El paraíso de Marbella fue un infierno para Natalia: “Tenía mucho miedo”
Su expareja le cortó la cabeza, las manos y le rajó al abdomen antes de lanzarla al mar. Ahora su familia pide ayuda para repatriar el cadáver
La playa Real de Zaragoza, unos siete kilómetros al este del casco urbano de Marbella, es un pequeño paraíso. Está retirada del ruido y apenas hay construcciones a su alrededor. El viernes, la temperatura rondaba allí los 12 grados al amanecer. El Mediterráneo parecía una balsa de aceite y numerosas personas paseaban por el rebalaje junto a las últimas dunas de la Costa del Sol. Unas horas antes, Leonel H., un hombre de 45 años y nacionalidad colombiana, ...
La playa Real de Zaragoza, unos siete kilómetros al este del casco urbano de Marbella, es un pequeño paraíso. Está retirada del ruido y apenas hay construcciones a su alrededor. El viernes, la temperatura rondaba allí los 12 grados al amanecer. El Mediterráneo parecía una balsa de aceite y numerosas personas paseaban por el rebalaje junto a las últimas dunas de la Costa del Sol. Unas horas antes, Leonel H., un hombre de 45 años y nacionalidad colombiana, explicaba cómo, allí mismo, había matado a su exnovia, Natalia. La decapitó, le cortó las manos y le rajó el abdomen. Con gestos precisos, indicó a la policía cómo luego lanzó cada parte al mar. Un crimen espantoso, el quinto de violencia machista en lo que va de año, que él mismo ha confesado. Ya está en prisión.
La pareja se conoció la primavera pasada. Nacida en Cali hace 46 años, Natalia viajó a Marbella desde Colombia hace un lustro con el objetivo de ayudar a sus dos hijos, hoy veinteañeros, que se quedaron allí. Estudió enfermería. En España ha trabajado como limpiadora y en el servicio doméstico. Nacido en Bugalagrande —unos 100 kilómetros al norte de Cali— él viajó a Marbella para trabajar en la obra a principios del año pasado. En junio comenzaron una relación que mantuvieron cinco meses, hasta que en noviembre ella decidió romper el compromiso cuando comprobó su carácter violento. “Ella era muy devota y quería primero casarse antes de entregarse a él”, recordaba este sábado su sobrina, Karen Etayo, a Europa Press. “A él no le gustó y comenzó a acosarla”, añadió. La situación fue a más en diciembre y ella lo denunció. “Mi tía se armó de valor”, relató Etayo. “Ella le contaba a mi abuela que tenía mucho miedo”, relató la sobrina.
El día 19 de diciembre, sobre las 18.00, Leonel golpeó a Natalia. Fue “un cabezazo en la nariz que le causó lesiones” durante una discusión, según consta en la sentencia dictada solo dos días más tarde por el juzgado de violencia sobre la mujer número 1 de Marbella. La magistrada acordó prohibirle la comunicación con su expareja o acercarse a menos de 500 metros de ella durante 16 meses. La condena incluía seis meses de prisión, que quedaron suspendidos durante dos años bajo el compromiso de que Leonel no cometiese ningún delito ni quebrantase la orden de alejamiento. No tardó en incumplir: poco después la llamó para amenazarla. “Si lo hubieran dejado en la cárcel, ella estaría aún con nosotros”, lamentó su sobrina, que ha publicado un vídeo en redes sociales pidiendo ayuda para repatriar el cuerpo a Colombia. Según La Opinión de Málaga, la víctima contaba con la protección más baja de VioGen, sin medidas específicas de protección policial. Según los datos del Ministerio del Interior, hay 75.140 mujeres víctimas de violencia machista bajo seguimiento.
