Mai Meneses: “Soy más feliz en el fracaso que en el triunfo”
Mai Meneses, más conocida como Nena Daconte, aborda en un descarnado relato cómo las adicciones y la salud mental marcaron su carrera.
Mai Meneses (Madrid, 44 años) quería que su biografía tuviera un final feliz. No era tarea sencilla, teniendo en cuenta que la historia de la cantante en Tenía tanto que darte (Plaza & Janés) –título también de su mayor éxito–, conjuga con crudeza derrota y desgarro. La compositora confiesa ahora la espiral de autodestrucción en la que se sumió cuando Nena Daconte lideraba listas y colmaba plazas, cuando el alcohol y las drogas opacaban la toxicidad de su entorno y cuando su mente transformó el éxito en depresión y paranoia. Pero Mai, que regresa a los escenarios tras años de sile...
Mai Meneses (Madrid, 44 años) quería que su biografía tuviera un final feliz. No era tarea sencilla, teniendo en cuenta que la historia de la cantante en Tenía tanto que darte (Plaza & Janés) –título también de su mayor éxito–, conjuga con crudeza derrota y desgarro. La compositora confiesa ahora la espiral de autodestrucción en la que se sumió cuando Nena Daconte lideraba listas y colmaba plazas, cuando el alcohol y las drogas opacaban la toxicidad de su entorno y cuando su mente transformó el éxito en depresión y paranoia. Pero Mai, que regresa a los escenarios tras años de silencio, tenía claro que el final de este ejercicio terapéutico debía ser feliz. “Porque en la vida, pase lo que pase, te puedes volver levantar”.
Cuando se ofrecen 200 conciertos en un año, ¿una sabe en qué ciudad se despierta?
No, no te enteras de nada. Es la misma sensación que en Atrapado en el tiempo: el concierto y la gente son los mismos. O haces el esfuerzo de darte un paseo en vez de dormir la siesta o cada día es igual.
¿Y cómo lo consiguen las grandes estrellas?
Son como deportistas de alto rendimiento. Aitana, Bisbal… me los imagino muy organizados y centrados en su trabajo. Y Rosalía ya ni te cuento, seguro que no se bebe ni media cerveza antes de salir al escenario.
¿Le sienta mejor la derrota que el éxito?
Sí, soy más feliz en el fracaso que en el triunfo. Cuando tenía éxito y todo iba fenomenal tenía una guerra interna demasiado grande. Si me volviera ahora quizá lo viviría desde una perspectiva más calmada.
Define Tenía tanto que darte como una catarsis ayudada con sustancias. ¿Asusta componer un éxito con la conciencia alterada?
Claro, porque nunca más lo vas a repetir. A veces me pregunto si mis canciones ya no son tan buenas porque no llego tan adentro, pero no merece la pena probarlo. Me doy por satisfecha con tener solo un éxito en mi carrera. No todos lo tienen.
¿Se pueden escribir buenas canciones sin llegar a esos lugares tan oscuros?
Me cuesta, me cuesta. Componer el disco de Tenía tanto que darte fue el peor momento de mi vida. Necesito volver a ese lugar para crear, no desciendo tan abajo, pero sí lo intento.
¿Alguna vez deseó no haber compuesto esa canción?
Deseaba no haber compuesto nada nunca. Todo me sobrepasaba. Tras cinco años de silencio me reconcilié con las canciones, miré para atrás y vi lo que había hecho estaba bien, que tengo una voz especial y buenas melodías. Si lo que hago les llega a mis tres fans, genial.
¿Lo de los tres fans es una figura retórica o de verdad son solo tres?
A lo mejor son cinco, pero sí, existen y mantenemos una relación personal. Al principio los miraba como fans, pero luego bajé a la tierra y quise conocer más sobre quiénes son y sus vidas. Algunos incluso se han casado entre ellos.
¿Como se pone fin a una relación tóxica cuando tu pareja es la música?
