El dilema de los padres con el cordón umbilical: donación o preservación con escasas posibilidades de ser útil
El uso de la sangre del recién nacido es más una esperanza que una realidad. Mientras, la utilización pública se centra en la investigación
La última clase de preparación al parto de Julia en la privada consistió en una sesión informativa. Una empresa fue a contarles a los futuros padres las bondades de preservar la sangre del cordón umbilical del bebé. Podría ser útil, le dijeron, porque tiene un gran potencial en la medicina regenerativa y, quizás, según avance la ciencia, las células madre podrían servir para curar eventuales enfermedades de su hija o sus hermanos. Esto es, hoy por hoy, más una hipótesis que una realidad.
La probabilidad de que el tejido congelado le sirva a la misma persona que lo congela es remota. Hay cálculos de una entre 20.000, que son aproximadamente las posibilidades de desarrollar una leucemia linfoblástica aguda, el cáncer infantil más frecuente. Pero para esta enfermedad no siempre será útil, y ya se usan otras alternativas, así que otros cálculos reducen las probabilidades de su uso varios órdenes de magnitud.
El precio por conservar las muestras dos décadas está entre 1.500 y 2.000 euros. BioCord, la empresa que fue a dar la charla a la clase de parto de Julia y pionera en España, no ha dado uso a ninguno de los alrededor de 20.000 cordones que ha congelado desde que se fundó, hace más de una década.
Con aproximadamente la misma cantidad de muestras almacenadas activas (y unas 61.000 donaciones en su historia), el Centro de Transfusión, Tejidos y Células de Málaga, el banco público más grande de España en sangre de cordón, ha hecho un millar de intervenciones en terceras personas de todo el mundo. La mayoría, para curar la leucemia, aunque ante la bajada de la demanda para esta enfermedad están buscando nuevas aplicaciones y usándolos para investigación.
El dilema que se les presenta a muchos padres a quienes les dan información o leen los folletos publicitarios que a menudo hay en las consultas ginecológicas es donar la sangre del cordón de forma altruista para que se use si es necesaria en cualquier persona, o guardarla en un banco privado para uso familiar y que sirva de cura para una posible leucemia u otras patologías para las que se está experimentando, pero cuyo uso todavía no se ha demostrado efectivo.
Ángel Álvarez, presidente de BioCord, considera que es una inversión que merece la pena: “El coste es más o menos el de un iPhone y, aunque la probabilidad de usarlo es baja, el posible beneficio es enorme. Hay unas 120 investigaciones en curso, algunas de ellas, como la de la diabetes, muy avanzadas”.
La mayoría de las voces del mundo de la oncohematología y las sociedades médico-científicas, sin embargo, discrepan. Rafael Matesanz, que fue director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) cuando se aprobaron los bancos privados de sangre de cordón umbilical (en 2006), resume así esta posición: “Venden esperanza, como tantas cosas en medicina”.
―¿Qué recomienda a futuros padres que estén dudando qué hacer?
―A todos los familiares, amigos y compañeros que me preguntan les digo que de ninguna manera. He tenido dos nietos y por supuesto no se me ocurre decirles que guarden las células. No tiene sentido. Antes [cuando se aprobaron los bancos privados] decíamos que no iban a servir. Ahora hemos visto que no han servido.
En una posición intermedia está José María Moraleda, profesor emérito de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular de la Universidad de Murcia, que investiga en posibles aplicaciones futuras de las células de esta sangre y que, por este motivo, insiste varias veces, está “sesgado”.
Moraleda concede que hoy por hoy la utilidad de congelar sangre para la propia familia es prácticamente nula, pese a que ha habido casos muy concretos y aislados en los que se ha usado. Pero cree que las células que contiene están llenas de potencial para curar enfermedades en el futuro. “Ya hay indicios de que puede mejorar parámetros a algunos niños con autismo, parálisis, enfermedades metabólicas sin otro tipo de solución. Hay una esperanza”, señala.
―¿Qué recomienda a futuros padres?
―Creo que en el futuro la sangre de cordón umbilical va a servir. Les recomendaría guardarla en un banco público. Pero ahí las usarían otras personas. Si quieren conservarlas para sí y se lo pueden permitir, yo no les digo que no.
