Cáspita y sorpresas
Mi vecino me contó que el miércoles, después de cantar todos cumpleaños feliz al DJ de la calle, que vive por encima, asomó la cabeza y vio a la señora de abajo alzando la faz, bañada en lágrimas
En mi afán de aventuras, conecto el lector de DVD para ver antiguas pelis que empiezan con un anuncio del FBI gritando: “WARNING!!!”, y casi espero a que los agentes derriben mi puerta para averiguar si lo compré (cosa que hice), lo mangué o me lo dieron en una tómbola a beneficio de las sirenas del Misisipi.
Nunca vienen, y eso que me sé recluida para mi propia salvaguarda, lo cual es comprobable, y dentro del programa de protección de testigos. Lo cual podría ser cierto, puesto que he decidido declarar sobre mí misma en cuanto alguien me eche el guante.
Ayer vino la pescadera c...
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En mi afán de aventuras, conecto el lector de DVD para ver antiguas pelis que empiezan con un anuncio del FBI gritando: “WARNING!!!”, y casi espero a que los agentes derriben mi puerta para averiguar si lo compré (cosa que hice), lo mangué o me lo dieron en una tómbola a beneficio de las sirenas del Misisipi.
Nunca vienen, y eso que me sé recluida para mi propia salvaguarda, lo cual es comprobable, y dentro del programa de protección de testigos. Lo cual podría ser cierto, puesto que he decidido declarar sobre mí misma en cuanto alguien me eche el guante.
Ayer vino la pescadera con viandas frescas (me hallaba a punto de emular al Capitán Cook; no por los viajes, sino por el escorbuto) y, cuando la vi, con precauciones, en persona personalmente (te añoro, Montalbano, vuelve a La 2) me quedé atontada, no por ser guapa, joven y amable: empezando porque lucía dos ojos. Qué bellos, al natural.
Mi vecino me contó que el miércoles, después de cantar todos cumpleaños feliz al DJ de la calle, que vive por encima, asomó la cabeza y vio a la señora de abajo alzando la faz, bañada en lágrimas. “Es la primera vez que veo llorar a alguien mirando hacia arriba”, comentó, impresionado. Yo acababa de sorprenderme rompiendo a sollozar mientras leía, en Europa contra Europa, 1914-1945, de Julián Casanova (lo recomiendo), el capítulo en que Hitler sube al poder, y la maldita emisora operística que sintonizo leyendo puso la Cabalgata de las Valkirias.
Francamente, prefiero al FBI.
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