La vida después del orgasmo: qué le ocurre al cuerpo y la mente tras alcanzar el clímax
Con el orgasmo segregamos hormonas como la oxitocina, la melatonina y las endorfinas que influyen notablemente en nuestro bienestar emocional. En lo físico, la Sociedad Española de Cardiología asegura que tiene múltiples beneficios para la salud
Sube la presión arterial, se produce un aumento de la frecuencia cardiaca, la respiración se acelera cada vez más y, finalmente, el cuerpo libera la tensión acumulada. Así se produce un orgasmo. “Algunos lo describen como una explosión de placer, pero cada cuerpo lo puede experimentar de una forma diferente”, asegura Ana García, psicóloga sexóloga especializada en Terapia de pareja y terapia sexual, con consulta en Madrid.
Para ella, la experiencia es totalmente subjetiva y depende de factores tanto físi...
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Sube la presión arterial, se produce un aumento de la frecuencia cardiaca, la respiración se acelera cada vez más y, finalmente, el cuerpo libera la tensión acumulada. Así se produce un orgasmo. “Algunos lo describen como una explosión de placer, pero cada cuerpo lo puede experimentar de una forma diferente”, asegura Ana García, psicóloga sexóloga especializada en Terapia de pareja y terapia sexual, con consulta en Madrid.
Para ella, la experiencia es totalmente subjetiva y depende de factores tanto físicos como psicológicos. “Estos pueden ir desde la estimulación física, las emociones, las circunstancias de cada persona hasta los factores ambientales”, afirma García. Según la sexóloga y psicóloga especialista en Terapia de Pareja del Instituto Centta, Silvia Cintrano, a nivel físico un orgasmo es siempre igual, es decir, es el reflejo involuntario que se tiene cuando el cuerpo entiende que tiene que liberar toda la tensión sexual acumulada. No obstante, se puede obtener de múltiples maneras.
“En las mujeres suele venir acompañado de contracciones musculares en útero, vagina y recto, y en ocasiones de otras partes del cuerpo. Además, puede aparecer la desconocida eyaculación femenina en mayor o menor grado, que no es de otra cosa que un líquido transparente compuesto por diferentes sustancias como los antígenos prostáticos, enzimas, glucosa y fructosa segregado por las glándulas de Skene. En los hombres se produce contracción en el pene, la uretra y el esfínter, y suelen eyacular”.
La sensación de liberación repentina viene acompañada en las mujeres de entre tres y 15 espasmos musculares en los genitales espaciados cada 0,8 segundos. En los hombres, dicha liberación suele acompañarse con la aparición de la eyaculación, no en forma de flujo constante, sino impulsada por entre tres y 8 “ráfagas” llamadas sacudidas, comenta la experta. Por lo general, el orgasmo masculino dura como máximo 10 segundos, y el femenino puede prolongarse unos segundos más. Una vez esto ocurre se pasa a la llamada fase de resolución. “En este momento, todo el organismo vuelve a la fase inicial de reposo: vuelve el ritmo respiratorio y cardiaco habitual y la presión arterial se restablece”.
Como los cambios que se han producido generan un desgaste en el organismo, en la fase de resolución el cuerpo se relaja. “Se considera que la fase de resolución puede durar entre cinco minutos y una hora hasta que todo vuelve al estado inicial de reposo. Dicha fase suele ser más larga en mujeres que en hombres”, afirma. En este momento, se libera una hormona llamada prolactina, que muchas veces actúa como un inhibidor de la respuesta sexual. “Esto ocurre sobre todo en los hombres, que necesitan un periodo refractario en donde necesitan descansar. En las mujeres, este periodo es mucho más corto, ya que pueden ser multiorgásmicas, por lo que algunas veces sigue estando esa necesidad de continuar con la práctica sexual”, asegura el psicólogo, sexólogo y director de Psicopartner, Ángel Luis Guillén.
Durante el orgasmo también se liberan otras hormonas como la oxitocina, que es la hormona que ayuda a que establezcamos una conexión emocional con la pareja mientras se inhibe la producción de la hormona del estrés. También se libera melatonina, la hormona encargada de regular el reloj corporal, por lo que favorece la calidad del sueño y lo mejora. Además, durante el orgasmo también segregamos endorfinas, que son las que generan bienestar y felicidad, explica Guillén.
