Análisis

Hace tres meses esto era impensable

España llega muy tarde a la búsqueda de la verdad sobre la pederastia en la Iglesia. Ojalá llegue tarde y al menos bien. Porque la comisión de investigación aprobada en el Congreso es solo el principio y está todo por hacer

Fotografías de víctimas de abusos en la Iglesia que han aparecido en EL PAÍS en los últimos tres años.

Una institución pública investigará la pederastia en la Iglesia católica española, un paso insólito que era impensable hace solo tres meses. Fue entonces cuando este diario hizo público un informe con 251 casos de abusos, después de tres años de trabajo, que obligó a la jerarquía eclesiástica a afrontar una investigación que nunca quiso hacer. Y arrastró a la política a abordar un problema que siempre prefirió e...

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Una institución pública investigará la pederastia en la Iglesia católica española, un paso insólito que era impensable hace solo tres meses. Fue entonces cuando este diario hizo público un informe con 251 casos de abusos, después de tres años de trabajo, que obligó a la jerarquía eclesiástica a afrontar una investigación que nunca quiso hacer. Y arrastró a la política a abordar un problema que siempre prefirió evitar. De no haber nada, ahora hay tres investigaciones: la de la Iglesia, la que encargó a un bufete y la que ahora se pone en marcha con el Defensor del Pueblo. Esta es la más importante, también porque el Congreso la ha aprobado por abrumadora mayoría. Debe reconocerse el mérito de los tres primeros partidos que arrastraron a los demás a actuar: Unidas Podemos, ERC y EH Bildu. Es una gran noticia que PP y Ciudadanos hayan apoyado la iniciativa pues así cae uno de los principales obstáculos para cambiar la percepción pública de esta lacra: ya no es una cuestión ideológica, sino de delitos impunes. Contra la idea de que era solo una manía persecutoria de un periódico con prejuicios anticlericales. Esa ha sido la línea dominante en la Iglesia y medios conservadores. Pero el viraje en la toma de conciencia del escándalo ya es un hecho.

España llega muy tarde. Ojalá llegue tarde y al menos bien. Porque esto es solo el principio y está todo por hacer. Aún no sabemos nada de esa comisión, y su credibilidad dependerá de los detalles: qué expertos convocará, cuánto tiempo dedicarán, con qué presupuesto y, sobre todo, si van a escuchar a todas las víctimas que lo deseen. En otros países han sido miles y llevaría años. Es decir, debe ser un plan ambicioso y convincente. Lo contrario será una oportunidad perdida, y las víctimas no se lo pueden permitir, es su última esperanza de que se sepa la verdad.

Para que el clima social cambie completamente, si no ya por mera elegancia, sería deseable un reconocimiento de la jerarquía eclesiástica del trabajo de los medios, pues sin él nada de esto habría ocurrido. No es un ataque del que se tiene que defender, es solo un secreto terrible que debe terminar. Y aún tiene que aclarar si va a colaborar con la investigación pública. En Italia, el Vaticano siempre había guardado silencio sobre la mafia y la primera vez que Juan Pablo II se atrevió a condenarla fue tras visitar a los padres de un juez asesinado por Cosa Nostra. Le impresionó una frase suya: “Dios no nos preguntará si hemos sido creyentes, sino si hemos sido creíbles”.

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