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España, aún lejos de ser un país cardioprotegido: “Igual que leer o sumar, hay que aprender a reanimar”

En el día Mundial de la Parada Cardíaca, los especialistas insisten en incorporar la enseñanza obligatoria de la RCP y aumentar la disponibilidad de desfibriladores

Cuando los médicos de la UCI atienden a un paciente que ha recibido RCP (reanimación cardiopulmonar), festejan. Quiere decir que alguien ha reaccionado rápido, ha confirmado que el entorno era seguro, chequeado que la persona afectada n...

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Cuando los médicos de la UCI atienden a un paciente que ha recibido RCP (reanimación cardiopulmonar), festejan. Quiere decir que alguien ha reaccionado rápido, ha confirmado que el entorno era seguro, chequeado que la persona afectada no respiraba ni respondía, llamado al 112 y repetido las compresiones torácicas hasta la llegada de un desfibrilador y una ambulancia. Quizá haya cantado La Macarena o Staying Alive para guiar el ritmo. Lo importante es que ha aprovechado los primeros minutos, cruciales para salvarle la vida a la persona que sufrió una parada cardíaca.

Así lo relata Jose Moya, gerente del Plan Nacional de RCP de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) y también médico intensivista del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia. Su objetivo es conseguir que España se convierta en un país cardioprotegido, es decir, que en cualquier parte se pueda acceder a un desfibrilador externo automático (DEA), en menos de cinco minutos, que haya ciudadanos capaces de utilizarlo, y una respuesta rápida de los servicios de emergencia.

En el día Mundial de la Parada Cardíaca, que se celebra este jueves, se recuerda que en España se producen al año alrededor de 30.000 casos fuera de los hospitales, con una tasa de supervivencia menor al 10%. Jose Moya cuenta: “Nosotros vemos a quienes sobreviven gracias a que alguien se atrevió a actuar, y eso no se olvida nunca”. Por cada minuto que pasa tras una parada cardíaca, las posibilidades de subsistir disminuyen un 10% de forma que, pasados 10 minutos, los intentos de reanimación no suelen tener éxito. Deja de llegar sangre oxigenada al cerebro, y el tejido cerebral se daña de manera irrecuperable. La RCP mantiene el flujo de la sangre. “No es una técnica médica, es un acto de humanidad”, asegura Moya.

El especialista de medicina intensiva calcula que entre un 5% o 10% de la población general sabe con detalle las maniobras de reanimación, y comenta que el porcentaje de inscriptos a los cursos aumentó de manera exponencial después de la pandemia. El Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar (CERP) reúne a todas las entidades que brindan capacitaciones certificadas y entre ellas está el Plan Nacional de RCP. Es el programa de referencia en formación de sanitarios, instructores, y población civil. En los últimos cinco años ha instruido a 42.711 personas de la población general en el curso de Soporte Vital Básico.

La reanimación se completa con el uso del desfibrilador, un dispositivo que a veces genera temor usar, pero es completamente seguro. Su función es detectar una arritmia cardíaca —un ritmo desorganizado que impide que el corazón bombee sangre— y, mediante una descarga eléctrica, lograr que las células del corazón se contraigan de forma sincronizada para recuperar la circulación normal. Solo emitirá la descarga si está indicada. La aplicación de móvil Ariadna, desarrollada por la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y Cruz Roja, permite ubicar el desfibrilador más cercano. En algunas zonas como Galicia también funciona para geolocalizar colaboradores formados en reanimación para que sean y avisados acudan al lugar de la emergencia.

Ignacio Fernández Lozano, presidente electo de la SEC, hace hincapié en que hace falta una campaña de concienciación global y lamenta: “Nos estamos quedando atrás en un país que podría ser puntero”. Para él, lo urgente es brindar información a los españoles de que reaccionar siempre es mejor que no hacer nada, y que no hace falta tener certificaciones, sino actuar rápido. El también jefe de la Sección de Arritmias del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Puerta de Hierro agrega: “El español es voluntario, no lo llama nadie y va a barrer las calles de Valencia después de la dana, eso no lo ves en ningún lado; la donación de órganos para trasplantes es lo mejor que tenemos en la sociedad y no porque los médicos sean mejores, sino porque a nosotros nos dicen que sí más veces”. Y sentencia: “En trasplantes lo aprovechamos, y en la parada cardíaca, no”.

Fernández Lozano reclama la coordinación de diferentes actores políticos para, por ejemplo, asegurarse de que las fuerzas de seguridad ―que suelen ser los primeros intervinientes en muchos países europeos― lleven desfibriladores en sus coches; que el Ministerio de Educación plantee planes formativos, que los ayuntamientos instalen desfibriladores en las calles como si fuesen farolas.

José Ignacio Ruiz Azpiazu, vocal del CERP y coordinador del Servicio de Emergencias Sanitarias de La Rioja, opina que la mejor forma de fomentar la capacitación es añadirla de manera obligatoria, o bien dentro del currículo de enseñanza o, por ejemplo, al realizar otros trámites, como sacar el carné de conducir. Sobre incorporarlo al currículo escolar, Jose Moya afirma: “Sería genial que, igual que nos enseñan a leer, a escribir, a sumar, nos enseñan a reanimar”. Los chicos tienen la fuerza suficiente para hacer las compresiones desde los 12 años, pero desde los seis pueden aprender a reconocer una emergencia y pedir ayuda. La regla mnemotécnica para el número de Emergencias puede ser: “Una boca, una nariz, dos ojos”.

Solo el 15,9% de los centros educativos cuenta con un programa formativo en RCP estructurado dentro del horario escolar, según un estudio de la SEC, de 2021. El sondeo, con base en encuestas a 6.000 alumnos y directivos, revela que el 36,2% de los estudiantes reconocía haber recibido formación, una cifra muy inferior a otros territorios como Noruega, donde el 89% la tenía. En su momento, el 68,8% de los escolares que participaron declararon no saber que el 112 es el número de teléfono de emergencias.

Esta fecha de concienciación fue fijada en 2012 por el Parlamento Europeo y desde 2018 se celebra en todo el mundo, por decisión del ILCOR (International Liaison Committee on Resuscitation), que agrupa a los consejos de resucitación cardiopulmonar de los cinco continentes. Los distintos organismos del sector organizan entrenamientos gratuitos durante la jornada en diferentes puntos del país para recordar que, como dice el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid en su comunicación de los cursos: “La ciudadanía es el primer eslabón de la cadena de supervivencia”.

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