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Carolina Herrera pone a bailar a Madrid

Es el primer gran desfile internacional celebrado en la capital y la primera vez que la firma presenta su colección de temporada fuera de la semana de la moda de Nueva York

La plaza Mayor de Madrid, el lugar donde se celebró el jueves el desfile de Carolina Herrera, era más que un escenario. No solo por las dimensiones de una presentación poco habitual en la capital, que ha congregado a 800 invitados —150 de ellos internacionales— y ha sentado en el mismo banco a artistas como Sebastián Yatra, Amaia, Becky G, Tokischa o Bb trickz, it girls primigenias como Olivia Palermo y Alexa Chung, modelos como Vittoria Ceretti y Karolina Kourkova, actrices como Ana Rujas o Aitana Sánchez-Gijón, cineastas como Pedro Almodóvar, el alcalde de Madrid y una nutrida representación de la farándula, de Mar Flores a las nuevas celebridades de las redes sociales. En la plaza, los clientes de los bares de los soportales, abiertos durante el desfile, contemplaban con curiosidad la larguísima pasarela —casi un kilómetro lineal— rosa pálido y el bullicio habitual en los desfiles de moda.

El espectáculo estaba dentro y fuera de la pasarela, tanto por una banda sonora eufórica con himnos como Fotonovela de Iván, Cómo pudiste hacerme esto a mí, de Alaska y Dinarama, o No controles, de Olé Olé, como por la propia ropa presentada. La colección primavera-verano 2026 de la firma neoyorquina está recorrida por una iconografía muy madrileña. La víspera del desfile, el director creativo de la marca, Wes Gordon, contaba en primicia a este periódico que conoce muy bien la capital española desde su época de estudiante y, quizás por ello, su nueva colección es especialmente voluminosa, con 77 looks que la convierten en la más larga de su carrera.

De hecho, la primera modelo en pisar la pasarela color rosa pálido, la española Miriam Sánchez, lo hacía con un teatral vestido negro inspirado en los retratos cortesanos del siglo XVII. “Quería que el primer look fuese negro, porque no es lo que la gente espera de mí, y también porque me recuerda al Prado”, afirma el diseñador.

Cuando el estadounidense fue nombrado director creativo en 2018, la casa neoyorquina propiedad de Puig ya contaba con una historia propia, marcada por la personalidad de su fundadora y por algunos iconos de estilo. Pero, desde la llegada de Gordon, Carolina Herrera ha definido sus códigos y pulido un lenguaje propio que se explica sin necesidad de acotaciones. ”He querido jugar con mezclas de violeta y amarillo o rojo y fucsia”, cuenta el diseñador, conocido por su empleo de los colores y por un cierto aire de teatralidad que se traduce en vestidos imponentes, de volúmenes generosos y tejidos vaporosos, algunas prendas estrella —como la sempiterna camisa blanca— y un puñado de estampados inmediatamente reconocibles.

A ello ayuda que, a lo largo de estos años, la división de belleza de la firma, liderada por Carolina A. Herrera, hija de la fundadora y con experiencia en la sección de perfumes, haya insistido en esos mismos códigos a través de sus colecciones de maquillaje y fragancias. No en vano el desfile coincide con el lanzamiento del nuevo perfume de la casa, La Bomba, una celebración de la espontaneidad y el entusiasmo que habla de las raíces latinas de la casa.

El Madrid que ha retratado Wes Gordon tiene algo de todo eso: costumbrismo, barroco, heterodoxia pop y una buena dosis de juerga. Por eso la colección, la primera de temporada que la firma presenta fuera del calendario de Nueva York —sus recientes desfiles en Brasil y México eran colecciones Resort, más reducidas y destinadas a mercados emergentes— presenta una saturación iconográfica poco habitual. Hay guiños a las flores de Madrid: rosas estampadas en vestidos de gasa, claveles bordados y violetas recreadas con bordados tridimensionales. “La Movida es mi época favorita de Madrid”, explica el diseñador. De ello daba fe la banda sonora. También sus homenajes a los ochenta, especialmente al Almodóvar de Mujeres al borde de un ataque de nervios, que le permiten experimentar con trajes de chaqueta de líneas gráficas, estampados de cuadros y colores saturados.

Desde que comenzó a celebrar desfiles fuera de sus ubicaciones habituales, Carolina Herrera trazó también unas directrices para que estos proyectos fuesen más allá del alquiler de un espacio. Por ejemplo, trabajar con modelos locales. En el desfile han participado Esther Cañadas, Marina Pérez, Blanca Padilla, Rolf, Mayka Merino, Julia Pacha, África Peñalver o Neus Bermejo. Además, los diseños también incluían, en la parte central de la presentación, varias colaboraciones con firmas locales ligadas a la artesanía y los complementos. Por ejemplo, tres versiones de los célebres vestidos con hilo invisible que Sybilla popularizó en los noventa, y capas castellanas de la veterana casa Seseña. “Carolina y Reinaldo Herrera siempre han sido muy aficionados a estas capas, y me fascinó descubrir que las hace esta casa centenaria”, apunta Gordon.

También hay distintas variaciones de la camisa blanca, la prenda más emblemática de la casa, reimaginadas por Palomo Spain con ornamentos y detalles de modistería. ”La camisa blanca es la prenda que más me gusta diseñar”, explica el cordobés, “cuando me llegó esta propuesta de Carolina Herrera pensé en el Prado y en mis colecciones anteriores, y he podido trabajar con total libertad”.

Hay una claridad de ideas notable en el trabajo de Wes Gordon, cuyo terreno no es tanto lo cotidiano como las prendas de impacto, especialmente vestidos largos y cortos, de encaje y con bordados, estampados llamativos, trajes de líneas marcadas, volantes, flores y lunares. En esta ocasión la firma ha desarrollado también varios modelos de bolsos propios, lo cual es otra novedad, ya que habitualmente son responsabilidad de CH Carolina Herrera, la firma de moda que fabrica bajo licencia la empresa gallega STL. Estos nuevos bolsos tienen formas arquitectónicas que recuerdan al lazo o al abanico, e inciden en el lenguaje de la casa.

La Carolina Herrera que ha desfilado en Madrid es la marca de prêt à porter que tiene su sede y taller en Nueva York y que compite en calidades, precios e impacto mediático con la primera división del lujo. Su red de puntos de venta es reducida, pero su imaginario marca el paso al resto de líneas y divisiones de la marca.

Después del desfile, concluido con la banda sonora de Porque te vas, de Jeanette, una fiesta en el Casino de Madrid recordaba que la ciudad no solo es conocida por sus museos, sino también por su vida nocturna. Por eso el desfile de Carolina Herrera, retransmitido en directo mediante una pantalla en Callao, inmortaliza un Madrid muy concreto: el del casticismo sofisticado que seduce a una nueva comunidad internacional atraída por una ciudad cuyo mercado inmobiliario no deja de enloquecerse pero cuyos restaurantes nunca cierran. De hecho, los establecimientos de hostelería de la plaza han permanecido abiertos durante el desfile, con sus clientes siguiendo el evento desde las terrazas, igual que los vecinos que lo observaban desde las vallas. Una imagen que tal vez explique, mejor que cualquier otra, por qué Carolina Herrera ha elegido Madrid para celebrar un evento sin precedentes en la capital.

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