Brasil, el país más tránsfobo del mundo, bate su récord de candidaturas de personas trans
El gigante sudamericano tiene el triple de candidatos y candidatas trans que hace cuatro años
Mayoritariamente blanca y masculina. Ese es, históricamente, el retrato de la política brasilera. Pero, en las elecciones municipales de 2020, una serie de candidaturas espera cambiar ese panorama. Según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE), el 49,9% de los candidatos en Brasil se han declarado negros o mestizos en estos comicios. Este año hay, además, una cifra récord de personas transgénero que aspiran a alcaldías o a puestos de con...
Mayoritariamente blanca y masculina. Ese es, históricamente, el retrato de la política brasilera. Pero, en las elecciones municipales de 2020, una serie de candidaturas espera cambiar ese panorama. Según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE), el 49,9% de los candidatos en Brasil se han declarado negros o mestizos en estos comicios. Este año hay, además, una cifra récord de personas transgénero que aspiran a alcaldías o a puestos de concejales. Son más de 270 candidaturas de personas trans confirmadas ―en listas de partidos que van desde la izquierda a la derecha―, más del triple que en 2016, cuando se postularon 89 personas trans.
En Curitiba ―octava ciudad más poblada de Brasil, con casi dos millones de habitantes―, es la primera vez que una mujer trans opta a un cargo en el Ejecutivo. A sus 68 años, la psicoanalista y socióloga Letícia Lanz, del Partido Socialismo y Libertad, aspira a la alcaldía de la capital del estado de Paraná encabezando una lista 100% femenina, con la abogada Giana de Marco como vicealcaldesa. Es la única candidata trans que disputa un ayuntamiento en las capitales brasileñas.
Lanz nació en el Estado de Minas Gerais, pero hace 25 años eligió el municipio sureño para vivir junto a su esposa, la psicóloga Ângela Autran, con quien tiene tres hijos y cinco nietos tras 43 años de matrimonio. Entre sus principales propuestas se encuentra la de promover lo que llama “economía del cuidado”, que incluye destinar inmuebles abandonados a los sintecho y producir un modelo urbano que beneficie a la periferia, no solo al centro y a los barrios de clase alta de Curitiba. “Mi propuesta es que haya una vida más sociable y colectiva. Vivimos una crisis de colectividad, la gente esta desamparada y abandonada”, dice. En la capital de Paraná, de las 16 candidaturas que optan a la alcaldía de Curitiba, seis las encabezan mujeres.
En contra de lo que decía una carta divulgada por militantes de su partido en julio, que hablaba de un “programa local de enfrentamiento a la burguesía”, Lanz defiende el diálogo. “La visión de la mujer es lúdica. La del hombre, bélica. Enfrentamiento es una palabra machista. El núcleo político y económico es el hueso que los hombres no quieren soltar, y por eso es muy difícil que las mujeres accedan a él, especialmente las mujeres trans, que son el último mono”, reflexiona la candidata, que también es experta en Género y Sexualidad y máster en Sociología.
Administrar conflictos es una parte importante de la vida de la candidata que, aunque se identificara con el femenino desde pequeña, inició la transición de género después de cumplir los 50. “Viví un gran conflicto y, de no ser por el feminismo, estará encerrada en el armario hasta hoy”, cuenta. Haber sobrevivido a un infarto, en 2008, hizo que Lanz consolidase su voluntad de vivir como mujer, lo que ella ya cultivaba desde su infancia. “La transición fue muy dura, había sido una persona muy abierta toda mi vida, y mi mujer también. Siempre hemos cultivado una visión buena de la vida, pero no es fácil sobrevivir en una sociedad encorsetada.” Ella recuerda, por ejemplo, que aún es reciente la resolución que dejó de considerar a la transexualidad como una enfermedad. No fue hasta 2018 cuando la OMS excluyó la transexualidad de la lista de trastornos mentales de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE). La pandemia de la covid-19 no le impidió buscar votos en las calles, aunque tuviera que ir con mascarilla y protector facial.
Estas también son las primeras elecciones municipales de la historia de Brasil en las que las candidatas y candidatos trans pueden optar por su nombre de uso común en las urnas. Si no fuera por la norma que se aprobó hace dos años, los electores no reconocerían los nombres junto a las fotos de los candidatos a la hora de votar, sino que votarían con el nombre de nacimiento de la persona. El cambio era una vieja reivindicación de los movimientos sociales, como apunta Ana Cláudia Santano, profesora de Derecho e investigadora del Observatorio de Derecho Electoral de la Universidad Federal de Paraná (UFPR). “Por falta de regulación no se utilizaba el nombre de uso común, lo que generaba situaciones embarazosas cuando en las urnas salía el nombre registral con una foto que no cuadraba”, explica. Al menos 165 candidatos optaron en 2020 por sus nombres sentidos en lugar de los que les fueron asignados al nacer, todos ellos para cargos legislativos.
