Pequeña guía para detectar perfiles falsos en redes sociales
Entre los seguidores de la mayoría de las cuentas, y no solo en las de algunos políticos, se mezclan ‘bots’ y seres humanos reales. Te explicamos algunos trucos para distinguirlos
El espacio de libre expresión que en su origen eran las redes sociales se ha ido llenando con el paso del tiempo de ruido, críticas y broncas. Pero ni todos los que generan ese ruido son personas reales, ni todos los aparentes bots son máquinas. La mayoría de las cuentas tienen seguidores con rasgos sospechosos. Te mostramos algunos indicios que pueden ayudar a quitarles la careta.
Una característica muy habitual es que en la imagen de perfil de una cuenta falsa aparezca el avatar por defecto de Facebook, Instagram o Twitter. Es decir, sin foto. O, por el contrario, podemos topar...
El espacio de libre expresión que en su origen eran las redes sociales se ha ido llenando con el paso del tiempo de ruido, críticas y broncas. Pero ni todos los que generan ese ruido son personas reales, ni todos los aparentes bots son máquinas. La mayoría de las cuentas tienen seguidores con rasgos sospechosos. Te mostramos algunos indicios que pueden ayudar a quitarles la careta.
Empecemos por la foto
Una característica muy habitual es que en la imagen de perfil de una cuenta falsa aparezca el avatar por defecto de Facebook, Instagram o Twitter. Es decir, sin foto. O, por el contrario, podemos toparnos con imágenes muy cuidadas, o de gente que parecen modelos (y probablemente lo sean, aunque no tengan ni idea de que se está usando su imagen). “Los perfiles falsos pueden distinguirse por las incoherencias: si ves una foto de una chica rubia guapísima y ves que la descripción no concuerda, sospecha", tal como explica Mari Luz Congosto, investigadora de la Universidad Carlos III. A veces, esas fotos están sacadas de los bancos de imágenes.
Cómo comprobar la procedencia de una imagen
Para conocer si efectivamente esa foto ha salido de un banco de imágenes o ha sido usurpada de cualquier otro sitio, podemos utilizar la búsqueda inversa de imágenes de Google, que nos mostrará dónde ha sido publicada. Para ello, no tenemos más que clicar con el botón derecho del ratón sobre la foto y seleccionamos “buscar imagen en Google”. Si no te sale esa opción directamente, abre esa imagen en una pestaña nueva (botón derecho: abrir enlace / imagen en una pestaña nueva) y vuelve a probar. Y voilá, quizá la foto de Verónica99 aparezca en 200 resultados de diversa procedencia.
También hay imágenes que han podido ser incluso generadas por ordenador: “Si veo una cara que no parece una cara natural, puede estar hecha con IA, en la que salen rostros raros, porque juntan dos caras, y esos perfiles posiblemente sean falsos” explica Congosto.
Dime tu nombre
Pueden darse dos casuísticas: que el nombre sea extraño (por ejemplo, uno claramente extranjero) o que esté plagado de números. Cuando nos damos de alta en una red social es posible que nuestro nombre entre en colisión con otros nicks ya existentes, por eso se nos suele ofrecer alternativas. Si, por ejemplo, Marta y ya está cogido quizá te ofrezcan algo parecido a Marta851995, pero lo normal es optar por otro más sencillo o personal.
Es cierto que no todo el mundo decide modificarlo. "Hay gente que por desconocimiento o por lo que sea se lo quedan. Pero un nombre así es un indicio de que la cuenta puede haber sido creada automáticamente, ya que en ese caso nadie se molesta en cambiar el nombre que te dan por defecto” explica Congosto.
Antigüedad de la cuenta
Las cuentas de reciente creación suelen ser sospechosas cuando se usan para un fin concreto, como apoyar o atacar un partido político o a una empresa. Pero también existe un mercado en el que se reutilizan las antiguas, lo que significa que hay muchas de segunda mano. Para ver si existe disparidad se puede comparar la fecha de creación con su actividad. Si por ejemplo, data del 2011 y tiene muy pocas publicaciones puede ser que simplemente tenga la cuenta abandonada, pero si tras nueve años, ha empezado recientemente su actividad, entonces ya es más sospechoso. Congosto explica que se comercializan cuentas de primera y segunda mano, con mejor o peor calidad: con foto, sin foto, con más o menos seguidores… Todo depende de lo que se quiera pagar.
