“Cuando la gente siente que pierde el control empieza a creer más en los rumores”
Andy Yap, experto en psicología del comportamiento organizacional, sostiene que el virus ha disparado nuestra sensación de pérdida de control y eso nos lleva a comprar compulsivamente
La del coronavirus es una crisis global por naturaleza, y que además se produce en un momento de hiperconexión en todo el planeta. Si en Hong Kong la población se lanza a comprar papel higiénico de manera desaforada, el resto del mundo puede verlo y compartirlo en las redes sociales. Mientras los Gobiernos se repliegan dentro de sus fronteras y economías nacionales, los ciudadanos compartimos ...
La del coronavirus es una crisis global por naturaleza, y que además se produce en un momento de hiperconexión en todo el planeta. Si en Hong Kong la población se lanza a comprar papel higiénico de manera desaforada, el resto del mundo puede verlo y compartirlo en las redes sociales. Mientras los Gobiernos se repliegan dentro de sus fronteras y economías nacionales, los ciudadanos compartimos patrones de consumo parecidos e uniformizados por las redes sociales, según Andy Yap, profesor de la escuela de negocios INSEAD de Singapur y experto en psicología del comportamiento organizacional.
Pregunta. ¿De dónde nace esta necesidad de comprar de forma compulsiva?
Respuesta. Vemos un patrón de consumo provocado por el pánico, sobre todo, porque Covid-19 es un enemigo invisible. La gente pierde la sensación de control y esa es una necesidad psicológica. Se dispara la ansiedad y el miedo. Las investigaciones que hicimos hace tres años nos demostraron que cuando la gente siente que pierde el control empieza a comprar cierto tipo de cosas que consideran útiles y solucionan problemas. Con el Covid-19, la gente compra desinfectante, detergente y mascarillas para protegerse del enemigo. A la vez, como los gobiernos confinan a la gente, se extiende el miedo de que no vaya a ser posible salir a comprar y la gente compra productos básicos como arroz o fideos y almacena.
P. ¿Cómo se explica la compra compulsiva de papel higiénico?.
R. Nos resulta muy sorprendente porque no soluciona ningún problema concreto. Covid-19 no produce diarrea. Una explicación es que cuando la gente empezó a comprar papel higiénico en masa en Hong Kong, en enero, fue cuando circulaban rumores de que el papel higiénico venía de Wuhan y, como se estaban cerrando las fronteras con China, a la gente le empezó a dar miedo quedarse sin suficiente papel higiénico. El rumor se extendió y lo que hemos aprendido es que cuando la gente siente que pierde el control empieza a creer más en los rumores.
P. ¿Somos más proclives en crisis como estas a creer noticias falsas?
R. Hay muchas noticias falsas sobre Covid-19 y la gente lo cree porque cuando pierdes el control, necesitas algo en lo que creer. Queremos respuestas, certezas. Las investigaciones nos demuestran que cuando pierdes el control empiezas a creer en patrones ilusorios.
P. ¿Hasta qué punto las estanterías vacías ejercen de efecto llamada?
R. La gente no sabe por qué compra, pero compra porque otros compran. Vemos muchas fotos de estanterías vacías en las redes sociales y eso crea una cámara de eco. Estamos encerrados en casa y recurrimos a las redes para ver lo que está pasando en el mundo y vemos esas fotos y crece la posibilidad de que quieras acumular más. Durante la epidemia del SARS [2002] en Hong Kong, la gente no acumuló papel higiénico. Entonces, no había redes sociales. Las redes exacerban el problema.
P. ¿Qué podemos hacer como individuos para contrarrestar el pánico colectivo?
R. Si cada uno compra de manera responsable, no habrá problemas, pero si una persona compra todo el papel higiénico de la tienda, habrá una reacción en cadena. Todos tenemos que ser socialmente responsables para poder reducir la sensación de pérdida de control colectiva.
P. ¿Qué peso tienen las diferencias culturales? En el caso del papel higiénico da la sensación de que es un fenómeno global. ¿Es la ansiedad más universal de lo que pudiéramos pensar?
R. Cuando se trata de comprar presas del pánico, observamos muy pocas diferencias culturales. Recuerdo que cuando la gente empezó a comprar papel higiénico en Hong Kong, mis amigos en Singapur se reían de ellos y cuando llegó el Covid-19 a Singapur, la gente empezó también a comprar. La gente en Malasia se reía entonces de nosotros, hasta que les tocó a ellos. Las redes sociales nos conectan más y las diferencias culturales se diluyen.
P. El virus es muy democrático y contagia al margen de clases sociales, pero los recursos para diagnosticarlo y para atajarlo no son iguales. ¿Qué impacto tendrá el virus en la estructura social?
R. Todavía no tenemos datos concluyentes, pero los que estamos recopilando ahora, nos hacen pensar que no todo el mundo está igual de expuesto al virus ni que le impactará igual. Si no tienes un coche por ejemplo y tienes que utilizar el transporte público, estás obligado a estar en contacto físico con más gente y por lo tanto más expuesto al virus. Lo mismo sucede con los puestos de trabajo. Hay quien puede trabajar desde casa con el ordenador, pero si eres una limpiadora, estás más expuesta.
P. ¿Existe la posibilidad de que esta crisis acabe reforzando el sentimiento de comunidad? Por naturaleza, el distanciamiento social es un reto necesariamente colectivo.
R. Totalmente. En Singapur lo vemos muy claramente. En los primeros días de la crisis había gente que fabricaba desinfectantes y los dejaban en los ascensores para que la gente los pudiera usar. Los políticos envían el mensaje de que esto lo estamos haciendo todos juntos y esto es muy importante. En tiempos de crisis se puede ver lo peor, pero también lo mejor de la gente.
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