Las farmacias de zonas rurales ayudan a frenar la despoblación: “Actuamos como un servicio público”
Un estudio del Consejo General de Colegios Farmacéuticos alerta de las dificultades económicas que atraviesan los boticarios en pueblos pequeños para continuar con su actividad esencial
Para Antonio Ramos, residir en un pueblo tiene muchas ventajas, aunque de joven se imaginara viviendo en una ciudad grande. La gente se conoce, se ayuda, y la buena voluntad se honra con detalles. “Para agradecerme mi trabajo, a veces me traen, por ejemplo, tomates. Creo que eso no pasa en las ciudades, es cuestión de cercanía. Y eso que lo único que hago es lo que me exige mi ejercicio profesional”, relata. El municipio de unos 3.000 habitantes en el que reside, M...
Para Antonio Ramos, residir en un pueblo tiene muchas ventajas, aunque de joven se imaginara viviendo en una ciudad grande. La gente se conoce, se ayuda, y la buena voluntad se honra con detalles. “Para agradecerme mi trabajo, a veces me traen, por ejemplo, tomates. Creo que eso no pasa en las ciudades, es cuestión de cercanía. Y eso que lo único que hago es lo que me exige mi ejercicio profesional”, relata. El municipio de unos 3.000 habitantes en el que reside, Mallén, en la comarca zaragozana de Campo de Borja, tiene además otro valioso punto a favor: una farmacia, que él regenta.
Ramos atiende mayoritariamente a los malleneros, pero también se acercan de pequeños pueblos aledaños en los que no cuentan con una farmacia. “Cuando en Navarra es fiesta, algunos vienen hasta aquí. Cuando es festivo en Aragón, al revés”, cuenta el boticario. En España hay 22.198 farmacias. Más de 4.400 de ellas están ubicadas en municipios rurales de pequeño tamaño, y prestan atención a unos 5,6 millones de personas residentes en estos territorios, según un informe presentado esta semana por Analistas Financieros Internacionales (Afi) para el Consejo General de Colegios Farmacéuticos.
El estudio recoge la situación de comunidades como Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón, que concentran el 63,5% del total de municipios rurales de pequeño tamaño, aquellos que tienen menos de 5.000 habitantes, como es el caso de Mallén. También contienen el 72% de los micromunicipios con menos de 800 habitantes. El informe revela la importancia que tienen las farmacias que se encuentran en los pueblos como garantes de sanidad para frenar la despoblación. “Los municipios rurales con una farmacia registraron una menor pérdida de población en edad de trabajar y de población femenina respecto a aquellos que no tienen”, expuso Diego Vizcaíno, socio director de la consultora Afi, en la Jornada Farmacia de Cohesión Social y Salud Pública celebrada este martes. Para Ramos, que lleva toda su vida profesional dirigiendo una de ellas, la explicación es lógica: “Cuantos más servicios tiene una población, más fácil es que la gente se quede. Si no hay banco, la cobertura de internet es fatal, el médico pasa cada dos días y no hay farmacia, la gente puede plantearse marchar a un entorno urbano”.
Los farmacéuticos que prestan servicio en micromunicipios rurales, aquellos en los que habitan menos de 800 personas, facturan solo una tercera parte de lo que ingresan las que se encuentran en pueblos de entre 3.000 y 5.000 habitantes, según los resultados del estudio. Ofrecen los mismos servicios que las de áreas urbanas, pero muchas atraviesan situaciones económicas complicadas debido a los problemas demográficos. “Es verdad que, a nivel rural, hay farmacias en pueblos tan, tan pequeños que no son rentables, y pasan apuros”, apunta Ramos. El 83,4% de las farmacias en situación de Viabilidad Económica Comprometida (VEC), como se denomina a aquellas que reciben una ayuda del Ministerio de Sanidad debido a sus dificultades económicas, se encuentran en municipios rurales de pequeño tamaño. “Se puede mirar de dos formas: como un sacrificio por parte del facultativo, o considerarlo parte de un servicio público”, añade el farmacéutico.
La cobertura territorial de las farmacias comunitarias en el entorno español es realmente muy extensa, y se distingue por tener una gran capilaridad. El 90% de los residentes en municipios rurales cuenta con el servicio de una farmacia en su municipio, según el informe. “Esta red se ha convertido en un espejo en el que se miran muchos países por su importante avance asistencial y su excelente distribución por todo el territorio nacional.”, expresó este martes Raquel Martínez, secretaria general del Consejo de Colegios Farmacéuticos, que incidió en que estos profesionales prestan una actividad de servicio público.
El impacto económico de las farmacias de pequeños núcleos ascendió en 2020 hasta los casi 1.600 millones de euros anuales, y un 32% de ellos provino de la actividad de las que se encuentran en micromunicipios de menos de 800 habitantes. Esto representa el 0,16% del Valor Añadido Total generado ese año por la economía española. Se crearon más de 23.600 puestos de trabajo, lo que contribuyó a frenar la despoblación y a potenciar su desarrollo socioeconómico.
Sin embargo, estos facultativos se enfrentan a un servicio con falta de recursos, “prestando en muchas ocasiones asistencia permanente y de forma continuada, con un elevado número de guardias que no implican una remuneración adicional”, según informó la secretaria general. Ramos especifica que las farmacias pequeñas pueden enfrentarse a un problema de stock, aunque lo considera un inconveniente menor: “La cadena de distribución funciona muy bien. Yo tengo dos pedidos al día, pero podría tener tres. Si no tengo un medicamento por la mañana, probablemente lo pueda repartir ya por la tarde, es rápido”.
El Consejo destacó también el papel social y el valor emocional de tener una farmacia. “Son servicios de gran calidad, de asistencia personalizada para los usuarios que, probablemente, sean los más vulnerables de la sociedad”, insistió Vizcaíno. Ramos cuenta que conoce a prácticamente todos sus clientes a nivel personal y que, cuando no hay mucha cola, se quedan un buen rato a charlar. Esto le permite prestar un servicio de consejo sanitario, y “ayudar a un paciente a decidir si ir a urgencias, si pedir cita para el médico de atención primaria o si simplemente se puede curar en casa”.
El Consejo destacó el papel de estos facultativos, “que conocen a la perfección las pautas médicas de sus usuarios”, y cuya función “no se reduce únicamente a la administración de medicamentos”, con un gran trabajo también a nivel psicológico. “Yo creo que todavía se podría hacer bastante más. Sinceramente en el trabajo del día a día se pierden muchas de las capacidades del farmacéutico, que también son parte de la profesión”, reconoce el farmacéutico de Mallén. Entre las ventajas del pueblo frente a la urbe, Ramos destaca la ausencia de competencia desleal en el pueblo. “Ocurre en muchos sectores, y en este también. En las ciudades hay que pelearse más con este tipo de competencia al haber más farmacéuticos que, por ejemplo, dispensan medicamentos sin receta”, explica. “Entre las cosas malas está que, claro, como nos conocemos, siempre estoy dispuesto a prestar un medicamento bajo la promesa de que me devolverán el dinero. No sé si eso de dejar a deber pasa en una gran ciudad”, bromea.