Desequilibrio entre seguidores y seguidos
Por un lado existe la disparidad de que un perfil puede seguir a muchos pero a él no le sigue nadie, lo que incita a pensar que es un bot. Pero por otra parte, existen cuentas que poseen una cantidad muy elevada de seguidores a pesar de no tener prácticamente ninguna actividad - o es muy reciente-. Esto es debido a ese mercado de segunda mano al que se refiere la investigadora de la Universidad Carlos III, que nos lleva al punto siguiente.
Me cambio (otra vez) de nombre
En este comercio se produce el consiguiente cambio de seudónimo. “Si lo han cambiado una vez puede ser normal, quizá el nombre no le gustara. Pero si lo han cambiado cuatro o cinco ya es más raro. Si además ha borrado todas las publicaciones anteriores, o ni siquiera las han borrado y antes hablaba de fútbol y ahora de política, entonces hay que sospechar todavía más."
La propia investigadora de la Universidad Carlos III comparte una anécdota. “En mi timeline de Twitter empecé a ver chicas con poca ropa posteadas por un usuario que solo hacía retuits de chicas guapas. ¿Pero a quién estoy siguiendo? ¿Me habrán hackeado?", se preguntó. Comprobó que seguía esa cuenta desde hacía dos o tres años, pero al buscarlo por su ID había cambiado de nombre. Anteriormente estaba relacionado con el mundo de la tecnología y contaba con una cifra nada desdeñable de 30.000 seguidores, entre los que se incluía la Universidad de Granada. Ahora se llamaba de otra forma, había borrado los tuits antiguos y se dedicaba a enviar información muy diferente. "Ya no parten de cero, parten de una red de miles de seguidores.” Congosto asegura que estas cuentas son muy asequibles. “A lo mejor por 25 euros tienes una cuenta completa”.
Los trucos de Twitter
A diferencia de otras redes, Twitter tiene una API abierta gratuita que permite conectarse y extraer la información de una cuenta, sus seguidores, tuits, etc. Para acceder a esta herramienta es necesario poseer ciertos conocimientos informáticos y manejarse con librerías de Phyton o R.
Pero para los no iniciados en programación, existen otros trucos mucho más sencillos y accesibles: por ejemplo, mediante el formulario de búsqueda avanzada de Twitter es posible consultar por fechas, lugares, hashtags, nombres, etc. Otra forma muy interesante para descubrir si una cuenta ha cambiado de nombre es introduciendo una sencilla query en el buscador de Twitter: to:nombredelacuenta until:Final del año en que se creó en formato año-mes-dia.
El veterano bloguero Marcelino Madrigal cuenta en su página cómo proceder paso a paso. También podemos consultar por el ID, “es como una matrícula, un identificador que no cambia, pero para encontrarlo es un poco más complejo". Otra posibilidad es indagar a través de Web Archive, que se lleva a cabo capturas de Internet a lo largo del tiempo; o consultar webs como Twitonomy, que permite comprobar su anatomía con unos datos muy básicos. Madrigal también advierte que la forma de detectar si las cuentas son falsas o bots va cambiando: “Antes comprobábamos el origen del tuit por el source, si procedía de un Iphone, Android, o estaba lanzando mediante aplicaciones como Tweetdeck, pero ahora ocultan esos rastros para detectar si esas cuentas están automatizadas".
¿Sirven las herramientas para detectarlos?
Existen muchas aplicaciones online que permiten realizar análisis de las cuentas, como Twitter Audit, SocialRank, o Spark Toro, que recientemente han sido aplicadas para examinar los posibles seguidores fraudulentos de algunos políticos. Sin embargo, Congosto advierte que estos mecanismos aportan datos menos fiables conforme aumenta el número de seguidores, ya que solo coge una muestra de los últimos: “A partir de unos 300.000, produce sesgos disparatados y erróneos. Aunque sean de pago. Si fuera una muestra aleatoria de todos, ya valdría un poco más, pero si una cuenta tiene un 1,3 millones de usuarios y solo se analizan los 2.000 o 3.000 últimos se produce un sesgo enorme.” En el caso de Twitter, los analistas pueden obtener datos mucho más exactos bajándose toda la información de la cuenta a través de la mencionada. API. Es un ejercicio laborioso que puede durar varias horas, pero cuyo examen resulta más preciso.
