Las comunidades avanzan en la desescalada pese a la situación de riesgo extremo

Sanidad notifica 14.515 nuevos contagios de coronavirus y 388 muertos. La incidencia cae a 321 casos por 100.000 habitantes

Ambiente en terrazas del centro de Madrid, el 13 de febrero.David G. Folgueiras

Nota a los lectores: EL PAÍS ofrece en abierto la información esencial del coronavirus durante la crisis. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

Los contagios por coronavirus siguen cayendo en España, pero el país aún está lejos de mantener a raya la pandemia. El pico de la tercera ola ya ha pasado y, aunque caen las nuevas infecciones y los ingresos hospitalarios, la presión asistencial mantiene en jaque a los hospitales: 3.822 personas continúan...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Nota a los lectores: EL PAÍS ofrece en abierto la información esencial del coronavirus durante la crisis. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

Los contagios por coronavirus siguen cayendo en España, pero el país aún está lejos de mantener a raya la pandemia. El pico de la tercera ola ya ha pasado y, aunque caen las nuevas infecciones y los ingresos hospitalarios, la presión asistencial mantiene en jaque a los hospitales: 3.822 personas continúan en cuidados intensivos. El Ministerio de Sanidad ha reportado este jueves 14.515 nuevos casos y 388 fallecidos y la incidencia acumulada se sitúa aún en niveles muy altos: 321 casos por 100.000 habitantes. El director de Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, ha pedido no bajar la guardia, pero algunas comunidades ya avanzan en su plan de desescalada. Desde este jueves, la Comunidad de Madrid retrasa el inicio del toque de queda una hora, a las 23.00 y permite abrir los bares hasta esa hora (antes cerraban a las 21.00). Castilla y León, por su parte, levantará el cierre perimetral por provincias y Aragón desconfinará el perímetro de las ciudades de Zaragoza y Calatayud. Los expertos piden no precipitarse en la desescalada y alertan de la progresión de la variante británica del virus, más contagiosa.

Más información

Aunque la tendencia de la curva epidémica es buena, España sigue en alerta máxima y lejos de poder controlar la transmisión del virus. De hecho, la incidencia de contagios está muy por encima del umbral de riesgo extremo estipulado por Sanidad (250 casos por 100.000 habitantes). Solo siete comunidades (Canarias, Cantabria, Baleares, Extremadura, Murcia, Navarra y La Rioja) se sitúan por debajo de este nivel, pero Simón ha advertido que incluso esta cifra de incidencia es “muy mala”. La presión hospitalaria, además, persiste con el 35% de las unidades de cuidados intensivos ocupadas (UCI) por pacientes con covid. “Siguen siendo cifras muy elevadas que nos impiden suavizar las medidas más de la cuenta porque si hay un rebrote, el nivel de ocupación será excesivo para que el sistema lo aguante”, ha asegurado Simón.

Las comunidades han afrontado la tercera ola de forma heterogénea, con medidas dispares. Y no necesariamente las más amenazadas fueron las más contundentes. Navarra, con algo más de 400 casos por 100.000 habitantes, cerró el interior de los bares el pasado 23 de enero, mientras que Madrid, que le duplicaba entonces la incidencia, los mantuvo abiertos (el interior al 50% y el exterior, al 75%). “En la tercera ola hemos descendido muy rápido, pero también es verdad que lo ha hecho más en las comunidades en las que se han tomado las medidas más duras”, ha confirmado la ministra de Sanidad, Carolina Darias, durante la comisión de Sanidad en el Congreso. Darias ha pedido extremar las precauciones para alcanzar el objetivo de llegar a una incidencia por debajo de 50 casos por 100.000 habitantes, el umbral estipulado por Sanidad para mantener a raya la epidemia. “Tenemos que ser muy cautos y la incidencia acumulada está por encima del nivel de máximo riesgo. Hay que mantener las medidas restrictivas, no podemos bajar la guardia, tenemos al acecho las variantes y pido un mantenimiento de las medidas en todas las comunidades autónomas”, ha reclamado.

Sin embargo, las comunidades han asumido la caída de contagios como un aliciente para empezar a desescalar las restricciones y, en mayor o menor medida, han empezado a modular sus restricciones. Madrid, que ya contaba con las medidas más livianas pese a la alta incidencia que arrastra desde hace semanas (rozó los 1.000 casos por 100.000 habitantes a finales de enero), ha sido de las primeras autonomías en aligerar las restricciones y hace dos semanas ya amplió de cuatro a seis el máximo de personas que podían reunirse en las terrazas de los bares. Aunque sigue siendo la comunidad con la incidencia más alta (457 casos por 100.000, solo por detrás de la ciudad autónoma de Melilla), desde este jueves, también retrasa el toque de queda y da aire a la hostelería con dos horas más de actividad nocturna.

