La ginecóloga llegó tarde al nacimiento de Chloe: indemnización récord para una niña con una discapacidad del 100%

El juez condena a la facultativa y al seguro médico privado Allianz a pagar casi 11 millones de euros a los padres de la pequeña, con parálisis cerebral por fallos de asistencia en el parto

Chloe con sus padres, Óscar Plá y Susana Espada, y su hermano Enzo en la casa de la familia en Minglanilla (Cuenca).Mònica Torres

Chloe es una “pequeña guerrera” de ocho años. Así la describe la cuenta de Instagram a través de la cual sus padres —mitad para darse fuerzas, mitad para ayudar a otras familias— cuentan cómo es el el día a día de una niña con parálisis cerebral y una discapacidad reconocida del 100%. En las fotos se la ve sonriente junto a su hermano Enzo, de cinco años. “Tienen una relación fascinante, no pueden estar más unidos. Son un equipo”, presume Susana Espada, su madre. En Minglanilla, el pueblo de 2.200 habitantes de la provincia de Cuenca donde vive, Chloe es “como una pequeña influencer, todo el mundo la conoce, todos se acercan a ver cómo le va, es una suerte vivir en un lugar así”, añade esta antigua directora de una oficina bancaria de Cajamar que, tras dar a luz, tuvo que dejar el trabajo para dedicarse por completo al cuidado de su hija.

Con enormes esfuerzos, y pese a todas las limitaciones, la familia ha logrado construir una vida apacible en torno a Chloe. Pero nada puede hacer olvidar lo ocurrido la mañana del 23 de septiembre de 2016, cuando una sucesión de negligencias hicieron que un parto que había empezado bien acabara teniendo un “resultado nefasto”, según recoge la sentencia que ha condenado a la ginecóloga Amparo Sanroma y al seguro médico privado Allianz a indemnizar a la familia con casi 11 millones de euros.

“El estado de la niña al nacer era lamentable, gravemente deprimida y sin esfuerzo respiratorio”, resume el fallo dictado por el Juzgado de Primera Instancia 44 de Madrid y que Allianz ha decidido no recurrir. La causa era una “gravísima hipoxia intraparto” —falta de oxígeno en el organismo— que provocó en Chloe una larga lista de secuelas: no puede caminar ni mover ninguna de las cuatro extremidades, tampoco tragar ni valerse por sí misma en ninguna función básica del día a día, sufre un retraso madurativo muy grave...

El importe es la suma de 4.734.169,62 euros de principal y 6.023.524,59 euros por intereses de demora, que se calculan desde la fecha en la que tuvieron lugar los hechos hasta el pago del principal. Esta es la segunda mayor indemnización dictada por un juzgado en España por una negligencia médica después de los casi 13 millones fallados el pasado mes de mayo por un juzgado de Santiago de Compostela, también en un episodio relacionado con lesiones en un parto.

En una respuesta por escrito a EL PAÍS, Allianz afirma que desea expresar el “más sentido pesar y el apoyo a la familia por las consecuencias y el dolor causado”, además de “reafirmar su compromiso con todas las obligaciones como aseguradora” mediante el pago de la mayor parte de la indemnización —el resto corresponde al seguro de la ginecóloga, W.R. Berkley España— y “redoblar los esfuerzos para evitar que situaciones tan lamentables y excepcionales como esta vuelvan a ocurrir”.

El abogado de la familia, Rafael Martín Bueno.INMA FLORES

La sentencia del caso es larga —270 páginas— y profusa en detalles. Pero ni siquiera así es capaz de dar una respuesta clara a dos cuestiones clave. “La primera es cómo pudo llegar a ocurrir. No es un parto en el que surgen complicaciones y el personal sanitario es incapaz de solventarlas. Es que es al revés. Todo iba bien. Si no hubieran hecho nada, Chloe hubiera nacido sana. Son las decisiones de la matrona y la ginecóloga, que ni siquiera está en el hospital hasta el último momento, las que causan todas las complicaciones”, lamenta el abogado de la familia, Rafael Martín Bueno.

La segunda cuestión resulta aún más chocante. La niña no nació fuera de un centro sanitario, ni en una pequeña clínica sin demasiados recursos. Lo hizo en el Hospital 9 de Octubre, un importante centro privado de Valencia con más de 200 camas, 41 puestos de UCI y 21 quirófanos. En la misma planta, a menos de 30 metros de la sala en la que las cosas se complicaban y el oxígeno dejaba de fluir hacia el cerebro de Chloe, había un servicio de urgencias equipado con todos los medios para intervenir y revertir la situación. “Pero no los avisaron. Ni la matrona que atendía el parto ni la ginecóloga que lo supervisaba por teléfono desde su trabajo en otro hospital fueron capaces de pedir ayuda”, censura Martin Bueno.

