Tres años de cárcel por ayudar a un hombre a suicidarse

El procesado compró la heroína con la que un enfermo se quitó la vida

Raimon Solà sufrió hace nueve años “una experiencia extremadamente dolorosa”. Se separó de su mujer, con la que tenía dos hijos, y dedicó su vida al “campo de la mejora personal” y a ayudar a los demás, explica en su blog. En El Xiprer (El Ciprés), un centro donde acudía a repartir comida para los pobres, conoció a Javier Robles. Este estaba sumido en una profunda depresión y Solà se ofreció a prestarle “servicios de acompañamiento” a cambio de dinero que, supuestamente, enviaba a una ONG.

Solà, de 48 años, se comprometió a escucharle y asesorarl...

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Raimon Solà sufrió hace nueve años “una experiencia extremadamente dolorosa”. Se separó de su mujer, con la que tenía dos hijos, y dedicó su vida al “campo de la mejora personal” y a ayudar a los demás, explica en su blog. En El Xiprer (El Ciprés), un centro donde acudía a repartir comida para los pobres, conoció a Javier Robles. Este estaba sumido en una profunda depresión y Solà se ofreció a prestarle “servicios de acompañamiento” a cambio de dinero que, supuestamente, enviaba a una ONG.

Solà, de 48 años, se comprometió a escucharle y asesorarle para ordenar sus emociones. En esos encuentros, Robles, de mediana edad, le confesó que había intentado suicidarse, sin éxito, en diversas ocasiones. El hombre, que recibía tratamiento psiquiátrico y sufría depresión crónica y trastorno de personalidad, pidió a su guía que le ayudase a encontrar la mejor forma de quitarse la vida sin sufrir. “Si un día estás cansado de todo y quieres irte al otro barrio pues también te ayudaré si quieres”, le dijo Solà en uno de esos correos. El 28 de enero de 2010, Solà contactó con unos toxicómanos gracias al enlace de una monja y compró un gramo de heroína con 60 euros que le había dado Robles. El hombre se inyectó la heroína junto con otros compuestos y murió.

Solà aceptó este lunes una pena de tres años de cárcel por un delito de cooperación al suicidio. La fiscalía solicitaba 10 años de prisión, la mitad de ellos por un supuesto delito de tráfico de drogas. El ministerio público aceptó, sin embargo, que no hubo daño a la salud pública y retiró los cargos tras alcanzar una conformidad con el acusado.

La víctima ya estaba convencida de suicidarse, de modo que Solà no actuó como inductor, aunque sí como colaborador por comprar la droga. Su defensa pedirá el indulto.

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