La indignación por la violencia machista saca a la calle a miles de personas
Tenerife se convierte en el epicentro del dolor en una jornada de luto en España
Las voces de Saray y Verónica, dos estudiantes de Derecho, se han mezclado con los gritos de indignación de las 800 personas que se han concentrado este viernes en la Plaza de la Candelaria, en pleno centro de Santa Cruz de Tenerife, para protestar contra la violencia machista y por el asesinato de Anna y Olivia, las dos hijas de Beatriz Zimmermann, a manos de su padre y exmarido, Tomás Gimeno. “Estamos tristes, estamos indignadas”, han...
Las voces de Saray y Verónica, dos estudiantes de Derecho, se han mezclado con los gritos de indignación de las 800 personas que se han concentrado este viernes en la Plaza de la Candelaria, en pleno centro de Santa Cruz de Tenerife, para protestar contra la violencia machista y por el asesinato de Anna y Olivia, las dos hijas de Beatriz Zimmermann, a manos de su padre y exmarido, Tomás Gimeno. “Estamos tristes, estamos indignadas”, han dicho las jóvenes. Como olas, subía y bajaba el volumen de los lemas y las palmas que acompañaban las consignas: como “no son buenos padres: son maltratadores” o “violencia vicaria, violencia patriarcal”. Pocos kilómetros al norte de la plaza, casi a la vista, el buque Ángeles Alvariño buscaba aún en el fondo del mar el cuerpo de Anna, de un año, después de hallar el jueves el de Olivia, de seis. La mayoría de las personas que han acudido a mostrar su repulsa por los asesinatos son mujeres, sobre todo jóvenes.
Convertido Tenerife en el epicentro del dolor y la rabia por el caso de Anna y Olivia, la indignación ha prendido desde el jueves por la noche enseguida en los móviles, en las conversaciones, en las redes sociales, donde se gestó una convocatoria espontánea para concentrarse ante todos los ayuntamientos de España. Solo la semana del 17 de mayo fueron asesinadas cinco mujeres, una de ellas embarazada, y un niño. Desde ese día se han producido más de la mitad de las muertes por violencia machista en lo que va de 2021. Y echando la mirada atrás, son 41 niños asesinados desde 2013 y 1.096 mujeres muertas desde 2003. El clamor era por Olivia, Anna y por su madre Beatriz, a la que todo un país acompaña en su inimaginable dolor. También, por Rocío Caíz, asesinada con solo 17 años por su exnovio, con quien tenía un bebé de cuatro meses. Su asesino la descuartizó en Estepa, en Sevilla, y después se fue a dormir. Días después, el jueves por la noche, trascendió la confesión del asesino, pocas horas después del hallazgo del cadáver Olivia.
“Nos están asesinando y nos queremos vivas”, dice Marta Carramiñana, de 31 años, integrante del Movimiento Feminista de Madrid y del 8-M. Son dos de las decenas de organizaciones que han canalizado en pocas horas esa rabia que se veía en las redes. “Necesitamos educación feminista desde edades tempranas para combatir estas violencias, porque estos hombres no están locos ni enfermos, son hijos sanos del patriarcado”, explica. Marisa Soleto, responsable de la Fundación Mujeres, confiesa que se siente “desolada e impotente ante unos jueces que solo retiran las visitas a los maltratadores en el 6% de los casos”. Su organización gestiona becas para ayudar a los huérfanos de la violencia machista: son ya 311 niños y niñas sin madre desde 2013. Ella también se sumó a las movilizaciones. “¿Qué tecla debemos tocar para que la legislación se haga efectiva?”, se pregunta. La indignación también estaba en las palabras de Sara Díaz, de la organización Nosotras Mismas, que lleva 30 años luchando por la igualdad en Madrid: “Tenemos mucha rabia porque el poder judicial sigue sin creer a las mujeres cuando denuncian que [sus parejas o exparejas] maltratan a sus hijos y que pueden asesinarlos”.
Miles de mujeres han salido a la calle en grandes capitales y pequeños pueblos. En Madrid, la lluvia ha escampado antes de que dos millares de personas se reunieran en la Puerta del Sol. La mayoría eran mujeres, aunque también había algunos hombres y escasos niños, como en el resto de ciudades. Inés Monroy, de 67 años, alzaba un folio enfundado en un plástico donde se leía en tinta morada: “Rocio, Olivia, Anna. ¡Hasta cuándo! ¡Hasta cuántas!”. “Estoy muy dolida”, reconocía mientras secaba sus lágrimas. “Eran dos pequeñas que estaban empezando a vivir y han sido víctimas de esta violencia machista”, afirmaba esta jubilada, que lleva años manifestándose por el feminismo. “Yo solo sé que hay que desincrustrar este machismo de nuestra vida”, añadía. Leticia Sierra, de 38 años, y Ana Isabel García, de 43, se han acercado a la manifestación vestidas de negro, como la mayoría de las asistentes, en señal de duelo. “Hoy estamos aquí por Beatriz y por Rocío Caíz, pero también por todas, porque nos están matando”, señala Sierra.
