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Raquel Piñeiro: “El nacional flamenquismo va como un tiro, desde los tiempos de Mérimée hasta Rosalía”

Esta periodista especializada en cultura popular ha escrito un atlas del cine en España que funciona como un tratado de historia concebido para entender cómo ha cambiado el país

Raquel Piñeiro (Vigo, 1982) es una de esas periodistas con un ojo entrenado para interpretar el significado oculto de elementos aparentemente inofensivos de la cultura popular. Su último libro, Un país en la pantalla (GeoPlaneta), se lee como un atlas del cine en España pero también como un tratado de historia que permite entender cómo ha cambiado el país ante las cámaras de los directores y bajo las plumas de los guionistas, todo haciendo un recorrido riguroso, casi obsesivo, por las localizaciones reales e imaginadas del celuloide español. De hecho, nos cita en la Plaza de los Cubos porque le parece un lugar “telúrico” y explica: “Esta plaza sale en Arrebato, porque aquí vivió Zulueta. También en varias de Almodóvar. En los 90 era un lugar de reunión de neonazis en España. Es increíble que en un lugar tan céntrico puedan ocurrir este tipo de cosas con absoluta impunidad y a la vista de todo el mundo sin que nadie hiciese nada. Tristemente es muy cinematográfico. Y muy español”.

Pregunta. En su libro dice que la españolada es un género dificilísimo de definir pero muy fácil de identificar, así que le voy a hacer la faena de pedirle que me lo defina...

Respuesta. Es una comedia, en la que hay un poquito de sexo, no mucho, canciones tiene que haber también. No puede tomarse en serio a sí misma y los espectadores la miramos con desprecio pero siempre la vamos a ver. Funciona desde el ‘landismo’ hasta sagas actuales como Padre no hay más que uno.

P. ¿Qué españolada cree que refleja mejor un cambio fundamental para la sociedad española?

R. Vente a Alemania, Pepe es una película sobre la emigración en los años 60 hacia Europa. Hay un momento en el que el personaje de Alfredo Landa llega a una pensión en en Múnich y se encuentra a un refugiado de la Guerra Civil que interpreta Antonio Ferrandis, el futuro Chanquete. En pleno franquismo se habla del exiliado de guerra como un hombre que no vuelve a casa porque no le da la gana, en ningún momento se deja ver que no regresaba porque lo fusilaban o lo metían en la cárcel. Luego Landa vuelve corriendo a su Aragón natal cuando ve pasar un autobús de coros y danzas. No soporta la nostalgia y al final no hay nada como España.

P. ¿Se la recomienda a todos esos jóvenes de hoy convencidos de que el problema de España son los migrantes?

R. Landa intenta ir a trabajar fuera con un visado de turista. Es una película que en absoluto tiene una intención moralizante en ese sentido pero recomiendo verla justo por eso: porque te enseña mucho sobre cómo eran las cosas entonces y cómo funcionan todavía a día de hoy. Yo he escuchado mucho en la generación anterior: “Nosotros cuando íbamos a otros países íbamos a trabajar y entrábamos con todo legal”. Mentira cochina. Si en una película aceptada por el Régimen aparece ese chanchullo… ¡imagínate cómo serían las cosas!

P. Usted explica que en el cine español la España vaciada existe casi desde el siglo XIX. ¿Qué “vaciado” le ha impresionado más?

R. Todas las películas rodadas en Torremolinos, Benidorm, Marbella, La Manga del Mar Menor en general durante el desarrollismo incluyen un montaje con planos en los que se ve un pueblecito humilde de pescadores, un señor llevando un carro con un burro y de repente la voz en off del locutor que empieza a hablar sobre el turismo y el trabajo de las grúas en evolución. “Antes solamente veraneaban los reyes, ahora lo puede hacer todo el mundo”. Es fascinante cómo las cámaras plasmaban en tiempo real esa transformación. Mientras tanto, había documentales como España insólita, de Javier Aguirre, donde se ven romerías populares en las que aún había jovenes de 20 y 30 años.

P. Repasando mucha filmografía habla de “nacionalflamenquismo”. ¿Cree que está volviendo esa identificación de lo español con lo andaluz?

R. Nunca ha desaparecido en parte porque económicamente ha funcionado como un tiro desde los tiempos de Merimée, pasado por el Spain is different hasta Rosalía y es en parte por su carácter diferencial. El Sur tiene esta cosa del Al-Ándalus mitificado que es única. Esa condición de territorio híbrido lo hace muy particular. Y de hecho ese es el motivo por el que, por ejemplo, Juego de Tronos se terminó rodando en España. Vinieron a rodar aquí porque en los libros originales había la descripción de uno de los reinos que claramente era Al-Ándalus.

P. Sin embargo a Orson Welles, cuenta, le fascinaron los vascos. Y también Franco. ¿Por qué hubo tanto supuesto antifascista tolerante con el Régimen?

R. Tiene que ver con que eran ricos y famosos y es mucho más sencillo vivir en una dictadura, por sangrienta o represiva que sea, cuando tienes la capacidad económica y sobre todo los contactos. Orson Welles en Estados Unidos no tenía un duro, pero aquí era el rey del mambo. Era una vida regalada y les trataban bien. Al régimen no le interesaba que él volviese hablando mal de España, ni que lo hiciese Sinatra, que lo hizo.

P. ¿Y cree que Sinatra de verdad odiaba España porque era antifascista?

R. No, yo creo que era un ataque de cuernos porque su mujer le fue infiel con Mario Cabré. Eso no quita que tuviese unas simpatías izquierdistas pero el verdadero cabreo se produjo porque se emborrachó en el hotel Pez Espada de Torremolinos y tuvo un altercado con la policía. Esa especie de bula con la que contaban las estrellas falló en ese momento.

P. ¿Qué censura es peor? ¿La de la que le hizo la República a Las Hurdes de Buñuel o la que le hizo el Gobierno del PP a la serie 14 de abril. La República?

R. Probablemente se pierde mucho más por no haber visto Las Hurdes que no por no haber visto la serie 14 de abril La República, que censuró durante un tiempo el Gobierno de Rajoy, porque las virtudes artísticas de la primera son mucho mayores. No tenemos que plantearnos qué censura es peor, sino cómo es posible que en el siglo XXI siguiera habiendo este tipo de censura. Las dos son espantosas, pero la que resulta más incomprensible a día de hoy es la que nos la que nos toca más de cerca.

P. ¿Dónde cree que debería localizarse la película basada en La península de las casas vacías?

R. A David Uclés le sigo desde cuando vivía con su exmarido en los Alpes franceses. Ya entonces hablaba, de escribir una novela sobre la guerra civil en clave de realismo mágico. Yo pensaba “Pobrecito”. Pues pobrecita, yo. Tiene que rodar en Aragón, porque son unos paisajes que te pueden servir para representar de Castilla a Valencia y el Norte también. Y además está el frente del Ebro. Son paisajes que cuando los ves piensas: guerra civil.

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