El deseo de Dorotea se hace realidad: ayudará a estudiantes con mucho talento pero sin dinero
Una bilbaína dona 2,8 millones de euros a la Fundación Adecco para becar a alumnos con altas capacidades en situación de vulnerabilidad social
Dorotea fue una de las tantas mujeres que, tras enviudar joven, tuvo que hacerse cargo de toda su familia en los duros años de la posguerra. “Era una mujer emprendedora, con altas capacidades, que logró sacarnos adelante con mucho esfuerzo y determinación”, recordaba su hija, Rosario Sáez Ruiz, ya fallecida. La misma firmeza de su madre fue la que le impulsó a acercarse a la Fundación Adecco. Sáez, sin embargo, no buscaba participar en sus programas de...
Dorotea fue una de las tantas mujeres que, tras enviudar joven, tuvo que hacerse cargo de toda su familia en los duros años de la posguerra. “Era una mujer emprendedora, con altas capacidades, que logró sacarnos adelante con mucho esfuerzo y determinación”, recordaba su hija, Rosario Sáez Ruiz, ya fallecida. La misma firmeza de su madre fue la que le impulsó a acercarse a la Fundación Adecco. Sáez, sin embargo, no buscaba participar en sus programas de acceso al mercado laboral. Su intención era bien distinta: quería ayudar a aquellas personas con altas capacidades que no pudieran canalizar su talento y sus objetivos profesionales por falta de recursos. “Al no tener hijos, esta bilbaína nos contactó porque buscaba dejar un legado en nombre de su madre”, explica el presidente de esta organización, Francisco Mesonero.
La benefactora quería “perpetuar los valores que le transmitió su madre y hacer cumplir en otras personas con altas capacidades lo que ella no pudo hacer”, señala. Sin hablar en ningún momento de cantidades económicas, las dos partes confeccionaron un programa de ayudas: Proyecto Dorotea. De esto hace 10 años ya. En enero de 2021, Sáez falleció a los 95 años y el notario comunicó lo recogido en el testamento. El legado ascendía a 2,8 millones de euros, “aunque esta cantidad puede fluctuar hasta los tres millones porque está en un fondo bancario”, reconoce Mesonero. La donante era una persona “muy amable y humilde que fue generando patrimonio con sus ahorros y, a su vez, rentas. Todo fruto de su esfuerzo”, según este responsable.
Ahora, la primera edición del proyecto ya está en marcha. Las solicitudes para optar a una de las becas del programa se pueden realizar hasta el próximo domingo, 23 de junio. Podrán acceder a ellas personas de 6 a 63 años, con certificado de altas capacidades o que presenten un excelente currículo académico, pero que no dispongan de los recursos necesarios para llevar a cabo sus estudios. Las ayudas contarán con seis modalidades y se prolongarán durante cinco ediciones, con una dotación cercana a los 480.000 euros cada una. Sus impulsores no solo buscan repartir ese presupuesto entre las personas elegidas, sino ofrecer una atención y un seguimiento de su recorrido formativo.
En España, varios estudios recientes establecen que uno de cada diez estudiantes puede tener altas capacidades. Sin embargo, los registros del Ministerio de Educación distan mucho de esta realidad: la cifra total de alumnado con altas capacidades ronda los 40.000, es decir, el 0,5 % del total de estudiantes matriculados en la actualidad. Hay muchos escolares sin detectar y, por tanto, sin recibir una educación personalizada.
Familias enteras con altas capacidades
La Fundación Adecco aún no tiene una estimación de cuántas solicitudes han recibido para estas becas, pero entre ellas, está la de Marcia Velázquez. El caso de su familia es singular. De sus tres hijos, dos tienen altas capacidades reconocidas. “Con quien más claro estuvo, fue con mi hijo mediano. ¡Empezó a leer con dos años! Más mayor, se focalizaba en temas muy concretos y mantenía conversaciones muy maduras para su edad”, rememora por teléfono esta hondureña que lleva 18 años residiendo en San Sebastián.
Su hermana mayor “pasó desapercibida en los primeros años de la escuela”, pero cuando comenzó la ESO llegaron las dudas, ya que las horas lectivas en el instituto eran suficientes para afrontar sus exámenes: “En casa, no necesitaba estudiar nada”. El sentimiento de “no encajar en el grupo de su clase” fue lo que le llevó a hacerse esas pruebas, explica su madre.
Con su tercera hija, tiene sospechas: “A la pequeña le ha tocado ser más independiente, pero llega a un punto de organizada que no es habitual para una niña de ocho años”. Incluso, esta madre —que obtuvo una beca de excelencia para estudiar un grado de Ciencias Ambientales en Estados Unidos, aunque luego no lo pudo convalidar en España— se ve reflejada en muchos de los comportamientos de sus hijos. Ella podría ser un caso más.
Esta familia monomarental no dispone de dinero para hacer más pruebas. Tras pasar por hostelería y como empleada del hogar, Velázquez trabaja en una asociación con mujeres en riesgo de vulnerabilidad: “Siendo madre sola, con tres hijos a mi cargo, 2.000 euros se me quedan cortos para llegar a fin de mes. Mucho más para apuntarles a cursos, extraescolares o un psicólogo que les ayude o les motive”.
Baja autoestima
Mesonero concreta que los menores con altas capacidades pueden acabar “con una autoestima muy baja, si el sistema no da respuesta a sus competencias y habilidades”. Sin la adecuada atención, “se pierde ese talento”: “De hecho, aunque se vean como un beneficio, las altas capacidades mal gestionadas suelen ser un obstáculo más en el desarrollo de una persona”.
Eso mismo le ocurrió al hijo pequeño de otra familia. El chaval, de 13 años, no encajó con la psicóloga del centro escolar y tuvo que recibir ayuda especializada. Su madre, Sara (ha pedido presentarla con un nombre ficticio para garantizar su privacidad), afirma: “Te ves en el desierto y necesitas a alguien que te dirija”, comenta. Esto supone un gasto extra para esta familia numerosa de Bilbao, más aún cuando su melliza tiene síndrome de Down y, por lo tanto, unas necesidades extra muy concretas, y otro hermano de 17 años también con capacidades potenciadas y trastorno del aprendizaje.
“Ojalá tuviéramos un centro especializado para este tipo de personas donde pudieran dar rienda suelta a su curiosidad y abrir más el foco”, anhela Sara, que también intuye poseer un intelecto superior a la media. Pide, para este tipo de casos con menores, una mayor proximidad con la Universidad y, por supuesto, ayudas de las instituciones públicas.
El Gobierno vasco no dispone actualmente de programas específicos para estos estudiantes. Únicamente, un servicio “para atender las necesidades de menores en desventaja social y con dificultades para continuar su proceso educativo”, detallan fuentes del departamento de Políticas Sociales. En el caso de las altas capacidades, los centros públicos cuentan con un protocolo para detectarlas y trabajarlas en el propio centro.
La iniciativa queda en manos de entidades privadas, al menos, en Euskadi. En caso de conseguir las becas del Proyecto Dorotea, los miembros de estas familias pasarán a formar parte de las 625.000 personas a las que ha atendido la Fundación Adecco en sus 25 años. Según sus propios números, han generado más de 105.000 empleos para personas que lo tienen difícil para acceder al mercado laboral.