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La charanga jamaicana de una banda de jubilados con discapacidad intelectual invita a bailar por la integración

Una banda gamberra se une a la escena cultural madrileña a través del ska, la insolencia y el humor

El coro está agrupado en torno a tres micrófonos de pie, con los tenores a la derecha, los sopranos a la izquierda y los solistas en el centro —mejor dicho: los “turun tun tún” de un lado, los “cuchi cuchis” del otro y los “pichurri” en el medio—. Así los organiza según las voces el director Daniel Montero. “Vamos al turrón, señores”, va a decir cada vez que vuelvan a empezar la canción desde el inicio. Que serán muchas veces, casi infinitas, como en cualquier ensayo de artistas. La banda musical se llama Apuestos Opuestos y la integran 13 personas jubiladas con discapacidad intelectual, que asisten al centro de día de Afanias Espacio Abierto. Con el correr de la mañana, van sonando cada vez mejor.

Cuando los miembros del grupo eran más jóvenes, la discapacidad se abordaba “desde el rechazo o la condescendencia”, explica Montero, que también es monitor de los integrantes, y agrega: “todos han pasado por eso, y la historia está en superarlo”. Según los últimos datos disponibles del Imserso, había unas 300.000 personas con discapacidad intelectual en España en 2023. De ellas, casi 20.000 tenían más de 65 años. La asociación Afanias, dedicada a la educación, empleo y ocio de personas con discapacidad intelectual, detectó que muchas no encajaban en residencias de mayores al jubilarse y no tenían dónde pasar el día. Así nació Espacio Abierto hace diez años, según Afanias, el único centro de envejecimiento activo para este colectivo en España.

Apop (como llaman a la banda por sus siglas) se fundó en 2022, tiene nueve canciones propias y siete fusiones de obras populares españolas. El nombre del conjunto se le ocurrió a Joan Manuel Capdevilla, el barcelonés de 57 años que canta primero. Capdevilla no pierde la concentración, ni tras repetir su solo mil veces. Hace año y medio pasó de vivir con su hermana a un piso supervisado con otros tres compañeros, y ganó independencia. Jaime Sáenz, uno de los últimos en unirse, toca el palo de lluvia. “Al principio me costó mucho y me gané las broncas de Dani, pero es muy majo”, cuenta. Antes de retirarse trabajaba en el quiosco de su padre.

La primera canción dice más o menos así: “Pichurri, eres tan dulce y angelical, eres mi diosa neoclásica, mejor que una paella ai ai ai, eres tan especial”. “Todo muy gamberro”, bromea Daniel Montero, que cuenta que en el ska, el reggae y el rocksteady han encontrado una vía para transmitir energía e insolencia desde el humor. “Si nos ponemos a hacer heavy metal, la vamos a cagar”, se ríe el coordinador del proyecto, y argumenta: “Este género nos permite que se luzcan; ese rollo charanga, muy bailón, desde ahí es más fácil conectar con el público y que se perciba de otra manera la diversidad”.

Vuelven a empezar. “¡No, no, no!”, los frena Montero. Da indicaciones. Alguno se ha adelantado. “Al turrón”, sentencia. Comienzan desde arriba. “¡Bailamos!”, los anima en el instrumental. El director se mueve por toda la sala esquivando cables y amplificadores mientras hace señas a los que les toca cantar. Luis Pérez, de 57 años, lleva un polo rosa y una sonrisa que no se le borra en toda la mañana. Aclara que “de nervios, nada”, porque ha estudiado un montón. Antes de retirarse, trabajaba en una cadena de montaje en un centro especial de empleo, con puestos de trabajo adaptados.

En la banda solo hay tres mujeres, una de ellas es Juana Luna, que cumplirá 70 años en noviembre, y antes de jubilarse trabajaba en limpieza. En el centro de día hay menos mujeres que varones porque, cuando finalizan su vida laboral, suelen asumir tareas de cuidados en sus casas.

Esta jornada de septiembre practican los tres nuevos temas originales que han grabado y ha producido El Indio, José Luis Nieto, dueño de la sala de conciertos Gruta 77 y referente de la escena artística madrileña. Se presentarán este sábado 25 de octubre en el festival Plazas con Alma de Carabanchel, donde serán teloneros de las cinco bandas emergentes que han ganado el concurso de los nuevos conjuntos más prometedores de la Comunidad de Madrid.

La presidenta de Afanias, Isabel García, baila en una esquina de la sala de ensayo. Lidera a los 900 socios, 1.500 personas atendidas y 800 trabajadores de la asociación. De estos últimos, 300 tienen alguna discapacidad. García destaca que muchas veces las propias familias no conocen todo el potencial que tienen sus familiares. Los proyectos como Apop “sirven para que se den cuenta de que pueden llegar a mucho más de lo que consideran”, desarrolla.

El segundo tema dice: “Ayer soñé que era un tractor, luego soñé que era un McDonald´s, luego soñé que era Sherlock Holmes, luego soñé que era Ella Baila Sola”. Miguel Ángel Carrión, Miguelón, canta a capela: “Persigue tus sueños, como Andoni Ferreño”. Con 57 años, le saca más de una cabeza de altura a sus compañeros y es reconocido en el barrio por sus diferentes acciones de voluntariado. Promovió un evento de Apop para juntar fondos para la despensa solidaria con la que colaboraba. La labor social es otra forma de integrarse en la comunidad para quienes frecuentan Espacio Abierto.

Los acompañan como voluntarios el guitarrista Jose Ángel Corral, Vicente Aguilar en la batería, Carolina Oureiro en el piano y el bajista Ángel Fernández. Los músicos, que pertenecen a la Fundación ONCE y tienen discapacidad visual en distintos grados, grabaron los nuevos temas con ellos en el estudio y propusieron los arreglos. La tecladista gallega de 53 años, que es música profesional, destaca: “Los cantantes tienen mucha personalidad, no es intentar aparentar otra cosa, hay autenticidad en lo que cantan y creo que eso es algo que el público normalmente no tiene”.

El Indio, que organizó y produjo las grabaciones, describe en una llamada su experiencia: “Lo que he encontrado es un cariño y una camaradería que es más difícil de ver con bandas profesionales. En el estudio afloran las fricciones de los egos y en este caso, cuando uno estaba cantando en la pecera, los otros 13 estaban animándole fuera”. Su recinto de espectáculos ha alojado a los mejores del planeta en música jamaicana, el terreno de los Apop. “No se me ocurre una manera más bonita de integrar que a través de la cultura”, asegura el productor. Y matiza: “No hay que pensar que la música va a conseguir la integración automáticamente, sino que es un vehículo para que mantengan conversaciones, tengan el respeto de sus semejantes y puedan relacionarse”.

Los Apuestos Opuestos terminan las tres horas de ensayo como nuevos, vestidos con las camisas floreadas amarillas que usarán de vestuario, y con la mirada puesta en su presentación en una plaza alborotada. No hay nervios, el único temor será la lluvia.

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