La lucha feminista aún está abierta: 50 años del “manifiesto de las 343 zorras”
Famosas como Simone de Beauvoir o Catherine Deneuve y centenares de desconocidas publicaron en 1971 una declaración donde decían haber abortado y reclamaban la legalización de la interrupción del embarazo. Medio siglo después, la lucha feminista sigue inconclusa
En la historia del feminismo francés, y probablemente más allá de sus fronteras, hay un antes y un después del 5 de abril de 1971. Ese día, la revista francesa Le Nouvel Observateur publicó, como anunciaba en grandes letras sobre un fondo negro en su portada, la “lista de 343 francesas que tienen el valor de firmar el manifiesto ‘Yo he abortado’”. Entre ellas, personalidades como Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Catherine Deneuve o Agnès V...
En la historia del feminismo francés, y probablemente más allá de sus fronteras, hay un antes y un después del 5 de abril de 1971. Ese día, la revista francesa Le Nouvel Observateur publicó, como anunciaba en grandes letras sobre un fondo negro en su portada, la “lista de 343 francesas que tienen el valor de firmar el manifiesto ‘Yo he abortado’”. Entre ellas, personalidades como Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Catherine Deneuve o Agnès Varda, pero también mujeres anónimas, algunas de las cuales sufrirían consecuencias legales o profesionales por haber dado la cara para denunciar una realidad, la de los miles de mujeres que morían cada año por abortar de forma clandestina. Tras el derecho a interrumpir voluntariamente el embarazo, entonces y ahora, está el derecho a disponer del propio cuerpo que hoy en día sigue siendo reclamado, y a menudo denegado, en muchos países, incluso en una Europa donde gobiernos como el polaco dan marcha atrás en la despenalización del aborto. Medio siglo después del manifiesto de las “343 zorras”, como lo bautizó la revista satírica Charlie Hebdo, las feministas celebran avances, y muchos, desde aquella acción que la mayoría considera inspiradora y de la que en cierto modo es heredero el movimiento Me Too. Pero también advierten de que sigue habiendo muchos frentes abiertos.
“Un millón de mujeres abortan cada año en Francia. Lo hacen en condiciones peligrosas por la clandestinidad a la que están condenadas (…) Declaro que soy una de ellas. Declaro que he abortado. Igual que reclamamos el acceso libre a los anticonceptivos, reclamamos el aborto libre”. Así comenzaba el texto editado por Simone de Beauvoir y consensuado por un grupo de mujeres, la mayoría procedentes del Movimiento de Liberación de las Mujeres (MLF), que se había dado a conocer un año antes depositando ante la tumba al soldado desconocido en el Arco del Triunfo de París una corona de flores “para la mujer del soldado desconocido” con lemas como “hay alguien más desconocido que el soldado desconocido: su mujer”, o “uno de cada dos hombres es una mujer”.
La idea del manifiesto partió de la periodista de Le Nouvel Observateur Nicole Muchnik tras una charla con el jefe de documentación de la revista, Jean Moreau. “Hablamos de los abortos clandestinos, que era un escándalo, se hacían en condiciones absolutamente inhumanas. Y le digo: yo he abortado y estaría dispuesta a firmar. Las mujeres que abortaron tendrían que decir que lo han hecho”, cuenta Muchnik por teléfono desde Madrid, donde vive desde hace décadas. “De ahí surge la idea, no sé quién dijo la palabra manifiesto, quizás fuera luego Simone de Beauvoir, pero con Moreau dijimos que había que hacer firmar a mujeres, famosas si era posible”. Muchnik contactó con Anne Zelensky, una de las fundadoras del MLF, que “se entusiasmó enseguida” y pidió a su vez ayuda a la autora de El Segundo Sexo.
