El Vaticano confirma seis casos de coronavirus

La Santa Sede asegura que el Papa no es uno de los positivos, aunque uno de los contagiados comparte residencia con el Pontífice

El Papa imparte la bendición 'Urbi et Orbi' en la plaza de San Pedro vacía.YARA NARDI / POOL (EFE)

El coronavirus ha llegado también al Vaticano. La Santa Sede ha registrado seis casos positivos, según han confirmado en un comunicado. Uno de ellos, en la residencia en la que vive el Papa. Se trata de un funcionario de la Secretaría de Estado, el principal órgano de gobierno vaticano, que comparte casa con Francisco, ha contraído el virus y se encuentra ingresado en observación en un hospital de Roma. El religioso se había puesto en aislamiento voluntario al presentar alguno...

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El coronavirus ha llegado también al Vaticano. La Santa Sede ha registrado seis casos positivos, según han confirmado en un comunicado. Uno de ellos, en la residencia en la que vive el Papa. Se trata de un funcionario de la Secretaría de Estado, el principal órgano de gobierno vaticano, que comparte casa con Francisco, ha contraído el virus y se encuentra ingresado en observación en un hospital de Roma. El religioso se había puesto en aislamiento voluntario al presentar algunos síntomas de la enfermedad.

El portavoz del Pontífice, Matteo Bruni ha confirmado que se han activado las medidas de seguridad y, entre otras cosas, se han desinfectado los espacios por los que se había movido el paciente contagiado. Además, se han realizado pruebas a las personas con las que había mantenido contacto los días anteriores. Todos los residentes de la casa Santa Marta, la residencia en la que vive el Papa, han dado negativo y un empleado que trabaja con el afectado en la Secretaría de Estado ha dado positivo. Se han realizado, en suma, 170 pruebas y ni el Papa ni sus colaboradores cercanos están afectados, según ha asegurado Bruni.

El Papa vive en un pequeño apartamento ubicado dentro de esta residencia de cinco pisos y unas 130 habitaciones en las que residen sacerdotes y prelados que trabajan en el Vaticano, donde viven en total cerca de 500 personas. Francisco decidió renunciar, al inicio de su pontificado, al lujoso alojamiento en el que habitualmente vivían los Papas en el Palacio Apostólico. Desde hace unas semanas, cuando sufrió un resfriado que le obligó a cancelar gran parte de sus actos, vive prácticamente en aislamiento voluntario en su apartamento y apenas frecuenta las zonas comunes de la residencia como el comedor, como solía hacer. Come en su habitación. Según apunta el diario italiano Il Messaggero, Francisco está tranquilo por su salud personal y se ha negado a abandonar su actual residencia. “No me muevo de Santa Marta”, ha dicho a sus colaboradores.

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Tampoco celebra misas ni ningún tipo de actos con presencia de fieles. Mantiene sus eventos semanales fijos, como el rezo del Ángelus de los domingos o la catequesis de los miércoles, pero los celebra a puerta cerrada y se retransmiten en vídeo en directo a través de los medios vaticanos. Si mantiene alguna reunión con obispos o cardenales, lo hace respetando el protocolo de prevención y las distancias de seguridad.

Los Museos Vaticanos y la plaza de San Pedro están cerrados al público desde el 8 y el 10 de marzo respectivamente, como medida de prevención para evitar la propagación del virus. Gran parte de los empleados de la Santa Sede trabajan desde casa.

Francisco reza en la mayoría de las misas que celebra en la capilla de la propia residencia de Santa Marta por los enfermos de la Covid-19, sus familias, el personal sanitario que ayuda a paliar la emergencia y por todas las personas que están luchando contra la pandemia.

El viernes impartió una histórica bendición Urbi et Orbi, a la ciudad y al mundo en soledad, desde una plaza de San Pedro totalmente vacía, a media luz, envuelta en silencio y bajo una lluvia incesante. En una ceremonia sin precedentes en el Vaticano, el Pontífice presidió también una oración extraordinaria para invocar el fin de la pandemia frente a diferentes símbolos religiosos, entre ellos, un crucifijo que fue llevado en procesión en 1522 por los barrios de Roma para pedir el fin de la peste que asolaba la ciudad. “Nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”, dijo Francisco.

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