El fin de las ayudas del Gobierno federal por la pandemia deja en Nueva York medio millón de nuevos pobres

El 25% de los menores de la ciudad, unos 600.000 niños, se hallaba en 2022 en situación de pobreza

Un niño acude con su padre a un banco de alimentos en el Bronx (Nueva York), en septiembre de 2022.SPENCER PLATT (GETTY IMAGES)

La Universidad de Columbia y la ONG Robin Hood rastrean la marginación en Nueva York, la ciudad de los milmillonarios y el coste estratosférico de la vida. A diferencia de otros informes, que se limitan a una visita concreta en un momento determinado, el denominado Rastreador de la Pobreza, un estudio pionero establecido en 2012, hace un seguimiento continuado de 4.000 hogares de la Gran Manzana, a lo largo de varias épocas del año, es decir, ofrece una perspectiva dinámica y evolutiva, para bien y para mal, del desamparo. Las conclusiones del último informe son descorazonadoras: casi dos mill...

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La Universidad de Columbia y la ONG Robin Hood rastrean la marginación en Nueva York, la ciudad de los milmillonarios y el coste estratosférico de la vida. A diferencia de otros informes, que se limitan a una visita concreta en un momento determinado, el denominado Rastreador de la Pobreza, un estudio pionero establecido en 2012, hace un seguimiento continuado de 4.000 hogares de la Gran Manzana, a lo largo de varias épocas del año, es decir, ofrece una perspectiva dinámica y evolutiva, para bien y para mal, del desamparo. Las conclusiones del último informe son descorazonadoras: casi dos millones de residentes, entre ellos uno de cada cuatro niños (600.000 menores), se hallaban en situación de pobreza en 2022, un aumento de medio millón de personas que supuso el mayor incremento en un solo año en una década. Por debajo de la línea de pobreza había 1,2 millones de adultos y 350.000 niños. La causa fundamental de esa oleada de nuevos pobres fue el fin de las ayudas del Gobierno para mitigar la pandemia.

En porcentajes, el 23% de los residentes de la ciudad vivían en la pobreza, definida como no poder afrontar necesidades básicas como vivienda y alimentación, según el estudio. En 2021, esa cifra era del 18%. Los estragos de la pandemia y, a continuación, la despiadada inflación, que disparó precisamente el precio de las rentas y la canasta básica, han puesto contra las cuerdas a un cuarto de la población total de la ciudad, de unos ocho millones de personas.

Una realidad de la que dan fe a diario las largas colas ante los comedores sociales y los bancos de alimentos: una imagen propia de la pandemia que, sin embargo, se ha perpetuado en el tiempo. De hecho, según el estudio, la afluencia a los bancos de alimentos se ha multiplicado por dos entre aquellos que experimentan penuria alimentaria, es decir, una realidad rayana en el hambre o cuando menos dificultad extrema para afrontar la compra más básica: en algunas zonas de la ciudad, como Lower Manhattan y Brooklyn, las colas aumentaban en 2022 hasta las 2.800 personas al mes, frente a las 500 antes de la pandemia.

Un tercio de los hogares de rentas más bajas han dejado de pagar al menos una mensualidad de alquiler, mientras que la mitad de los trabajadores menos cualificados han perdido su empleo. El efecto en los menores es atroz: el 71% de los padres con rentas más bajas manifestaron el año pasado su temor al fracaso o abandono escolar de sus hijos.

La principal razón del aumento de la pobreza, tanto en el resto del país como en Nueva York, fue el fin de las medidas adoptadas por el Gobierno federal durante la pandemia para afrontar el cierre de la economía y, en muchos casos, la pérdida de empleo, como la ampliación del crédito fiscal por hijos, la mejora del seguro de desempleo y los pagos en efectivo que ayudaban a las familias de bajos ingresos a hacer frente a los crecientes costes de la vida, según Christopher Wimer, director del Centro sobre Pobreza y Política Social de la Universidad de Columbia y coautor del informe. “Es desalentador. Tras varios años de reducción de la pobreza en la ciudad, vamos en dirección contraria”, declaró el experto en la presentación del informe.

La desigualdad se resiste a abandonar a las minorías: la pobreza definió en 2022 al 39% de los latinos y el 33% de los afroamericanos, frente al 18% de los blancos. Las disparidades también discriminan por género, ya que las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de no poder cubrir sus necesidades básicas. Según James Parrott, director del Centro Estudios de la Ciudad de Nueva York de la prestigiosa New School, una de las principales razones de estas brechas es la desigual recuperación del empleo.

Aunque la ciudad recuperó oficialmente en octubre todos los puestos de trabajo perdidos durante la pandemia, la teórica vuelta a la normalidad se ha producido en su mayoría en sectores mal pagados, como la asistencia sanitaria a domicilio, que paga a los trabajadores una media de 32.100 dólares al año (en 2022 el umbral de pobreza para una familia con dos hijos se situaba en 44.000 dólares y para un adulto solo, en 20.340 dólares). La renta media por hogar en Nueva York es de unos 75.000 dólares. Además, el sector minorista, que emplea a una mayoría de trabajadores negros, latinos y asiáticos, perdió más puestos de trabajo que cualquier otro. Pese a la recuperación de empleo, Nueva York multiplica por tres el índice de paro del país, más acusadamente además en el caso de las minorías: el año pasado la tasa media entre los neoyorquinos negros era del 9,3%, más del triple que entre los blancos (y que el conjunto de sus compatriotas).

Con todo, los datos de pobreza infantil son los más reseñables del informe, por dramáticos. El 25% de los menores que vivían en la pobreza en 2022 supone la tasa más elevada desde 2015, según el informe. Y representa también un fuerte retroceso con respecto a 2021, cuando la ampliación del programa federal de crédito fiscal por hijos redujo la pobreza infantil en la ciudad de Nueva York en un 30%. Fue una de las medidas estrella adoptadas por el Gobierno del presidente Joe Biden al arrancar su mandato, como plan de choque para combatir los estragos de la pandemia. Las ayudas terminaron en septiembre de 2021, al no prorrogar el Congreso las prestaciones.

Otro factor añadido que engorda las cifras de pobreza infantil es la carestía de los servicios de atención a la infancia, de manera que los padres -habitualmente las madres- se ven obligados a dejar su trabajo para cuidar de los hijos, al no poder asumir el gasto de una guardería. En el caso concreto de Nueva York, sometido a varios recortes presupuestarios este año, la disminución de las ayudas municipales al programa preescolar gratuito, el conocido como K, está dificultando que los padres lleguen a fin de mes, además de comprometer la educación de los menores.

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