Potencial
El potencial de estas células es que al ser muy inmaduras pueden manipularse para convertirlas en tejido de otros órganos. Hay experimentos, por ejemplo, para reparar daños cardíacos que han salido bien, aunque aún necesitan un largo recorrido antes de convertirse en tratamientos habituales, si es que llegan a hacerlo. También se investigan posibles aplicaciones en enfermedades neurodegenerativas, como el párkinson.
En el ámbito de la hematología, su utilidad en leucemias y otras enfermedades de la sangre se debe a que contienen células madre capaces de regenerar la médula ósea dañada por la quimioterapia o por la propia enfermedad. Al ser más jóvenes, y menos reactivas que las de un donante adulto, reducen el riesgo de rechazo y permiten realizar trasplantes incluso sin una compatibilidad completa, algo especialmente valioso para pacientes que no disponen de un donante totalmente adecuado.
Su uso en el propio bebé tiene, sin embargo, limitaciones claras: si el niño desarrolla más adelante un cáncer hematológico —como una leucemia— es probable que su propia sangre de cordón comparta la misma predisposición a generar ese tumor, por lo que no sería aconsejable emplearla en ese contexto.
Para terceros, su utilización también ha disminuido, en gran parte porque hoy existen otras fuentes de células madre para el trasplante de médula ósea. Aunque sigue siendo necesario un cierto grado de compatibilidad, el trasplante haploidéntico —en el que coinciden la mitad de los marcadores genéticos— se ha convertido en una opción práctica y accesible. Como explica Luis Felipe Casado, Jefe del servicio de Hematología de los hospitales HM Madrid, casi todos los pacientes tienen al menos un familiar de primer grado, como un padre, un hermano o un hijo, que puede actuar como donante.
Utilidades
La sangre de cordón umbilical sigue siendo útil, explica Laura Ponce, directora médica del Centro de Transfusión de Málaga, para trasplantes urgentes, en el caso de que no se encuentren donantes de médula compatibles. “Son productos que ya han pasado pruebas de calidad y están listos para usarse”, asegura.
En este banco público las células también se convierten en colirios que son útiles para determinadas patologías oculares para las que han fallado otros medicamentos. Cuando se le hace la pregunta de qué recomendaría a unos futuros padres, Gracia García, directora de este centro, defiende “la solidaridad y el altruismo”, sin querer entrar en polémicas con los centros privados. “Lo que sí recomiendo es que si alguien quiere guardar el cordón de su hijo se asegure de que lo hace en una empresa certificada que dé todas las garantías”, subraya.
Más contundente es Sergi Querol, director del Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO), que ha participado esta semana en un seminario con periodistas de la ONT: “De momento, [la congelación en un banco privado] no serviría para nada y la probabilidad es de uno entre un millón. Si su hijo desarrolla leucemia, no va a tratarse con esas células. Cada uno tiene que responder por sus actos. Si [los padres] creen que es beneficioso, lo harán, pero en estos momentos no es algo que sirva para nada”.
La mayoría de estos centros ofrecen guardar la sangre en el extranjero, ya que la legislación en España obliga a que, si están en territorio nacional, registren los datos de los tejidos en REDMO y que puedan ser usados por otras personas en caso necesario. Solo el 1% de los que han guardado los tejidos de sus hijos en BioCord han optado por dejarlos en España.
Julia finalmente desechó conservar el tejido de su hija, pese a que recibió dos llamadas de la empresa para tratar de convencerla. Sí lo hicieron Diego e Irene (todos nombres ficticios de casos reales). A ellos también le hablaron de congelar la sangre en una clase de preparación al parto.
“A partir de ahí nos generaron una necesidad”, cuenta él, que es portador de una enfermedad genética, en principio recesiva, pero cuyo riesgo les hizo decantarse por acudir a un banco privado. Diego explica: “Al final decidimos que la cuantía económica era relativamente asequible y que igual en el futuro podía ser útil teniendo en cuenta que yo tengo esa enfermedad. Hemos sido conscientes de que seguramente no servirá, pero estamos buscando la esperanza ante un hipotético problema, por el y si”.