Perfil | Rocío Hernández: la gestora hierática sin cintura política que dimite por el escándalo de las mamografías
La consejera andaluza de Salud ha sido cuestionada por su falta de empatía con las mujeres afectadas por el cribado de cáncer de mama. “Pueden decir que soy fría, no me importa”
“Pueden decir que soy un témpano, que soy fría, no me importa”. Así se defendió la consejera andaluza de Salud, Rocío Hernández (Irun, Guipúzcoa, 54 años), de los reproches que le lanzaron las portavoces de la oposición en la comisión de Salud por su reacción ante las mujeres afectadas por los retrasos en los diagnósticos de los cribados de cáncer de mama —primero redujo la situación a “tres casos puntuales”; luego las acusó de alarmismo y después cuestionó que actuaran movidas por intereses partidistas―. Este miércoles ha presentado su dimisión en medio del escándalo por el cribado de cáncer de mama, según ha anunciado Juan Manuel Moreno, presidente de la Comunidad, en una comparecencia ante los medios.
En el año largo que lleva en el cargo, los problemas se han acumulado por las largas listas de espera, la imputación de los tres gerentes del Servicio Andaluz de Salud por el supuesto abuso de los contratos sanitarios de emergencia, el segundo brote del virus del Nilo —que provocó 11 muertos en el verano de 2024— o las multitudinarias protestas ciudadanas y de los sindicatos por el deterioro de la sanidad pública y el incumplimiento del pacto de atención primaria. Y el aparente desapego y displicencia a la hora de abordar estos asuntos capitales para el Gobierno autonómico y la sociedad andaluza se ha convertido en una constante que ha sorprendido e incluso descolocado tanto a la oposición como a la bancada del PP y sus propios colegas en el Consejo de Gobierno.
“Puede parecer siesa o seca, pero es una buena gestora”, insisten estos días personas cercanas al presidente de la Junta, el popular Juan Manuel Moreno, para justificar que no vaya a ser cesada por el escándalo de los cribados. Fue precisamente su dilatada experiencia en cargos de gestión y dirección en atención primaria lo que determinó al presidente de la Junta a decantarse por ese perfil técnico e independiente para asumir el mando de una Consejería, la de Salud, que hasta julio de 2024 habían pilotado dos consejeros con un perfil marcadamente político —Jesús Aguirre y Catalina García, ambos del PP— y a quienes se achacaban fallos en la gestión de la única piedra en el zapato de las legislaturas de Moreno: la sanidad.
Cuando llegó a la consejería en julio de 2024, Hernández mantuvo contactos informales con los grupos de la oposición y se ofreció para ayudarles en lo que pudiera. El grupo Por Andalucía no tardó en pedirle que le echara una mano para desbloquear una cuestión, pero la respuesta de la consejera fue que presentaran una reclamación. Dejó helados a sus interlocutores.
Sin embargo, en todo este tiempo al frente de la Consejería de Salud, es precisamente cintura política lo que le exigen los sindicatos que se sientan con ella para negociar el desarrollo del pacto por la atención primaria, que firmó su sucesora, y lo que, desde el propio Gobierno de la Junta, se reconoce que le ha faltado a la hora de abordar la que ya se considera la mayor crisis de Moreno desde que llegó a la Junta: los fallos en el programa de cribados de cáncer de mama: “Como consejera se ha rodeado de un equipo bueno desde el punto de vista técnico. Pero el problema es que en la situación actual el sistema sanitario público andaluz necesita ir más allá de lo puramente técnico. Necesitamos una consejería que afronte este reto con un impulso político decidido, y esto es algo que, al menos por ahora, la actual consejera no está haciendo”, opina Rafael Ojeda, presidente del Sindicato Médico Andaluz.
Especializada en pediatría, Hernández ocupó cargos de gestión sanitaria en los centros sevillanos de El Viso del Alcor y La Algaba y fue subdirectora médica del Hospital de la Mujer y Hospital Infantil Virgen del Rocío de Sevilla, el mayor de Andalucía. Fue nombrada directora gerente del Distrito Sanitario de Atención Primaria Aljarafe-Sevilla Norte en marzo de 2019, pocos meses después de que Moreno llegara a la Junta y en junio de 2022 asumió la presidencia de la Sociedad Española de Directivos de Atención Primaria. Su paso por ese distrito sanitario no estuvo exento de complicaciones: el Aljarafe sevillano fue uno de los más afectados por la pandemia, debido al elevado número de residencias de mayores que alberga y que sufrieron brotes de covid; también ese fue el epicentro del primer brote del virus del Nilo y en uno de los municipios más afectados, Coria del Río, tuvo que atender a las denuncias de la asociación de los vecinos afectados por la fuga de hidrocarburos que emanan de los suelos contaminados por una gasolinera cercana. No guardan muy buen recuerdo de ella: “Minimizaba nuestras dolencias, decía que no había relación efecto-causa”, recuerda Rogelia Gómez, presidenta de la asociación, principal impulsora de la investigación penal que se sigue por esos vertidos y que recuerda que uno de los residentes tiene reconocida la baja laboral por los efectos de la inhalación del aire, cargado de gases tóxicos perniciosos para la salud, tal y como ha reconocido el informe de la Fiscalía de Medio Ambiente incorporado a la instrucción.