A Óscar Plá le “hierve la sangre” cada vez que piensa en ello. Es informático. Conoció a Susana hace 15, años cuando acudió a la oficina de Cajamar que ella dirigía a arreglar unos ordenadores. “Fui yo, que soy de Valencia, el que pensó que era una buena idea que Chloe naciera en el 9 de Octubre. Toda la vida, los niños bien de la ciudad han nacido en este hospital. Vivíamos en Minglanilla, pero como está a una hora en coche y teníamos seguro médico privado, pensamos que era una buena opción”, cuenta.

Rafael Martín Bueno lamenta la confusión que sufren las familias que deciden tener un hijo en la sanidad privada pensando en el hospital en el que van a dar a luz. “Este es un buen ejemplo. Tienes un seguro privado y te gusta el hospital. Entonces vas a una ginecóloga que pasa consulta en el centro y piensas que lo tienes todo. Pero, en realidad, ella solo tiene alquilada una consulta a la que va por las tardes, porque por la mañana trabaja en un hospital público, y subcontrata todo lo demás. De todo esto nadie se da cuenta hasta que pasa algo así”, explica el abogado. Esta es la razón por la que el juez ha exonerado de toda responsabilidad al 9 de Octubre: “Ninguna responsabilidad se ha acreditado del personal del hospital”.

Los padres de Chloe empezaron a ser conscientes de todo ello la misma noche del nacimiento de su hija. Cuando las contracciones empezaron a las cuatro de la madrugada, la pareja llamó al teléfono que la ginecóloga les había dado. “Ella les indicó que fuesen al hospital, pues estaba atendiendo otro parto en ese momento, con su matrona habitual, y que cuando llegasen, ella ya estaría allí”. Al llegar al 9 de Octubre, sin embargo, se encontraron con otra matrona, a cuyo cargo quedaron. En la sentencia se recoge que en el hospital había una ginecóloga de guardia, que compareció en el juicio como testigo y declaró que “nadie le avisó ese día, ni siquiera para valorar a la Sra. Espada” cuando empezaron los problemas.

Chloe ríe con su madre, Susana, en la habitación de la niña en la casa de la familia en Minglanilla.Mònica Torres

Según el expediente, la hora de hospitalización fue las 6.51, “constando como obstetra responsable” Amparo Sanroma, que ha declinado atender las peticiones que le ha hecho llegar este diario para recabar su versión. En las tres horas y media siguientes, según la sentencia, la asistencia recibida por Susana se alejó de la buena práctica médica en dos puntos clave.

El primero fue estimular el parto a pesar de que este presentaba hasta entonces una buena evolución. Esto se hizo mediante la rotura de la bolsa y la administración de oxitocina, algo que “incrementa el riesgo de una hiperdinamia, un aumento de contractilidad uterina” que puede desembocar en sufrimiento fetal, según explicó un perito en el juicio. El segundo, ignorar las repetidas señales de que Chloe efectivamente estaba sufriendo, al menos desde las 7.39 y hasta que la niña nació a las 10.25.

“Se produjo por todo lo expuesto, una lesión, inhabitual y desproporcionada [...] por negligencia tanto en la atención durante el parto, por parte de la matrona elegida por la ginecóloga, no vigilando adecuadamente el registro cardiotocográfico [control del feto], administrado indebidamente oxitocina y no avisando siquiera al ginecólogo de guardia inmediatamente ante las alteraciones existentes por sí [misma] o por indicación de la ginecóloga Dra. Sanroma”, resume en su parte final la sentencia.

Sobre la actuación de la ginecóloga, el juez añade que no “supervisó debidamente la actuación de la matrona en la fase de dilatación” ni tampoco examinó, al llegar al hospital a las 9.50, los registros que mostraban el sufrimiento fetal. “Esa negligencia le conduce además al error de no abreviar de forma inmediata el expulsivo [adelantar el parto], pues pese a existir ya un daño posiblemente irreversible, es evidente que ese nuevo retraso agravó aún más el daño y sus consecuencias”, concluye el juez.

Pese a que han ganado la sentencia en los tribunales, ni Rafael Martin Bueno ni la familia acaban con un buen sabor de boca del largo proceso judicial. “Es triste ver cómo unos padres que han pasado por algo así se ven obligados a pleitear. Además, siempre en inferioridad de condiciones, porque deberán buscar y elegir sin experiencia a un abogado que, a su vez se enfrentará a potentes equipos legales con todos los recursos. El resultado es que muchas negligencias quedan sin compensación alguna, los procesos son largos y provocan un gran desgaste emocional a los afectados”, cuenta el abogado.

“Es la victoria más amarga que te puedas imaginar”, confiesa por su parte Óscar. ”El dinero te da la tranquilidad de que podrás tener una casa en condiciones para la niña y pagar los carísimos tratamientos y aparatos que necesitará durante toda la vida. Pero no dejan de ser unos gastos que se cubren. Todo lo demás te deja abatido. Chloe no mejorará. La ginecóloga seguirá trabajando en el mismo sitio. Y no hemos conseguido cambiar absolutamente nada para evitar que esto pueda a ocurrir a otra familia”, concluye.

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