En Sevilla, han montado un altar improvisado donde se acercaban una tras otra varias mujeres a encender velas. “Mujer, hermana, si te pega, no te ama”, coreaban en la capital andaluza medio millar de personas. En el otro extremo del país, en A Coruña, Pilar, de 80 años, se ha puesto en primera fila en la concentración: “Me divorcié en 1988 por maltrato psicológico y sufrí la hipocresía de la sociedad. Hasta dejé de ir a confesarme porque el cura me decía que tenía que aguantar. No creo que hayamos avanzado; ahí está Vox, que lo que quiere es que la mujer vuelva a meterse en casa”. “Rebelión, desobediencia contra su violencia”, coreaban en Santiago un centenar de personas, la mayoría chicas jóvenes y familias. En Barcelona, han sido unas 600 personas, según la Guardia Urbana, concentradas en la plaza de Sant Jaume, al grito de “aquí estamos las feministas”. La mayoría eran jóvenes, como Luca, una barcelonesa con 18 años recién cumplidos: “Es un escándalo, con todas las muertas que llevamos este año. Es una salvajada”, explicaba junto a su madre.
La mecha prendió el jueves por la noche al cundir la desesperanza más extrema, cuando toda España supo que no habría un futuro para Olivia. Hasta la reina Letizia se ha sumado este viernes al clamor: “Es difícil esta mañana evitar la expresión de dolor y de tristeza por el asesinato de menores”. La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha admitido que le pesa no haber podido “llegar a tiempo” en el caso de Tenerife. Y ha reclamado para la madre de las niñas, para la granadina Juana Rivas y para Irune Costumero [inmersa esta semana en un juicio a cuatro funcionarios en Bilbao que le quitaron a su hija esgrimiendo el falso síndrome de alienación parental] “el apoyo del conjunto de la sociedad” pero también “justicia feminista”.
En Granada, la convocatoria ha servido también para mostrar el rechazo al ingreso en prisión de Juana Rivas, que este viernes declaraba a través de su abogado: “Voy a ingresar en prisión. Jamás en mi vida hubiera pensado que nos pasaría algo así. Creo que principalmente esta condena es para mis hijos”. Unas 300 personas se acercaron a la granadina plaza del Carmen, donde está el Ayuntamiento. Sobre todo mujeres y jóvenes de ambos sexos. “La agresión a los menores es la expresión más brutal de la desigualdad”, ha dicho desde la plaza Mailo Sánchez, de la plataforma Espacio Feminismo Unitario. A la misma hora, en la plaza de la Constitución de Málaga, se reunieron una 300 personas: “Basta ya de feminicidios, acabemos con las violencias machistas”, decía el lema principal.
Desde hace unos meses se ha intensificado la presencia en el discurso público de la violencia machista. Es más visible, con sus efectos, sus destrozos, pero también la lucha contra ella. Millones de personas han visto durante semanas por televisión a Rocío Carrasco relatar el maltrato al que asegura que le ha sometido su exmarido, y mientras lo hacía, se iban haciendo populares conceptos hasta ahora manejados por expertos en violencia de género, como la luz de gas —la violencia psicológica que menos se ve y que taladra la autoestima como una gota malaya—, o la violencia vicaria, esa en la que el maltratador mata en vida a la mujer atentando contra sus hijos, como ha ocurrido en Tenerife. “No estáis solas”, dijo Rocío Carrasco a las mujeres maltratadas en el último capítulo. Esta misma semana, otro famoso, el cantaor flamenco Diego El Cigala, fue denunciado por maltrato continuado físico y psicológico por su pareja. “Las mujeres siempre quieren dinero”, dijo él al salir de la comisaría. Sus palabras causaron indignación que se sumó a la rabia previa y estalló con la ira ante el caso de las niñas de Tenerife.
También tuvo una respuesta airada de las feministas el regreso con honores a España de Plácido Domingo. El tenor fue recibido el 9 de junio con una ovación de tres minutos de vítores y piropos en su regreso a los escenarios de la mano de Cruz Roja, tras más de un año y medio sin cantar en España por las acusaciones de acoso sexual vertidas por una veintena de mujeres en Estados Unidos. El tenor pidió perdón y asumió “completamente la responsabilidad” de lo ocurrido tras las acusaciones. El público del Auditorio Nacional le pidió cinco bises.
“Toda nuestra repulsa a la violencia machista y a la violencia vicaria que algunos siguen negando en nuestro país”, ha dicho este viernes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un foro empresarial desde Costa Rica. Porque el eco de la violencia machista reverbera en todas partes pero también el ruido de quienes la menosprecian o la respuesta furibunda que niega hasta su existencia. El partido de ultraderecha Vox, con elevada presencia en el Congreso y en algunos parlamentos regionales, ha hecho bandera de la negación de la existencia de la violencia de género y de la promesa de erradicar las leyes que la combaten.
“No morimos, nos están matando”, gritaban durante la concentración las personas movilizadas frente al Ayuntamiento de San Sebastián, la mayoría mujeres jóvenes con banderas feministas. “Por Olivia, por Juana Rivas, por Irune Costumero…”, han coreado en esta concentración organizada por la Casa de Mujeres de San Sebastián. La protesta ha terminado con gritos insistentes de “ni una menos” y para reclamar justicia. En Valladolid, vientos de personas se han concentrado en la plaza Mayor. Había muchas mujeres, pero también hombres y familias con niños y niñas. En Valencia, más de un millar de personas han acudido a la llamada espontánea de las redes. Entre ellos, José Fernández, estudiante de 21 años: “Hemos venido a solidarizarnos y a denunciar los feminicidios. Es violencia machista”.
Con información de: Guillermo Vega (Tenerife), Margot Molina (Sevilla), Javier Arroyo (Granada), Marta Pinedo (Madrid), Carlos Garfella (Barcelona), Caridad Bermeo (Santiago), Sonia Vizoso (A Coruña), Mikel Ormazabal (San Sebastián), Nacho Sánchez (Málaga), Ferrán Bono (Valencia) y Juan Navarro (Valladolid).