Normalizar los piojos para mejorar su prevención: “Es el insecto más democrático que existe”
La repulsa social y la desinformación hacen que las familias sufran en silencio un problema común como la pediculosis, mientras el parásito se hace resistente a químicos y crecen los centros especializados
“Estamos acostumbrados a convivir con los piojos todo el año”. Mercedes Ruiz, directora de un colegio de Sevilla, verbaliza lo que para la mayoría de familias de España es una realidad que sufren en silencio. En pleno siglo XXI la pediculosis —infestación por huevos o larvas de piojos— sigue viviéndose como un estigma asociado erróneamente al hacinamiento y la falta de higiene, e incluso como una infestación que avergüenza y de la que, por eso mismo, no se alerta, fav...
“Estamos acostumbrados a convivir con los piojos todo el año”. Mercedes Ruiz, directora de un colegio de Sevilla, verbaliza lo que para la mayoría de familias de España es una realidad que sufren en silencio. En pleno siglo XXI la pediculosis —infestación por huevos o larvas de piojos— sigue viviéndose como un estigma asociado erróneamente al hacinamiento y la falta de higiene, e incluso como una infestación que avergüenza y de la que, por eso mismo, no se alerta, favoreciendo así su expansión, no solo en los colegios sino en el resto del núcleo familiar.
El incorrecto seguimiento de los tratamientos ha hecho al parásito más resistente a los productos químicos, complicando su eliminación y convirtiéndolo en un foco de ansiedad ante el miedo al contagio. La clave, según los expertos, está en una prevención que debería ser impulsada y publicitada por las administraciones públicas a través de protocolos actualizados que normalicen su presencia en cualquier cabeza como un problema más de salud: “El piojo es el insecto más democrático que existe”, advierte Charo Montero, CEO de Kids & Nits, una franquicia de centros especializados en pediculosis.
“Este es un problema que preocupa mucho a las familias y que tratamos a menudo, especialmente en la vuelta al cole”, reconoce Pepe Serrano, miembro de la Asociación Española de Pediatría. Los piojos no transmiten ninguna enfermedad y eso provoca que muchas familias dilaten pasar por la consulta hasta que, de tanto rascarse, aparecen heridas en el cuero cabelludo. “Eso puede provocar infecciones”, advierte Serrano, que, no obstante, constata que la mayor preocupación que le trasladan los pacientes es la de cómo terminar rápidamente con la infestación.
La Sociedad Española de Farmacia Clínica y Comunitaria (Sefac), una de las instituciones que más ha trabajado sobre la pediculosis, también constata que este es un problema importante para las familias. “La aparición de piojos genera ansiedad y estrés”, advierte Ana Molinero, vicepresidenta de esta entidad. Esta era una de las principales conclusiones del estudio Percepción y hábitos de los padres y madres españoles ante la pediculosis, que Sefac realizo con CinfaSalud en 2022.
Los motivos, de acuerdo con Molinero, pasan por el miedo al contagio, sobre todo si hay bebés y niños pequeños en las casas —a los que no se les pueden aplicar los productos químicos para eliminarlos—; el engorro que supone seguir el tratamiento y la frustración si no se acaba con ellos, así como la angustia de que en el colegio puedan señalar a sus hijos o el trauma que les pueda crear a ellos si lo trasladan al centro, por la repulsa social que siguen generando los piojos. “Todos los padres, independientemente de la clase social, tienen el miedo a lo que piensen de sus hijos si lo comunican y prefieren sufrirlo en secreto, y cuando hay una infestación en una familia, muchas veces es un trauma”, sostiene la farmacéutica.
“La desinformación sigue estando muy extendida”, se lamenta Molinero, que aboga para cambiar esta percepción errónea con campañas de prevención que normalicen la pediculosis como un problema más de salud. “Igual que se hacen campañas para la vacunación, deberían hacerse en el caso de los piojos”. La vicepresidenta de la Sefac defiende que las administraciones desarrollen “protocolos claros, con medidas claras a tener en cuenta, que se distribuyeran a los padres en los colegios, a través de los grupos de WhatsApp; que estuvieran en las paredes de los centros de salud y en las farmacias...”. “Es importante ser muy ágiles en la detección y en la comunicación, porque de nada vale que un niño se aplique un tratamiento y llegue limpio al colegio, si allí hay otro que los tiene. El contagio continúa. Cuando los centros mandan circulares, normalmente ya no se puede prevenir”, advierte Molinero, sobre la trascendencia de informar sobre la presencia de pediculosis.
