Mascarillas para el hospital que lo cuidó

Carlos Llorente tiene metida en la cabeza una imagen de sus interminables 14 días de ingreso en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid. La de una enfermera cuya cara no podía ver, tapada como estaba con la visera y la mascarilla, acariciándole la mano con su doble guante. Diciéndole: “Ya verás como todo va a ir muy bien”. Ahora, en casa, y de vuelta al trabajo, se las ha ingeniado para conseguir más de 25.000 euros para devolver aquellos cuidados en mascarillas y más equipamiento médico. Para su hospital...

Carlos Llorente tiene metida en la cabeza una imagen de sus interminables 14 días de ingreso en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid. La de una enfermera cuya cara no podía ver, tapada como estaba con la visera y la mascarilla, acariciándole la mano con su doble guante. Diciéndole: “Ya verás como todo va a ir muy bien”. Ahora, en casa, y de vuelta al trabajo, se las ha ingeniado para conseguir más de 25.000 euros para devolver aquellos cuidados en mascarillas y más equipamiento médico. Para su hospital y otros dos centros públicos.

Postrado por la fiebre, un dolor de cabeza perenne y una neumonía doble, aislado, solo, la frase de la enfermera, aquella caricia, reconfortó sobremanera a Llorente, de 47 años, gestor de un pequeño centro sanitario privado. ”Lo hacía como si fueran mi mujer o mis hijos, de una manera muy familiar”. Eran los primeros días del coronavirus en Madrid, “fui el paciente número 70”, asegura, cuando su esposa, que es médica del hospital, le llevó a Urgencias el 4 de marzo. Dice que no olvidará nunca, en los peores y más inciertos días de su vida, cuando el número de pacientes se doblaba a diario, ni a su médica, la doctora Malo, ni a las enfermeras y limpiadoras, esas mujeres que no tenían cara pero que, “sudando debajo de esos trajes” cuidaron de él. “Estoy alucinado de la grandeza humana”, dice.

Con un amigo y socio, ha lanzado una campaña de micromecenazgo para comprar 3.600 mascarillas de la gama más alta y dos ecógrafos para tres hospitales públicos, el Puerta de Hierro, donde estuvo ingresado, el Doce de Octubre y el de Fuenlabrada.

Tienen los pedidos firmados y la aceptación de los centros, que han elegido los equipos. “Los ecógrafos portátiles son muy útiles, me dicen, porque mejoran la imagen y se pueden manejar en las habitaciones de los pacientes aislados. Incluso se ven señales de las lesiones antes de que se distingan bien en las radiografías”, asegura. Para conseguir las mascarillas y los ecógrafos en proveedores españoles, le ha servido su experiencia en la gestión sanitaria.

Este martes, cinco días después de lanzar la campaña, ya habían conseguido 26.000 euros del objetivo de 31.000. “La idea inicial era comprar material para el hospital donde ingresé”, dice, “pero a medida que conseguíamos más dinero ampliamos el tope de recaudación”.

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