Una canasta triple por la inclusión social en Vitoria
El equipo de baloncesto Baskonia Mixed Ability, formado por jugadores con y sin discapacidad intelectual, trata de romper barreras y aspira a jugar en una competición oficial
Asier López de Arcaute es médico en la cárcel alavesa de Zaballa y Aitor Cuesta trabaja como ayudante de cocina, pero se presenta como “poeta”. Ambos superan la treintena. El primero no tiene síndrome de Down; el segundo sí. Comparten la afición por el baloncesto y juegan en un equipo de reciente creación, Baskonia Mixed Ability de Vitoria, el único formado por personas con y sin discapacidad intelectual. Nuria Zapatero, la integradora social que coordina este proyecto, afirma que es “un modelo de integración y convivencia social. Varios clubes de otras comunidades e incluso de fuera de España...
Asier López de Arcaute es médico en la cárcel alavesa de Zaballa y Aitor Cuesta trabaja como ayudante de cocina, pero se presenta como “poeta”. Ambos superan la treintena. El primero no tiene síndrome de Down; el segundo sí. Comparten la afición por el baloncesto y juegan en un equipo de reciente creación, Baskonia Mixed Ability de Vitoria, el único formado por personas con y sin discapacidad intelectual. Nuria Zapatero, la integradora social que coordina este proyecto, afirma que es “un modelo de integración y convivencia social. Varios clubes de otras comunidades e incluso de fuera de España, como la ciudad de Toronto, se han fijado en nosotros y quieren replicarlo”. Son dos equipos, uno femenino y otro masculino, compuestos por 20 jugadores cada uno, a partes iguales entre quienes tienen un trastorno genético y los que no lo padecen. Todos los miércoles se entrenan en las canchas del centro cívico Aldabe de la capital vasca y su gran sueño es participar como club en una competición oficial.
Baskonia Mixed Ability es un proyecto auspiciado por la Fundación 5+11 del club baskonista y está respaldado por el movimiento IMAS España, que promueve la inclusión a través del deporte. “Lo que practica este grupo de gente”, explica el educador de IMAS David Izquierdo, “es deporte a secas, baloncesto sin adjetivos”. “El deporte, en este caso el baloncesto, es la herramienta para lograr la plena inclusión social de toda la ciudadanía, tengan o no una discapacidad intelectual”, remacha. Es una experiencia educativa y pedagógica contra la exclusión. El componente humano se impone al estrictamente deportivo. Está concebido, apostilla Zapatero, para que todos los integrantes “jueguen de igual a igual, se conozcan, se relacionen en la cancha y también cuando salen a tomar unas cañas o se van a cenar”.
Alberto Aguirre tiene una alteración del cromosoma 21: “Para mí, somos una gran familia en la que todos me quieren y esto lo agradezco mucho”, dice. Aitor Cuesta, el poeta (publicó en 2013 el libro de poesías Una virtud dentro de un baúl), es “el filigranas” que dirige el juego del equipo y le gusta que le llamen “Howard”, como el base del Baskonia: “Lo que más me gusta es sudar en los entrenamientos”, explica. “Lo importante es tener buen carácter con la gente y dar el 100% en lo que se hace. En la vida hay que esforzarse para conseguir los retos”. Están encantados de vestir la misma camiseta que otras personas que no tienen síndrome de Down. Dorleta de la Presa, responsable de la escuela de valores 5+11 de Baskonia, ejerce de enlace entre el club de baloncesto y estos dos equipos de habilidades mixtas. Destaca que el proyecto de juntar a personas con capacidades diversas “tiene como fin cambiar radicalmente la forma de entender el deporte y conseguir una sociedad más justa, equitativa e igualitaria”. Baskonia destina al año cerca de 6.000 euros para costear los gastos de estos dos equipos.