En vídeo, Fernando Simón: "cuantas más medidas se rebajan, mejor hay que aplicar las que quedan". Vídeo: EFE | EUROPA PRESS

“Comunidades como Madrid, Extremadura o Castilla-La Mancha están optando por la vía de la relajación y cometen un error fatal porque esto redundará en una intensificación de la transmisión, una ralentización de la caída de la curva y un mantenimiento de la presión asistencial”, valora Daniel López-Acuña, exdirector de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Castilla-La Mancha (275 casos por 100.000 habitantes) levantó el viernes pasado el cierre perimetral de provincias y municipios y reabrió la hostelería, que estaba cerrada. Extremadura, por su parte, ha reabierto bares con aforo limitado y centros comerciales y, a partir de este viernes, también suspenderá el cierre perimetral entre municipios.

Hay otras comunidades que aplicaron restricciones más duras, casi como una especie de confinamiento, y también han empezado a levantar medidas. Es el caso de La Rioja que, a partir del lunes, levantará el cierre perimetral y se reanudará la actividad no esencial, que estaba suspendida. Galicia, por su parte, también ha anunciado una desescalada gradual y, por lo pronto, el comercio podrá abrir hasta las 21.00 (antes cerraba a las 18.00), aunque la hostelería seguirá cerrada.

Un camarero sirve un café a una clienta en la Cafetería Tristana, durante el primer día de apertura de bares y restaurantes en Badajoz el 12 de febrero.JAVIER PULPO (Europa Press)

“Estamos en esa fase peligrosísima que ya vivimos a finales de noviembre: pensar que, como la tendencia es buena, la situación es buena. Y eso no es así. Al confundir las dos cosas, las presiones para acelerar la desescalada van a ser enormes y se van a producir en las próximas dos semanas, que son clave para ver qué pasa con la variante británica. Es un momento delicado, sobre todo, si nos dejamos llevar por la alegría”, tercia Alberto Infante, profesor emérito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III. La progresión de la variante británica del virus, de la que se hanconfirmado 613 casos en España, puede virar la tendencia y, con los hospitales todavía muy tensionados, volver a poner en jaque a todo el sistema sanitario. “En diciembre bastó el puente de la Constitución y las rebajas del Black Friday para que la curva cambiara la tendencia. Y eso que entonces no teníamos la amenaza de la variante británica y las incidencias eran de 190 casos por 100.000, mientras que ahora son de 300″, alerta Infante.

Todavía se desconoce con certeza la presencia real de la variante británica en España, pero Sanidad estima que ya está detrás del 20% de los contagios y puede jugar un papel importante en un eventual repunte de la curva epidémica. “Lo estamos viendo en Cataluña. Al introducir una contagiosidad más elevada, nos puede ralentizar la curva de descenso”, sostiene López-Acuña. Precisamente, por el freno en la caída de contagios en los últimos días, la Generalitat sopesa ralentizar su plan de desescalada. “Seguramente, la variante estará más extendida, solo que no sabemos cuánto, cómo crece y dónde está más instalada. Con esta variante seguimos a ciegas. Tendrían que haber instalado un sistema de puestos centinela encargados de ir midiendo su progresión”, reclama Infante.

Más información

Los expertos advierten de que tampoco la vacunación —un millón de personas tiene la pauta completada— ha alcanzado un número suficiente de inmunizados para que se refleje en la curva epidémica. Solo en las residencias, donde los brotes han caído a la mitad en 15 días y las comunidades reportan una reducción de contagios y enfermedad grave, se empiezan a ver los efectos. “Hay que ser prudentes durante cuatro o seis semanas. Si el número de pacientes en la UCI no mejora de forma sustancial, sería adecuado no bajar las restricciones. Si conseguimos vacunar a más del 15% de la población podríamos empezar a levantar restricciones de movilidad, pero ahora estamos lejos de una mínima protección”, apunta Benito Almirante, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

Sobre todo, insisten los epidemiólogos consultados, la transmisión del virus en España es todavía demasiado alta y eso se traduce en muchos ingresos y fallecimientos. “Hemos normalizado la tragedia. Damos por buenas unas cifras de 300 muertos porque hemos tenido 700, pero no es normal. Y puede que lo que veamos próximamente no sea un rebrote muy grande, pero sí que se mantenga en el tiempo y no acabe de bajar. Y eso se traduce en más muertes”, alerta Infante.

Sobre la firma

Más información

Archivado En