Portugal restringe las reuniones y declara el estado de calamidad
El país supera la barrera de los 2.000 contagios en un solo día por primera vez desde el inicio de la pandemia
El primer ministro socialista António Costa ha anunciado este miércoles que Portugal entrará a partir del jueves en estado de calamidad ante el repunte de los contagios de covid-19 en el país. El mismo día en que los portugueses han superado por primera vez desde el inicio de la pandemia la barrera de las 2.000 infecciones en una sola jornada —2.072 fue la cifra concreta informada por las autoridades sanitarias—, el Ejecutivo ha comunicado que en adelante se prohíben las reuniones de más de cinco personas (el límite hasta ahora era de 10) y pedirá al Parlamento que apruebe el uso obligatorio d...
El primer ministro socialista António Costa ha anunciado este miércoles que Portugal entrará a partir del jueves en estado de calamidad ante el repunte de los contagios de covid-19 en el país. El mismo día en que los portugueses han superado por primera vez desde el inicio de la pandemia la barrera de las 2.000 infecciones en una sola jornada —2.072 fue la cifra concreta informada por las autoridades sanitarias—, el Ejecutivo ha comunicado que en adelante se prohíben las reuniones de más de cinco personas (el límite hasta ahora era de 10) y pedirá al Parlamento que apruebe el uso obligatorio de mascarillas en las calles.
Portugal ha tenido en las últimas dos semanas una incidencia acumulada en los últimos 14 días de 140 contagios por cada 100.000 habitantes. Aunque este registro no está entre los peores de Europa —tiene por delante en la lista unas dos docenas de países—, el Gobierno quiere tomar cartas en el asunto antes de que la segunda ola de la enfermedad haga colapsar el sistema sanitario, una posibilidad latente, según la asociación de médicos portugueses. Con el estado de calamidad, por medio del cual se puede limitar la libre circulación de las personas, Portugal queda a solo un escalón del estado de emergencia, instancia crítica a la que ya se vio abocado entre mediados de marzo y principios de mayo para contener la vertiginosa escalada del virus.
No deja de ser paradójico que mientras el Gobierno ha prohibido las reuniones de más de cinco personas en calles, establecimientos comerciales y restaurantes haya anunciado a la vez que podrá haber hasta 50 invitados en eventos familiares como bautizos y matrimonios. La Dirección General de Salud también ha añadido un poco de confusión al haber reducido la duración de la cuarentena de 14 a 10 días para los enfermos leves o asintomáticos, una determinación que han adoptado otros países, pero que anunciada en la víspera de la entrada en el estado de calamidad ha enviado señales contradictorias. Además, el Gobierno ha informado, dentro de su paquete de medidas, de que pedirá al Parlamento que haga obligatorio para la comunidad educativa y para los empleados que no teletrabajen la descarga de la aplicación StayAway Covid, que facilita el rastreo de cadenas de contagio.
La ministra de Sanidad, Marta Temido, había comunicado poco antes de que Costa compareciera que “dentro de algunos días” el país ibérico llegará a registrar 3.000 contagios diarios, de acuerdo con un estudio del Instituto Nacional Dr. Ricardo Jorge. El panorama es aún peor si se toma en cuenta la alerta que ha lanzado la mañana de este miércoles la asociación de médicos en una carta dirigida a la propia ministra. “En este período de covid-19 ha habido 100.000 cirugías atrasadas”, señala la misiva, “a lo que se suman un millón de consultas (no realizadas) en los hospitales, miles de seguimientos que se quedaron por hacer, especialmente en oncología, 17 millones de exámenes de diagnóstico y terapia (pospuestos), cinco millones de consultas presenciales en los centros de salud primaria (que tampoco se llevaron a cabo)”.
El presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, ya había admitido este domingo que la sanidad pública portuguesa está bajo una fuerte presión, pero aseguró que esta situación se limita solo a algunas zonas. “Hay retrasos con respecto a los (enfermos) que no tienen covid, en consultas y tratamientos. Los hay. Todos sabemos que los hay, no vale la pena negarlo”, afirmó. Y precisó: “Lo que pasa es que esto no está distribuido de igual forma por todo el territorio y hay presiones momentáneas mayores en ciertas áreas”.
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