En diciembre de 2021 echó a andar Baskonia Mixed Ability. Zapatero venía trabajando desde 2014 con personas con discapacidad intelectual junto con la Fundación Down Araba-Isabel Orbe. Durante la pandemia por la covid-19 quiso dar un paso adelante. Se fijó en una experiencia similar basada en el modelo Mixed Ability que impulsaba el club Gaztedi de rugby con jugadores con habilidades diversas, para favorecer la calidad de vida de las personas que lo practicaban y sus entornos. Pidió ayuda y consejo a IMAS para trasladarlo al baloncesto. El boca a boca ha hecho que una veintena de personas sin discapacidad se hayan sumado al proyecto. Álvaro Ogueta, Congui, informático en la planta de Mercedes, es uno de ellos: “Es una forma de compartir vivencias con un grupo humano increíble”, valora. “Yo intento aportar mi granito de arena, pero recibo el doble de ellos”. Ignacio Pérez de Zabalza reconoce que ha cambiado “totalmente” la perspectiva que tenía: “Son muy generosos y cariñosos. Es una lección de vida para mí. Yo pensaba que iba a ser más difícil, pero aprenden igual de rápido y además son mucho más agradecidos”, dice, aludiendo a sus compañeros con síndrome de Down.
El año pasado jugaron cinco partidos amistosos. No importa si ganaron o perdieron. “Para ellos el triunfo es jugar juntos a baloncesto. La magia es que se sienten protagonistas de lo que hacen”, asegura la integradora social. El último lo disputaron contra el club Larrain en el pabellón Fernando Buesa, donde juegan las grandes figuras del Baskonia. Para la ocasión diseñaron un cartel al estilo de los grandes encuentros que los azulgrana juegan en la Euroliga. Ana Mari García y Ander Ramírez son los entrenadores de los equipos femenino y masculino, respectivamente. Ella recuerda que al comienzo “tenían muchos miedos” y agachaban la cabeza cuando tiraban a canasta o les molestaban los gritos y el ruido que hace el balón al botar: “Ha habido una evolución increíble; la experiencia es maravillosa”.
“Los jugadores que no tienen una discapacidad no cumplen en el equipo una función de monitor, educador o cuidador”, aclara Izquierdo. “Son un compañero más. El objetivo es que esa convivencia mejore los valores de la persona. Es una relación en lo deportivo y también en lo personal. El apoyo que reciben unos y otros se da dentro y fuera de la cancha, siempre que mantenemos una actividad deportiva o social”. Maider Alonso tiene 16 años (solo hay dos menores de edad en el grupo) y una discapacidad intelectual: “Dejé el bádminton porque no se juega en equipo y vine aquí para probar. Le dije a mi padre que quería seguir porque en equipo nos ayudamos unos a otros. Lo importante es participar y pasarlo bien”. Izquierdo destaca “los beneficios del impacto en la calidad de vida de todas las personas que se involucran en el Baskonia Mixed Ability, como la inclusión, la educación, el desarrollo personal y social, más derechos y mucho futuro”, valores estos recogidos en la agenda 2030 que impulsa la ONU.
Baskonia Mixed Ability ha sido seleccionado como uno de los cinco proyectos finalistas en España del programa Liga Endesa del Corazón, que promueve la transformación social a través de valores del baloncesto como la igualdad, la sostenibilidad, el compañerismo y el esfuerzo. Los responsables del equipo vitoriano quieren ir más allá y dar el salto a la competición oficial, porque “no debe haber barreras que impidan nuestra participación en igualdad de condiciones”, afirma Zapatero. Para llegar a eso, añade, quieren madurar más el proyecto y fortalecer su estructura con un mayor presupuesto, la contratación de un preparador físico, aumentar los días de entrenamientos... “Si queremos ser ejemplo de deporte inclusivo y que esto se repita en otras ciudades, necesitamos la implicación de los jugadores, de sus familias, del club Baskonia. Hemos parido una fórmula que funciona y ahora hay que criarla bien. No tenemos prisa y daremos el paso cuando estemos preparados”, añade la integradora social. Su deseo es que al grupo se incorporen personas con autismo, daño cerebral... “Hay que mezclar, porque así se consigue la inclusión. Tiene que ser mixto; lo contrario es favorecer la segregación y la guetización de las personas con discapacidad”, enfatiza Zapatero.
El 1 de febrero tienen programado un partido amistoso en la cárcel de Zaballa contra un equipo formado por reclusos. Este pasado miércoles, al terminar el entrenamiento preparatorio para esa cita, el entrenador Ramírez reunió en un corro a todos los jugadores y les dirigió estas palabras: “Somos un equipo, ¿de acuerdo? Aquí venimos a jugar todos juntos. Así va a funcionar todo mejor y vamos a irnos a casa más contentos. Estamos para ayudarnos unos a otros. Hemos hecho un buen entrenamiento”. De pronto, todos juntaron sus manos en el centro y gritaron: “Bat, bi, hiru. Baskonia”.