Los hoteles de la playa de Palma podrán construir dos plantas más

La patronal de empresarios hosteleros de Mallorca llevaba tiempo reclamando una reforma

El cinturón de hoteles que rodea la playa de Palma podrá crecer en altura. Es el mayor arenal urbano de la isla de Mallorca, colonizado por el turismo de masas desde mitad del siglo XX, de cuatro kilómetro de largo y con 200 hoteles. Los edificios turísticos podrán alzar dos plantas, ocho metros más, si en la reforma se consolida una categoría de lujo de cuatro estrellas o tres llaves para los bloques de apartamentos. En el caso de que la obra nueva configure un incremento de categoría hasta cinco estrellas, se podrá obtener un 10% más de ocupación y de edificabilidad extra.

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El cinturón de hoteles que rodea la playa de Palma podrá crecer en altura. Es el mayor arenal urbano de la isla de Mallorca, colonizado por el turismo de masas desde mitad del siglo XX, de cuatro kilómetro de largo y con 200 hoteles. Los edificios turísticos podrán alzar dos plantas, ocho metros más, si en la reforma se consolida una categoría de lujo de cuatro estrellas o tres llaves para los bloques de apartamentos. En el caso de que la obra nueva configure un incremento de categoría hasta cinco estrellas, se podrá obtener un 10% más de ocupación y de edificabilidad extra.

Esta zona tenía pendiente un plan de reestructuración y modernización global desde los años noventa, para abrir más zonas verdes y derribar edificios obsoletos. En los proyectos se estudió una rebaja de la presión constructiva y una reducción de plazas turísticas para lograr más calidad de la oferta.

Esta actuación liberalizadora ad hoc, reclamada por la poderosa patronal de empresarios hoteleros, será aprobada, por decreto ley, -sin debate previo- por el Gobierno de Baleares del PP. “Somos los facilitadores de la inversión”, explicó el presidente regional, José Ramón Bauzá.

Es una medida que se considera de aliento a la inversión y mejora de la calidad. Con decisiones excepcionales se reducen a la mitad los trámites de licencias y permisos. En la playa de Palma se comercializan 40.000 camas, unos doscientos hoteles y se emplea directamente a más de 5.000 trabajadores.

"Tenemos las ideas muy claras. [...] No nos preocupa tanto la reacción como que tenemos la absoluta convicción de que vamos por el buen camino, pero no creo que haya reacciones negativas", manifestó el consejero de Turismo, Carlos Delgado, antes de que llegaran las posibles críticas de los proteccionistas y de la izquierda.

El responsable de Turismo negó que sea una acción "depredadora", según el lenguaje de la oposición. "No me preocupa en absoluto, si hay una planta o dos más cuando es un hotel de cuatro estrellas totalmente renovado...¿a quién le va a importar eso?", se preguntó. Inicialmente la medida se centra en la playa de Palma pero no se descarta que se extienda a otras zonas saturadas del litoral de las Baleares.

Los ecologistas del Grupo de Ornitología de Baleares GOB han señalado que, de entrada, les parece bien que se anime la rehabilitación antes que las nuevas construcciones. Pero los proteccionistas desdeñan que, como creen habitual, se dé un caso más de "urbanismo a la carta" para favorecer sectores que podrán evitar cumplir la normativa y sus plazos.

“Es una operación a la americana, acciones concretas excepcionales como en Estados Unidos. En la Playa de Palma no hay planes urbanísticos, ni competencias municipales, por la suspensión del planeamiento", explicó un abogado de Mallorca especializado en Urbanismo que colabora con el GOB. Se estaba en una situación de impasse, a la espera de nuevos planes de reforma que no se podrán culminar.

La operación altura es un adiós a la prevista reforma de la playa de Palma, tras casi una década de planes, anteproyectos, polémicas empresariales, vecinales y consorcios de instituciones. Quedan en papel mojado todas las previsiones y estudios para esponjar, modernizar la zona considerada “madura” por todos los Gobiernos del PP y del PSOE.

En 2004, el que era líder de la patronal de los hoteleros de la zona, Jordi Cabrer, describió la playa de Palma como "un destino en el que existe caldo de cultivo para esa reconversión de la industria. De ahí el franquismo sacó petróleo, muchas divisas. Ahora el Estado debe actuar para que ésta no se degrade y acapare turismo marginal", decía mientras reclamó “la dignificación del entorno y de la calidad”.

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