En Francia, la píldora anticonceptiva estaba permitida desde 1967, aunque solo un 6% de mujeres la tomaba debido a la dificultad para obtenerla y a que solo a partir de 1974 —un año antes de que se acabara legalizando el aborto— empezó a ser reembolsada por la Seguridad Social. Unas 5.000 mujeres morían cada año por un aborto clandestino cuando las feministas del MLF empezaron a preparar en casa de Beauvoir el “manifiesto de 343 mujeres”, que así se llamaba hasta que Charlie Hebdo hizo un chiste sobre las 343 salopes, que ha sido traducido al castellano como zorra, guarra o sinvergüenza. Algunas de las signatarias reivindican el salopes, como Muchnik —”Charlie nos hizo un favor extraordinario, fue muy popular”, afirma—, aunque otras lo rechazan por “antifeminista y patriarcal”, como la socióloga Christine Delphy, otra de las firmantes. En cualquier caso, fue una muestra más del impacto del manifiesto.
“Hizo un gran ruido. Nunca antes había habido un movimiento así por la liberación del aborto. Es el manifiesto de 343 mujeres que escriben ‘yo he abortado’, es decir, desafían al Gobierno a inculparlas”, explica Delphy, que fundó con Beauvoir la revista Nouvelles Questions Féministes.
“Fue un punto de inflexión”, coincide la productora y activista Rokhaya Diallo, una de las voces actuales más polémicas en Francia por sus posturas ante el racismo o el feminismo. “Hablamos de mujeres conocidas, estimadas, que tomaban una posición política”.
Las reacciones furibundas no se hicieron esperar, recuerda L’Obs en su último número, dedicado al aniversario. Pese a todo, señala Delphy, “no hubo una revuelta general del país”. Tras su publicación, el 55% de los franceses se declararon favorables a la legalización del aborto. Aun así, fueron necesarios cuatro años más de acciones, protestas y juicios hasta que el presidente, Valéry Giscard d’Estaing, encargó a su ministra de Sanidad, Simone Veil, un proyecto de ley para legalizar el aborto que desde entonces se conoce como la Ley Veil.
Medio siglo más tarde, “la lucha no ha acabado”, afirma Fabienne El Khoury, del colectivo Osez le féminisme. “Tenemos aún muchas batallas pendientes, desde la brecha salarial a la judicial, con la impunidad de los agresores, violadores y pederastas. La mayoría de las mujeres han sufrido algún tipo de acoso al menos una vez en su vida”, enumera El Khoury que, como la mayoría de las feministas francesas, considera la ley española contra la violencia de género de 2004 un referente. Y también continúa pendiente, subraya, la cuestión del aborto, que en Francia solo está permitido hasta las 12 semanas. Cada año, entre 3.000 y 5.000 francesas viajan al extranjero, entre otros a España, para abortar fuera de ese plazo. Un intento legislativo de ampliarlo a 14 semanas fracasó recientemente.
Este domingo, otras 343 personalidades y activistas francesas, como la cantante y actriz Vanessa Paradis o las exministras socialistas Najat Vallaud-Belkacem y Laurence Rossignol, firmaron un nuevo manifiesto exigiendo alargar los plazos. “Declaro haber abortado. En Francia. En el extranjero. Más allá del plazo legal francés (…) de 1971 a 2021, de un manifiesto al otro, el derecho al aborto es un derecho todavía por conquistar”, escriben las signatarias, entre ellas, también Delphy y Diallo.
En 2011, para conmemorar el 40 aniversario del manifiesto “de las 343 zorras”, otras 343 mujeres —artistas, escritoras o activistas, entre ellas también Diallo— firmaron en Libération un nuevo manifiesto reclamando “la igualdad de mujeres y hombres, tanto en las mentes como en los hechos”. En 2021, reflexiona Diallo, “seguimos en el mismo combate (desde hace 50 años), que las mujeres tengan libertad con su cuerpo, que puedan disponer de él sin que nadie les dé su opinión o las juzgue”.
Pero algo sí ha cambiado, apunta: “Es verdad que hay muchos temas contra los que se luchaban en los años 70, de los que hablábamos en el manifiesto de hace diez años y que siguen siendo actualidad, pero al mismo tiempo, siento que nunca antes habíamos hablado tanto de los derechos de las mujeres”.