Vieja, amortizada y en casa

Mi amigo invisible

Dado que sí añoro la presencia de mis amistades, con su carnalidad (cada cual con su perfume: cómo me acuerdo), he entregado mi tiempo libre a un amigo invisible que hallé en ‘podcast’, esa versión moderna de la compañía

Luis Grañena

No soy de las que creen que acorralar a las religiones (¿quién lo ha hecho?) conduzca al fanatismo. Arrinconar a la razón sí que lo hace. Por consiguiente, me place comunicar que una de las ventajas de mi ateísmo consiste en no sentirme, esta semana, falta de procesiones. ¿Desventajas? La lucidez no las tiene. Solo es más difícil.

Por otro consiguiente, y dado que sí añoro la presencia de mis amistades, con su carnalidad (cada cual con su perfume: cómo me acuerdo), he entregado mi tiempo libre a un amigo invisible que hallé en podcast, esa versión moderna de la compañía. Son la g...

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No soy de las que creen que acorralar a las religiones (¿quién lo ha hecho?) conduzca al fanatismo. Arrinconar a la razón sí que lo hace. Por consiguiente, me place comunicar que una de las ventajas de mi ateísmo consiste en no sentirme, esta semana, falta de procesiones. ¿Desventajas? La lucidez no las tiene. Solo es más difícil.

Por otro consiguiente, y dado que sí añoro la presencia de mis amistades, con su carnalidad (cada cual con su perfume: cómo me acuerdo), he entregado mi tiempo libre a un amigo invisible que hallé en podcast, esa versión moderna de la compañía. Son la gente de El Descampao, cuyas eruditas pero no sesudas charlas atesora mi oído. Con simpatía y estilo muy suelto, esta gente (que descubrí por consejo de Andreu & Berto, os quiero), habla de muchos temas y, en particular, cuando pillan un asunto histórico son concienzudos, y lo bordan. Así es como han conseguido que esta semana me ponga en modo Vikingos, gracias a su saga dedicada a contarlo todo sobre dichos nórdicos.

Una de las cosas más fascinantes que me han descubierto es que la palabra vikingo no implica la nacionalidad ni la pertenencia a un terruño, Escandinavia, sino al oficio de salir a pillar, de aventurarse, navegar y explorar, y también robar y matar, y comerciar, en un contexto europeo en el que todos eran unos violentos a menudo desaprensivos. Ellos eran los nórdicos que vikingaban. No todos los nórdicos lo hacían.

Pero la historia, y en latín, la escribieron los vencedores. Los cristianos.

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