Médico por vocación
Hernández es médico por vocación, como insiste en las entrevistas que ha concedido. Constatar las desigualdades en la atención médica entre el poblado de Dumai, donde extraían muelas con un pobre generador cuando se iba la luz, y la de un hospital en Singapur, financiado con dinero estadounidense, durante los tres años —entre los 10 y los 13— en los que vivió en Indonesia, le determinó a trabajar siempre en la sanidad pública; la muerte del bebé que esperaba el bedel de su escuela con el que jugaba, le llevó dedicarse a la medicina. “Yo decía: ¿por qué estas diferencias? Por eso siempre trabajaré en el servicio público porque entiendo que hay que estar ahí de cara...”, dijo en una entrevista en Canal Sur Radio.
Una empatía de la que, hasta ahora, no ha hecho gala en sus comparecencias en el Parlamento, donde no se ha apeado de un tono monótono que no se altera ante las andanadas de la oposición o el cariz de los temas a tratar. “No me van a encontrar en la confrontación”, insiste siempre, y esa estrategia parece que ha servido para poner sordina a los debates sobre cuestiones sanitarias en el Parlamento. También lo ha utilizado en las escasas reuniones con los representantes de los profesionales sanitarios que ha mantenido, tres en total, si bien en este caso, su carácter indolente ha exasperado a sus interlocutores. Se ha reunido en tres ocasiones con los sindicatos. En la segunda les advirtió de que su equipo era distinto y que no le “competía” lo que otros habían firmado, en alusión al pacto de atención primaria suscrito en mayo de 2023. “Eso demuestra un desconocimiento absoluto del juego democrático y de lo que representan las instituciones”, sostiene Antonio Macías, responsable de Sanidad de UGT Andalucía. En la última, propiciada por el consejero de Administración Local y Función Pública, Antonio Nieto, se fue antes de tiempo, dejando solo al consejero con los sindicalistas. “Ha demostrado que no sabe lo que supone y representa dirigir el SAS. No es política, pero tampoco buena gestora. Es más inoperante que fría”, abunda Macías.
En el trato directo, tanto los parlamentarios del PP como los de la oposición, acusan esa flema hierática. “No tiene relación con nadie, con ningún grupo político”, coinciden distintos diputados consultados por este diario. Su carácter hermético desde luego que choca con el despreocupado y hasta excesivamente campechano que utilizaba Javier Aguirre —carne de memes— o el demasiado vehemente e incluso hostil, de Catalina García, un rasgo que no desagradaba del todo al Gobierno ni a los populares, confiados en que la experiencia en la gestión de Hernández iba a dar sus frutos. “Todas las reformas que se están poniendo en marcha se van a ver reflejadas, van a trascender”, decía un dirigente del partido andaluz en referencia, sobre todo, a los recortes en las listas de espera.
Pero ese aparente desapego, que puede funcionar para descolocar a la oposición, ha dejado tocada la imagen del Gobierno andaluz en el caso del cribado del cáncer de mama. La tensión del encuentro entre las representantes de Amama y la consejera del pasado jueves ha tenido casi la misma trascendencia que el objeto de la reunión en sí. Las mujeres han lamentado el tono de la consejera, que las amonestó por haberse reunido un día antes con el PSOE, y que, como en el caso de los vecinos afectados por los tóxicos de Coria, también minimizó su preocupación. El propio Moreno, concernido personalmente con el cáncer, porque su padre falleció víctima de un tumor, y que siempre se ha esforzado por mantener la naturalidad y cercanía con los ciudadanos, tuvo que corregir a su consejera e incidir en la preocupación de su Gobierno por el asunto y sobre todo el apoyo a las perjudicadas. “A cualquier mujer que tenga la expectativa de poder estar enferma de cáncer hay que tratarla con el máximo cariño y el máximo respeto. Y yo les digo a todas que cuentan con el cariño y el respaldo del Gobierno andaluz”, dijo respecto a que Hernández hubiera llamado alarmistas a las mujeres.
Hernández, sin apearse de su tono neutro, aseguró esta semana que no pensaba dimitir “porque era lo fácil”. Horas más tarde, el presidente de la Junta no descartaba depurar responsabilidades, aunque en San Telmo aseguraban también casi a la par que la consejera se iba a mantener al frente de una Consejería en la que Moreno no acaba de dar con la tecla: demasiado politizado cuando había que primar la gestión, y sin cintura política cuando es necesaria. A menos de nueve meses para las elecciones, esa indefinición se antoja un nuevo problema.