una notificación del móvil. Suena una alerta, o se ilumina la pantalla, y antes de darse cuenta, esta persona tiene el teléfono entre las manos y ha dejado de escuchar a la otra. En las redes se conoce como phubbing (del inglés phone, teléfono, y snubbing, despreciar), y es la causa de muchas peleas entre las parejas. “Es uno de los factores que crea más problemas, es la queja máxima. Vienen cada vez más personas lamentando que, mientras están juntos, sus parejas las ignoran porque están enganchadas al móvil”, explica Beatriz González, terapeuta de parejas.

A pesar de parecer un hábito aparentemente inofensivo, estudios recientes demuestran que puede tener serias consecuencias en las relaciones interpersonales. Una investigación reciente vincula los niveles más altos de phubbing con una mayor insatisfacción marital. De igual manera, un trabajo de la Universidad de Münster, en Alemania, evidencia que esta práctica puede generar sentimientos de “desconfianza y ostracismo” entre las personas que la sufren. Además, provoca un efecto dominó: quien ha sido objetivo de desdén, suele devolver la falta, alimentando así un círculo tóxico que solo puede empeorar la relación.

“La sensación que perciben mis pacientes es que su pareja no quiere compartir tiempo con ellos. Que prefieren pasar tiempo con otras personas a través de la pantalla antes que hablar con la que tiene enfrente, en carne y hueso”, desarrolla González, que es también directora de una clínica de psicología de Madrid. Muchas veces es el trabajo que absorbe toda la atención, incluso si ya no se está en horario laboral. Renunciar a chequear o contestar a un mensaje del propio jefe puede resultar más complicado que dejar pasar un WhatsApp de nuestra madre. “Es la excusa perfecta, pero sigue siendo una excusa. Si de verdad fuera un asunto de vida o muerte, no te mandarían un mensaje. Te estarían llamando”, afirma la terapeuta.

Detrás de esta costumbre se pueden esconder una serie de comportamientos problemáticos, desde la adicción a las tecnologías hasta la imposibilidad de desconectar del trabajo, pasando por la necesidad de controlar compulsivamente las redes sin parar por el miedo de quedarse al margen. Asimismo, el hecho de que los móviles están hechos para monopolizar la atención dificulta ignorar sus estímulos. “En principio, cuando una persona busca el móvil es porque lo que le rodea es menos divertido. De hecho, cuando estamos en el cine no lo hacemos”, afirma Juan Carlos López, psicólogo de la atención de la Universidad de Sevilla.

Incluso si no se utiliza, el simple hecho de estar presente disminuye las interacciones sociales”
Beatriz González, terapeuta de parejas

El cerebro está continuamente buscando estímulos y novedades, y cuando una conversación o una situación se vuelve aburrida, lo normal es que intente encontrar estos impulsos en otro lugar. “En este sentido, el móvil lo tiene todo: está diseñado para captar la atención y para mantenerla durante mucho tiempo prácticamente sin esfuerzo. Es como darle chocolate al cerebro”, amplía López. Que los contenidos digitales sean más entretenidos que la propia pareja es uno de los factores que causa más inseguridad en la persona que sufre phubbing.

Sin embargo, el experto aconseja no tomarlo como una ofensa personal. “No es que nuestras parejas nos aburran, no va de esto. Simplemente, la información que tiene el móvil engancha nuestra atención con mucha más fuerza que cualquier persona. Por esto, la única forma de librarnos del hábito, una vez que se haya convertido en problemático, es eliminar por completo la fuente de distracción”, recomienda López.

Más conflictos después del verano

El verano suele sentarles mal a las parejas que están enganchadas a las pantallas. González reconoce que en septiembre registran una incidencia más alta de conflictos causados por el phubbing. “Las familias van de viaje esperando que por fin pasarán tiempo juntos y lograrán ignorar el móvil, pero cuando esto no pasa llegan a terapia con mucho rencor y reproches. El verano les sirve para darse cuenta de que la justificación del trabajo era solo una excusa, y que el problema es más serio de lo que pensaban”, expone la terapeuta.

Por esta razón, González aconseja establecer unas reglas para limitar el uso del teléfono durante los momentos de ocio compartido. La sugerencia más básica es crear zonas de la casa donde el móvil no tenga cabida. “Seguramente lo peor es tenerlo en la mesa durante las comidas. Existen estudios que demuestran que incluso si no se utiliza, el simple hecho de estar presente disminuye las interacciones sociales. No hay ninguna excusa razonable para interrumpir este momento de la jornada para contestar a un mensaje”, explica.

Otro de los hábitos que se ha hecho cada vez más común es mirar el móvil mientras se está viendo una serie o una película en la televisión. Contrariamente a cuando se va al cine, el hecho de estar cómodamente sentados en el sofá de casa le quita ceremoniosidad a esta actividad, lo que hace excusable que alguien se distraiga. “Parece que no es nada grave, pero la otra persona se siente igual de ignorada que cuando su pareja mira la pantalla mientras están hablando. Si han decidido pasar un rato viendo la tele juntos, tienen que hacerlo juntos, sin distracciones de por medio”, insiste la psicóloga.

Además de dejar el dispositivo en otra habitación, otra manera para limitar el phubbing es revisar las notificaciones que se tienen activadas. Entre las redes sociales, las alertas de los medios de comunicación y los avisos de las aplicaciones de streaming, deporte o el correo electrónico, el bombardeo de alarmas y sonidos se hace cada vez más difícil de ignorar. Elegir con cuidado cuáles son las notificaciones que verdaderamente se necesitan para estar al tanto de lo que pasa, sin descuidar a sus seres queridos, es una buena forma para congeniar ambas necesidades.

Finalmente, si la situación es inevitable, González aconseja mejorar la comunicación desde ambas partes. “Por un lado, no es lo mismo llamar la atención diciendo ‘deja el puto móvil’ a decir ‘por favor, necesito que en este momento estés conmigo”, expone la psicóloga. “También ayuda a que la persona que esté mirando la pantalla describa lo que esté haciendo. Que pida disculpas por ausentarse mentalmente y explique cuál es la necesidad que surgió. Al fin y al cabo, la comunicación está en la base de todo”.

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