La rendija por la que se coló la extrema derecha
¿Por qué se realizaron unas jornadas en el Congreso bajo el título: ‘Sobre ideología de género y denuncias falsas España/Argentina’?
La sala se llenó de palabras que ya nos sonaban. Se habló de ideología de género, de denuncias falsas, de malversación de fondos. Se reflotó el concepto de Síndrome de Alienación Parental ―que ya ha sido ampliamente descartado― y se habló de la criminalización de 23 millones de hombres españoles. El espacio fue la sala Ernest Lluch del Congreso de los Diputados, con el visto bueno del PP y el PSOE.
La pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué se realizaron unas jornadas bajo el título: Sobre ideología de género y denuncias falsas España/Argentina, que contraviene el Pacto de Estado contra la Violencia de Género de 2017?
Para llegar hasta aquí, hemos recorrido un camino, que ha hecho palatable un discurso de extrema derecha como el que mantiene Vox.
Primero, la necesaria exotización del fenómeno, con titulares tan excepcionales como “¿Dónde van los fascistas españoles de vacaciones?” o “Una noche de discoteca con el DJ Santiago Abascal y los cachorros de Vox”. Por esa rendija se coló el ideario. De ahí se popularizó la necesidad de que no “haya debates prohibidos”, y el señalamiento a una supuesta “superioridad moral de la izquierda woke”. No es casualidad que esas dos últimas expresiones las usen todos los representantes del partido, ya que es calcado a los programas de todos los partidos ultras europeos y varios discursos trumpistas.
El paso siguiente en la normalización de la ultraderecha es aplicar la teoría de los dos demonios a la actualidad española: la ultraderecha surge como respuesta a una supuesta ultraizquierda, que ha desbaratado de sentido al país. Para frenarla, hace falta volver a la tradición y el sentido común.
Y ahí entran las mujeres feministas. ¿Por qué la cruzada es contra el feminismo institucional? Desde el resurgimiento de la ultraderecha, la lucha de las mujeres por la igualdad es vista como una amenaza al orden porque cuestiona privilegios masculinos y abre espacio a diversidad sexual y de género. No es casual que en la jornada se mencionara el día internacional del orgullo LGTBIQ+, o los derechos de las personas trans. Todo lo que contravenga el modelo de familia natalista y jerárquico es visto como una amenaza. En momentos de crisis, además, es el enemigo perfecto ―junto al migrante, como demostraron las razias de Torre Pacheco― ya que moviliza votantes con resentimiento hacia cambios sociales.
Por supuesto, no se trata de un fenómeno único. Por algo se ha contado en la jornada con abogados argentinos que defienden la misma negación de la violencia machista y prefieren hablar de “violencia intrafamiliar”. Javier Milei ha hecho del feminismo su némesis, al que ha llamado “cáncer” en alguna ocasión y ha pulverizado los presupuestos en materia de igualdad. No está solo. La Italia de Meloni y la Hungría de Orbán son sus aliados más conocidos. También están los partidos ultraconservadores de Mexico, Polonia y Chile, entre otros.
Y así, la rendija se convirtió en brecha. La pregunta quizás sea por qué hemos permitido que se abra paso.