El negocio de eliminar piojos
Entre las medidas que deberían recogerse en esos protocolos, la farmacéutica aboga por advertir de la importancia de seguir correctamente con los tratamientos antipiojos, basados la mayoría de la permetrina, un compuesto químico. “Los tratamientos son efectivos, pero hay que cumplir las instrucciones y seguirlos a rajatabla, y eso es tedioso”, advierte.
Precisamente las consecuencias del abuso de estos tratamientos y en concreto de los tratamientos incompletos es el objeto del estudio que está realizando el grupo de investigación BIO338 del Departamento de Parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla, dirigido por la catedrática Cristina Cutilla y en el que participa Rocío Callejón. “Estamos haciendo estudios moleculares para detectar a nivel mutacional si en Andalucía hay resistencia a la permetrina, algo que ya se ha constatado en EE UU”, explica, sobre uno de los principales ejes de la investigación. El otro busca detectar si los piojos pueden llegar a tener capacidad de ser transmisores de patógenos. “El que tenemos en la cabeza no es transmisor, pero hay trabajos científicos que han mostrado que en su interior sí hay patógenos”, indica.
Callejón señala que ha sido el abuso de tratamientos incompletos con permetrina —no cumplir con los plazos previstos u olvidar repetir la aplicación pasada una semana— el que ha hecho “que evolucione la resistencia” de este insecto. De acuerdo con la investigadora, la resistencia de determinadas poblaciones de piojos a este químico haría a medio o largo plazo que fuera innecesario para muchas familias adquirir este tipo de productos, obligándolas a optar por otras alternativas. Algo por lo que ya se están decantando muchos españoles, a tenor de la expansión de los centros de tratamiento de pediculosis.
“De unos meses para acá estamos notando que tenemos una mayor demanda de inversores, de gente, sobre todo joven, que quiere montarse su propio centro”, reconoce Montero, cuya franquicia, que comenzó en 2012, tiene más de 50 locales por toda España. No se puede cuantificar el número total de este tipo de centros en España o el volumen de negocio que generan, porque no tienen un CNAE específico —están trabajando en ellos— y están inscritos en la categoría de Peluquería.
“El tratamiento en casa es muy tedioso y el problema es que los insecticidas sí matan los piojos, pero no acaban con los huevos y eso es lo que obliga a aplicar una segunda dosis a la semana, que es lo que tardan en nacer, pero ¿y si tardan más? No se puede estar eternamente aplicando productos antipiojos”. Montero ilustra, así, el calvario que supone la tarea de despiojar en los hogares, algo que antes hacían las abuelas y para lo que se requiere de una paciencia y un tiempo que ya no tenemos. “En los centros se aplican técnicas muy higiénicas y eficaces, que terminan con el insecto en una hora y luego te dan la garantía de volver a la semana para una revisión, es una rapidez que muchas familias agradecen y que cada vez buscan más”, abunda Ana Riestra, fundadora del Instituto Español de Pediculosis (IEP), una entidad que forma a los técnicos en pediculosis y les brinda asesoramiento para abrir sus propios centros.
Distintas técnicas
Aunque hay distintas técnicas, en la mayoría de estos centros, como precisa Riestra, “se realiza primero un barrido con lendreras profesionales, después se aplica un sistema de aspiración y por último se realiza una revisión exhaustiva con gafas lupa pelo a pelo”. Esperanza Retamera abrió su propio centro de pediculosis hace cuatro años en el barrio de Triana de Sevilla, después de haber estado trabajando otros cuatro en una franquicia. “Muchos vienen después de ver que tratar de quitar los piojos en casa es una batalla perdida, pero cada vez hay más clientes que acuden directamente porque no quieren complicarse la vida y, en mi caso, además tienen cuatro semanas de garantía de revisión por si vuelven a aparecer”, explica.
Su centro también sirve para romper muchos tabúes. Además de niños, cada vez son más las madres que también se realizan el tratamiento. “Pero sobre todo vienen abuelas, que pasan mucho tiempo con los pequeños. Las familias se van dando cuenta de que los piojos no solo los tienen los niños, aunque es lo más habitual porque son los que más interactúan y se juntan, es un insecto que tenemos todos los humanos. Cualquiera puede tener un piojo en la cabeza”, sostiene.
Tanto si se quitan en centros, como si se hacen con productos farmacéuticos o se investiga sobre ellos, todos los profesionales y expertos coinciden en la importancia de la prevención y la divulgación para controlar su expansión. Porque, como advierte Callejón, no tiene sentido una vacuna que pudiera erradicarlo “porque requiere un control de toda la población”, que las prevenciones y estigmas generalizados complican aún más. El grupo de Callejón y el IEP ofrecen charlas en colegios. “Aún hay chavales que creen que los piojos vuelan o que no saben que no hay que compartir peines o gorras”, dice Riestra.