Candidaturas trans de izquierdas, centro y derechas
La debutante de 37 años, Aghata Ferreira, del MDB (Movimiento Democrático Brasileño), máximo representante del denominado Centrão –grupo de partidos de centroderecha en el Congreso Nacional–, aspira a un cargo de concejala en la ciudad de Criciúma, Estado de Santa Catarina. Peluquera y estudiante de Pedagogía, se dedica a los trabajos sociales desde hace 20 años, y esa será su agenda central si consigue el cargo. Cuando el partido le propuso presentarse, decidió que era la oportunidad de poder contribuir a desarrollar políticas públicas en dicha área. “Una golondrina no hace al verano. Cuando el MDB me lo propuso, charlamos y me dieron bastante libertad. Queremos hacer un equipo con ideas nuevas. No soy de derechas ni de izquierdas, yo lucho por lo social, que es la base de todo. ¿Cómo va a poder ir al colegio un niño que vive en una casa en la que su padre y su madre están desempleados?”, se cuestiona Ferreira, que también es secretaria de Diversidad del partido en Criciúma.
En Espíritu Santo, una lista electoral de mujeres transgénero concurre por el Partido de la Mujer Brasileña (PMB), ideológicamente alineado a la derecha, a la alcaldía de Cariacica, ciudad con casi 390.000 habitantes en la región metropolitana de Vitória. Bianca Biancardi, de 52 años, y su segunda, Josi Milagre, se identifican con el ultraconservador presidente Jair Bolsonaro, a quien la candidata apoyó en la segunda vuelta de las elecciones generales de 2018, especialmente por la bandera de la lucha contra la corrupción. A su juicio, las declaraciones transfóbicas del mandatario brasileño son cosa del pasado. “Soy votante de Bolsonaro y me siento representada por él. Vivíamos una política muy corrupta. Eso me desanimaba. Las declaraciones homofóbicas que hizo, todos lo saben, son cosa del pasado”, afirma Bia (como prefiere que le llamen), empresaria y dueña de un salón de belleza en la ciudad hace 35 años.
La oportunidad que tuvo la candidata de trabajar en un salón de belleza con 17 años, pocos años después de empezar a identificarse con el género femenino, es algo que valora mucho. Poder trabajar con contrato, subraya, es fundamental para evitar que las personas trans tengan que recurrir a la prostitución para sobrevivir. La Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (ANTRA) estima que el 90% de las personas trans recurre, al menos una vez en la vida, a esta actividad en Brasil. “Son chicas abandonadas por sus familias, que dejan el colegio y que no estarían en la calle si tuviesen una oportunidad”, opina la candidata.
Bia elogia el trabajo de la ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, para mejorar la empleabilidad de la población trans. “Tiene ese proyecto de capacitar a las chicas trans en el área de tecnología, que es algo que quiero copiar en Cariacica. Lo bueno hay que copiarlo”, dice. Recientemente, la candidata denunció su exclusión de un acto electoral, por parte de la bancada evangélica del municipio. “Fue por ser una mujer transgénero. Soy cristiana católica y, aun así, fui excluida”, lamenta.
A mediados de octubre, los participantes de un seminario online sobre las elecciones promovido por la Alianza Nacional LGBTI+ fueron víctimas de zoombombing. Es decir, el acto fue invadido y, en la pantalla, aparecieron mensajes e imágenes de tinte nazi y discriminatorios. “Eso denota que, aunque esas candidaturas lleguen, también son más atacadas. El status quo es sensible a cualquier clase de movimiento que venga con la intención de cambiarlo”, recalca la profesora Ana Cláudia Santana.
La presidenta de la ANTRA, Keila Simpson, refuerza que el aumento de la participación de la población trans en la política está relacionado con la urgencia de combatir la violencia contra mujeres y hombres transgénero en Brasil. El país lidera el triste ranking de la ONG Transgender Europe de países que más matan a personas trans. Solo en mayo de este año hubo 38 asesinatos. “Eso hizo que la gente empezara a luchar en los partidos políticos para conseguir encontrar un camino para reducirlo. Hay un despertar político de las personas trans. Los cuerpos trans ya son políticos por naturaleza, pero disputar unas elecciones es una victoria contra todo y todos, de una población relegada al margen”, dice Simpson.
Según la presidenta de ANTRA, el espacio para personas trans es distinto en cada municipio, lo que explica la adhesión a partidos de ideologías tan diferentes. “Obviamente, para nosotras, optar por la derecha y la extrema derecha es una sorpresa, pero no lo condenamos. Probablemente fue ese el espacio que se les abrió y ellas agarraron la oportunidad”. Como plan de futuro, la ANTRA pretende realizar cursos y seminarios de formación política. “Instruidas, informadas y conocedoras de las ideologías de cada sigla, podrán comprender el espectro político. Ser de derechas, de izquierdas o de centro, es una decisión personal", dice Simpson y zanja: "Queremos formar un colectivo de personas aún más fortalecidas para disputar futuras elecciones”.