¿Qué pasa después de un orgasmo en nuestro cerebro?
A nivel psicológico, “el orgasmo genera cierto estado alterado de conciencia”, explica Megwyn White, sexóloga certificada y directora de educación de Satisfyer, que aclara que en ambos sexos el clímax desencadena una respuesta bioeléctrica de sustancias químicas del placer que se liberan en el cerebro. Los estudios no han podido demostrar ningún cambio significativo entre los sexos en cuanto a cómo se experimenta el orgasmo en el cerebro. El fenómeno principal que se observa en primer lugar comienza con un oscurecimiento del córtex prefrontal, la parte pensante, que nos permite dejarnos llevar y que desaparezcan los impulsos inhibitorios.
Para la sexóloga Florencia Arriola las emociones juegan un papel clave. “Es habitual que muchas personas lloren después de orgasmar, rían, estornuden o, incluso, sientan rechazo por la persona con la que acaban de tener un encuentro. Es un momento de liberación, una respuesta total del cuerpo que también se puede traducir en una necesidad de abrazos y mimos”.
Según ha concluido el profesor de Sexología y máster en Sexología de la Universidad de Alcalá Bruno Martínez Santiago, las propias viviencias de las personas influyen mucho a la hora de alcanzar o no los orgasmos. “Esto está mediado por la biografía personal de cada uno. Aquí no hay diferencias por sexos, sino por nuestros comportamientos según las vivencias que hayamos experimentado a lo largo de los años”. Un estudio descubrió que una posible barrera para que las mujeres lleguen al orgasmo podría ser el hecho de que ellas parecen dar prioridad al orgasmo de su pareja sobre el suyo propio.
Además, si el aprendizaje sobre su sexualidad ha sido adecuado, sin culpas ni sentimientos negativos, se vivirá de forma positiva, generalmente de forma agradable y placentera. “Si no ha sido así, comenzarán los sentimientos de culpa y rechazo, que dejarán un sentimiento desagradable sobre su experiencia”, asegura el sexólogo. “Tenemos un problema cultural: creemos que todo orgasmo tiene que ser buenísimo o no es un orgasmo. No siempre tiene que ser esa maravilla que nos han vendido”, añade.
Una cuestión de salud cardiovascular
Sin duda, los orgasmos tienen muchos beneficios en la salud. “Cuando se experimenta un orgasmo, la tensión arterial sube y el cuerpo libera diversas hormonas: adrenalina, endorfinas y oxitocina en el caso de las mujeres. Estas sustancias actúan en nuestro organismo como vasodilatadores permitiendo una mejor circulación de la sangre y evitando así los coágulos. La mejora de la circulación ayuda a mantener una mejor salud cardiovascular”, asegura el doctor Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que afirma que tener un orgasmo equivale a quemar 95 calorías.
Desde la SEC explican que “en 1976 se relacionó la falta de orgasmos con un mayor riesgo de problemas cardiovasculares en mujeres”. Tras estudiar a un grupo de 100 mujeres que habían sufrido un infarto, se descubrió que el 65% no sentían placer durante el sexo. En el grupo de control de mujeres sin problemas cardiovasculares, en cambio, ese porcentaje era del 24%.
Esto no solo ocurre en mujeres. Según un estudio del American Journal of Cardiology, “los hombres que mantenían relaciones sexuales dos veces por semana tenían hasta un 50% menos de probabilidades de sufrir un infarto que aquellos que lo hacían una vez al mes”.
Todo ser humano tiene la potencialidad de desencadenar un orgasmo. “Lo que ocurre es que no todo el mundo ha dedicado tiempo para conocerse, explorar sus zonas erógenas, averiguar cuáles son las prácticas que más disfrutan, etc., y terminan delegando en el compañero sexual la responsabilidad de su placer”, aclara Cintrano. Según un estudio realizado en 2016, entre el 10% y el 14% de las mujeres son incapaces de llegar al orgasmo en el transcurso de su vida.
Dado que los orgasmos se experimentan en el cerebro, no siempre necesitamos el tacto para experimentarlos. Megwyn White lo tiene claro: “También podemos experimentar el orgasmo a través de nuestra imaginación y nuestra mente. Se calcula que alrededor del 10% de la población es capaz de hacerlo, es lo que se llamaría autoerótica”, explica la experta. También está documentado que se puede llegar al orgasmo en sueños.