‘Bot parece, plata no es’
Sin embargo, los indicios que habitualmente sugieren que una cuenta es un bot pueden ser engañosos. Hay muchos usuarios cuyo comportamiento en redes puede ser muy similar, y se trata de personas reales, no de cuentas falsas.
En primer lugar, debemos distinguir entre bots y cuentas falsas. Ambos pueden ser fraudulentos, pero no todas las cuentas falsas son bots: Pueden haber sido creados de forma automatizada, pero posteriormente ser manejados por personas que realizan la actividad de esa cuenta con un fin determinado. Es decir, lo que muchas veces consideramos como bots, en realidad son mixtos. La parte automatizada se encarga de los retuits (aproximadamente un 70%) y el 30% restante son comentarios realizados de forma manual. Existen dos propósitos: “Por un lado tener seguidores y por otro interacción. Son dos cosas que se compran, lo primero es más fácil, lo segundo se paga mes a mes" explica Congosto.
¿Y dónde se compran los perfiles falsos que son fabricados en masa? No es necesario acudir a la deep web ni nada parecido: la oferta es pública y solo hay que echar un vistazo en el buscador para encontrar cientos de anuncios. “Las agencias de comunicación compran las cuentas falsas a un mayorista, a un tercero que genera estas cuentas donde la mano de obra es más barata, como Filipinas", cuenta Congosto. "Tienen algunos procesos automatizados, pero luego debe haber personas detrás que contesten, que troleen. Son personas pagadas para crear contenido a favor o en contra de alguien.”
Por otra parte, hay mucha gente que nunca pone una foto en su perfil, otros que tampoco cambian el nombre por defecto, y otros muchos que se abren una cuenta pero prácticamente no tienen actividad alguna. “Son gente con un perfil inactivo, se abren la cuenta para ver lo que es, les proponen seguir a cuatro o cinco personas entre los que puede encontrarse algún político, y si le gusta, lo sigue, pero luego no usa su cuenta para nada, de esos hay muchísimos. No hay que confundir el perfil inactivo del perfil falso” matiza Congosto, “el falso tiene un objetivo, el inactivo, una vez que lo abre, apenas lo usa.”
En el lado contrario encontramos aquellos usuarios que sí son activos pero que se ocultan bajo otra identidad: “Con la crisis del coronavirus, muchos se han abierto una cuenta alternativa para opinar. Lo hacen con un nombre ficticio para desahogarse con total libertad. Y es una persona, no es un perfil falso ni le está pagando nadie”. También se da el caso de que hay personas que retuitean una cantidad ingente por minuto y parecen bots, porque practicamente spamean, pero son personas muy involucradas con una ideología o que disponen de mucho tiempo libre que le dedican a las redes.
¿Y qué puede hacer el usuario?
Hemos preguntado a Facebook, Twitter y LinkedIn acerca de estas prácticas. Recalcan que este tipo de comportamientos están prohibidos o penalizados en sus plataformas. Para combatirlos, utilizan mecanismos humanos y automáticos mediante IA para detectar y cerrar esas cuentas. Sistemas de protección que han aumentado en los últimos meses para luchar contra una oleada de actividades fraudulentas surgidas a raíz de la crisis de coronavirus.
Marcelino Madrigal se muestra escéptico a las posibles defensas con que cuenta un usuario, especialmente cuando se trata de casos de acoso. “El discurso del odio está protegido en EEUU por la constitución, es su interpretación de la libertad de expresión, que admite absolutamente todo menos una amenaza física directa. En la europea, sin embargo, no admitimos por ejemplo el ataque a colectivos que han sido históricamente marginados, como LGTB o la xenofobia…. La gente se pregunta: ¿cómo es posible que haya cuentas de ultras y que se digan tantas barbaridades? La cuestión radica en que quien decide es una empresa americana, que tiene su línea editorial. Aunque sea un gestor de contenidos, a ellos le viene muy bien que la ley los interprete como un medio porque no se hacen responsables del contenido".
¿Que puede hacer un usuario? Llorar y rezar, “porque bloquear en Twitter no sirve de nada, no impide que sigan acosando", explica el bloguero, "a no ser que haya una comisión rogatoria de la comisión de España a un juez de EE UU diciendo que este señor está denunciado y nos diga quién es. De lo contrario, no te vas a enterar en la vida”.