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¿Es posible tratar (y prevenir) la DMAE?

El 14 de octubre es el Día Mundial de la Visión. La degeneración macular asociada a la edad es la causa más frecuente de ceguera en mayores de 50 años. La detección temprana de este ‘eclipse en el ojo’, antes incluso de que haya síntomas, es fundamental para evitar su progresión

Unas 700.000 personas en España sufren esta enfermedad, que afecta a la zona de la retina que permite la visión más precisa.Getty Images/iStock

Esta semana, El conde de Montecristo. La pasada, Rojo y Negro. Durante toda su vida, desde que era niño, Ignacio ha sido un lector voraz. Pero ahora, a sus 77 años, ha tenido que dejar la lectura y rendirse a los audiolibros. Tiene degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad oftalmológica que ha puesto una mancha negra en el centro de todo cuanto ve. “Primero comencé a leer en tableta y libro electrónico para poder subir el cuerpo de letra, pero, progresivamente, esa mancha se ha ido extendiendo, como el chapapote, y leer me cuesta demasiado trabajo. He visto reducida mi calidad de vida, pero gracias a los tratamientos no he perdido por completo la visión. Es como tener un eclipse en el ojo”.

El nombre de esta enfermedad ya la define: es una patología degenerativa, es decir, su tendencia natural es ir empeorando con el transcurso del tiempo; afecta a la mácula, que es la zona central de la retina, la que nos permite la visión más precisa, la visión de los detalles; y se asocia a la edad: suele aparecer en personas mayores de 50 años y su incidencia va aumentando a medida que cumplimos años. De hecho, la DMAE es la causa más frecuente de pérdida visual severa en personas con edad superior a 50 años en el mundo occidental. Actualmente en España se estima que afecta a 700.000 personas.

He visto reducida mi calidad de vida, pero gracias a los tratamientos no he perdido por completo la visión. Es como tener un eclipse en el ojo
Ignacio, paciente con DMAE

“Debido al aumento de la esperanza de vida, la DMAE ha pasado de ser un problema visual poco frecuente a convertirse en un auténtico problema sociosanitario”, explica la doctora Marta Figueroa, directora de la Unidad de Retina de la Clínica Baviera. “Las personas mayores afectadas pueden sufrir importantes problemas visuales que les incapacitan en su vida diaria, lo que ocasiona grandes trastornos para ellos y sus familiares”.

Síntomas tardíos

“Nunca he hecho mucho caso a lo de hacer revisiones periódicas. No fui al oculista hasta que no empecé a tener problemas de visión. Y, cuando me vieron, me dijeron que la enfermedad ya había progresado bastante”, recuerda Ignacio. El suyo es un caso habitual: al igual que en otras enfermedades de la retina, la DMAE no suele dar síntomas hasta que no se encuentra en fases avanzadas. Pero, aunque la persona no sienta nada, la patología ya está ahí y puede detectarse en una revisión, explica la doctora Figueroa: “En las fases iniciales de la enfermedad, cuando todavía no hay síntomas, se forman unos pequeños depósitos debajo de la retina que se llaman drusas. Estas drusas suelen ir aumentando en número con la edad”.

La aparición de los síntomas no es igual en todos los pacientes, y su brusquedad dependerá del tipo de DMAE que sufran. “Cuando la enfermedad avanza, lo puede hacer en dos direcciones: hacia una forma atrófica o seca, que es la más frecuente, o hacia una forma exudativa o húmeda”, continúa la especialista en retina. Y, mientras la pérdida de visión ­­-uno de los síntomas más frecuentes- es progresiva en la forma atrófica, es súbita en la forma exudativa.

Las personas que padecen esta enfermedad conviven con una mancha negra en el centro de todo cuanto ven.

Otros síntomas habituales que nos alertan de que podemos estar ante una DMAE son visión distorsionada de la forma de los objetos, percepción ondulada de las líneas rectas y aparición de puntos ciegos o zonas oscuras en la visión central (escotoma central), que pueden producir dificultad visual al realizar actividades diarias, como leer, ver la televisión o conducir.

¿Hay tratamientos eficaces?

“La forma húmeda se caracteriza por el crecimiento de vasos anormales debajo o dentro de la retina lo cual puede causar el acúmulo de líquido o sangre y una perdida brusca de visión. Supone entre un 10 y un 15% de los casos de DMAE, es más agresiva y, si no se trata, puede llegar a provocar una perdida visual severa en pocas semanas”, describe la doctora Figueroa. “La forma seca o atrófica, en cambio, se caracteriza por un adelgazamiento y deterioro progresivo de la macula, lo cual se acompaña de una pérdida de visión”.

Esta última, la más frecuente, es la que sufre Ignacio. “He ido perdiendo vista con los años, no ha sido de golpe. Conozco a personas que tienen la otra forma de DMAE y para ellos fue un shock, porque en cuestión de nada de tiempo se quedaron casi sin ver”. En esos casos de DMAE húmeda, el tratamiento es urgente si se quiere evitar que se destruya la visión central de forma irreversible en un periodo corto de tiempo.

El objetivo de este tratamiento con fármacos administrados directamente dentro del ojo es detener la pérdida de visión y en muchos casos se consigue, además, mejorarla
Marta Figueroa, directora de la Unidad de Retina de la Clínica Baviera

Afortunadamente, en los últimos años se han producido grandes avances científicos en el tratamiento de la DMAE húmeda, explica la doctora Figueroa. “Ha sido así gracias a la introducción de los denominados fármacos antiangiogénicos que, administrados mediante una inyección dentro el ojo, inactivan y detienen el crecimiento de estos vasos anormales. El objetivo de este tratamiento con fármacos administrados directamente dentro del ojo es detener la pérdida de visión y en muchos casos se consigue, además, mejorarla”. Pero no se debe olvidar, continúa, que “las inyecciones suelen tener un efecto temporal, por lo que suelen ser necesarias revisiones e inyecciones periódicas”.

En cuanto a la DMAE seca, los resultados de eficacia de los distintos fármacos que se han ido ensayando no han terminado de ser satisfactorios. “Solo se aconseja la administración de antioxidantes orales para enlentecer la progresión de la enfermedad”.

Pero hay buenas expectativas: en estos momentos existen diversos tratamientos en investigación. Entre ellos, la terapia génica, en la que “gracias a una cirugía se inyecta debajo de la retina el tratamiento que busca modificar genéticamente las células para detener o reducir el avance de la enfermedad. Otros tratamientos en estudio se administran mediante inyecciones intraoculares e incluso de forma oral. Aunque todavía estos estudios están en las fases iniciales, abren una puerta a la esperanza para el tratamiento de pacientes que sufren esta enfermedad”.

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