Es muy difícil porque implica renunciar a tu sueño. Yo supe que tenía que cambiar todo: me fui a casa de mis padres, acudí al psiquiatra y me mediqué. Cuando terminó mi contrato quise dejar la música para siempre. Quería olvidarme de intentar ganar, de estar a la altura, de cumplir las expectativas.
Estamos acostumbrados a ver a estrellas de Hollywood hablando sobre sus adicciones. ¿Es un tabú en España?
Puede ser. En Estados Unidos, por ejemplo, se destaca mucho que el fracaso te convierte en una persona exitosa. Los fallos que has tenido para llegar a un sitio cuentan para bien. Aquí todo eso nos cuesta más.
¿Cómo ocultó tan bien sus problemas con las drogas?
Sí se los contaba a mi compañero Kim, pero él nunca se creía nada. Se me iba la olla con los porros, pero no me ayudaba. La gente de mi entorno no me tenía cariño. Y lo que pasa en nuestra cabeza es tan íntimo que puedes vivir un calvario durante mucho tiempo sin que nadie lo sepa.
Su madre lloró cuando supo que iba a entrar en Operación Triunfo y le dijo que iba a ser una desgraciada. ¿Estaba en lo cierto?
No, pero que me dijera de todo sí que fue una losa. Quitarse esa crítica es más difícil que la de alguien que no conoces. Para mis padres la música es como si nunca hubiera existido. No me preguntan ni le dan importancia.
Aquel casting fue la oposición más difícil de la historia: 80000 candidatos para 16 puestos. ¿Volvería a intentar sacar plaza?
Sí, pero iría con la mentalidad de comerme el mundo. Fue entrar allí y tener una timidez enorme: me daba vergüenza hablar, cantar, bailar… Trataría de explotarme un poco más a mí misma, pero fue una experiencia muy positiva.
En los castings de OT le acompañó su “pantalón de la suerte”.
Era un pantalón negro de Zara, que ya jubilé. Siempre fui muy desastre con la ropa, así que era capaz de elegir un pantalón y seguir poniéndomelo porque me había ido bien la vez anterior. No me interesaba la moda.
Dice que no tenía “carisma, contactos, presencia, inteligencia o reputación en los medios”. ¿Por qué triunfó entonces?
Yo tenía melodías bonitas, que le llegaban a la gente. Pero en se momento veía que yo no tenía nada: no era carismática, no sabía moverme en el escenario… Pensaba que la causa del éxito era de la discográfica y del dinero que habían puesto para que la rueda siguiese girando.
Califica a los artistas como personas a las que les gusta llamar la atención. ¿Se puede triunfar como cantante sin tener un gran ego?
Creo que no, porque hay que inventarse un personaje para que te escuchen. Yo veo a mucho artista esperpéntico… llegan a un sitio, solo hablan ellos y todo el mundo tiene que hacerles la ola. A mí eso me sorprende.
Tras vivirlo y sufrirlo en primera persona, ¿cómo define el mundo del artisteo?
Es como el de la noche: un mundo superficial y lleno de ingredientes extremos. Es una relación esporádica, alocada e interesada. Cuando se acaba la fama, se acaba el romance.
Su marido trabajó en el gabinete de Presidencia de Rajoy. ¿Llegó a cantar en La Moncloa?
Nunca. Y me hubiera negado porque odio la política y todo lo que tiene que ver con ella. Siempre me costó acompañar a mi marido a ciertos actos porque no me quiero significar a favor de ningún partido.
¿Ha cambiado mucho la industria en este tiempo?
Ahora todo es más rápido. Da igual el resto del disco, una vez al mes hay que sacar un hit, una colaboración. Las letras son más cercanas y directas, llegan a un público joven, pero me parecen muy simples, ya no hay metáforas. Musicalmente estamos muy alatinados y ahí no me sé mover.
Cuándo va en el coche y suena en la radio Nena Daconte, ¿qué hace?
Si voy con los niños, la subo y empiezo a gritar, ‘¡Qué soy yo!’. A ellos les hace ilusión. Si voy sola, lo más seguro es que la cambie…