El pasado fin de semana, Leonel trasladó a Natalia hasta las inmediaciones de la playa Real de Zaragoza con ayuda de un amigo. Le cortó la cabeza, las manos, le rajó el abdomen y la tiró al mar. Quería dificultar su identificación. El cadáver fue hallado a primera hora de la tarde del domingo por unos comensales del restaurante Club 200, ubicado en la playa de Las Cañas, a tres kilómetros desde el punto donde fue arrojado. Es el tramo de costa que el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil peina desde el jueves en busca de los restos de Natalia. “Es una tarea compleja”, explicaba un agente mientras sus compañeros realizaban con lentitud un recorrido de líneas paralelas a la costa a bordo de una zódiac acompañada por una patrullera. La embarcación tiraba de un buzo —había cinco, que se iban turnando— bajo el agua. Uno de ellos, tras salir a tierra, torcía el gesto ante la dificultad. La zona es de poca profundidad y buena visibilidad, pero demasiado amplia, indicaba. El trabajo continuará los próximos días.
Dos investigaciones que eran una
Con lentitud y la mirada puesta en el suelo, una agente de la Guardia Civil caminaba por las dunas en busca de algún vestigio este viernes. Katrine, francesa que pase cada día por esta zona, la observaba mientras contaba el viernes la sorpresa que se llevó el día anterior cuando vio a numerosos efectivos de la Policía Nacional rastreando el mismo lugar. “Es un lugar muy tranquilo, quizá por eso lo eligió”, subrayaba. Operarios de limpieza y varios pescadores señalaban que el hallazgo del cadáver no les había sorprendido. “Esto es Marbella”, resumía uno de ellos. Territorio de ajustes de cuentas entre organizaciones de narcotráfico, las noticias de tiroteos, asesinatos, secuestros o torturas se han asumido como normales. En 2010, unos senderistas encontraron el cadáver de un hombre con la cabeza cubierta por una bolsa de plástico y un corte en la barriga cosido con hilo de pescar: le habían sacado la droga que llevaba dentro.
La relación del cuerpo con el narcotráfico fue una de las primeras hipótesis policiales. Duró poco. Horas después del hallazgo, un hermano de Natalia acudió a comisaría. Había visto un vídeo subido a redes sociales y creyó reconocer a su hermana. Apuntó directamente a Leonel, sobre el que recaía una orden de alejamiento. La Comisaría de Marbella preparó un dispositivo y lo detuvo a primera hora del lunes bajo la premisa de que había incumplido la orden de alejamiento. Entonces se señalaba que había dos investigaciones paralelas: una para averiguar el paradero de Natalia dirigida por la Policía Nacional y otra para identificar el cadáver liderada por la Guardia Civil. La realidad es que siempre estuvieron unidas y Leonel era el principal sospechoso.
Él negó su relación con el crimen. Hasta que el miércoles, poco antes de que se cumplieran las 72 horas tras su detención, confesó haberla matado. A última hora de la tarde la policía lo llevó a la playa para reconstruir lo sucedido. Al día siguiente, el jueves, el juez dictó su ingreso en prisión por la mañana por un delito de asesinato. Poco después, pasadas las 15.00, la Guardia Civil informaba que las pruebas de ADN practicadas al cadáver encontrado en el mar era el de Natalia. A esa hora, a las puertas de los juzgados de Marbella, la policía paseaba frente a la prensa al autor confeso del crimen. “¡Asesino!”, gritaban los pocos vecinos presentes. Su amigo, investigado por cooperación en un delito de asesinato, ha quedado en libertad bajo fianza. Su furgoneta fue localizada e intervenida en Madrid. La causa ha sido declarada secreta por el juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Marbella, encargado de un caso que ha durado una semana.
“Algo no se está haciendo bien”
Este viernes la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, guardó un minuto de silencio frente a las puertas del ayuntamiento junto a buena parte de la corporación municipal. Le acompañaban numerosos miembros de la Policía Local, Policía Nacional y Guardia Civil, todos hombres. La regidora aprovechó para lanzar una crítica al Gobierno pidiendo “medidas adicionales que eviten este tipo de comportamientos”. “La sociedad está escandalizada por unas cifras que son inasumibles. Hay que replantearse que algo no se está haciendo bien cuando, a pesar de que se pretende decir que hay una política de Estado en este ámbito, los datos siguen creciendo año tras año”, sentenció.
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 52 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.