9 extravagancias y una tendencia aburrida

La cosmética contemporánea, en su eterna huida hacia adelante, es como un paseo por Miami Beach

Anabel VázquezPlató S Moda

Este verano estuve en Miami. Siempre que voy (lo digo como si fuera Shakira y viajara allí con frecuencia) me embobo mirando melenas, biquinis, vestidos de rejilla, actitudes. Me encanta ese exceso y que la vista tarde 10 segundos en normalizarlo. Cuando todo es extravagante nada lo es. Pienso cómo se podría llamar la atención paseando por Ocean Drive y cenando en el hotel W y concluyo que con un pantalón beige de pinzas, una camisa blanca oversize, la melena secada al viento y la cara no-maquillada, que es una forma de maquillarse, como ya sabemos desde hace una década. No pretendo ser ingeniosa ante mí misma: creo que sería la única forma de destacar allí.

La cosmética contemporánea, en su eterna huida hacia adelante, es como un paseo por Miami Beach. Todo son rarezas, nuevos ingredientes, formatos curiosos y cuidados de partes del cuerpo, hasta ahora, olvidadas, como la zona íntima. Existen vulva masks, y los expertos han puesto el grito en el cielo, ya que pueden dañar la piel y, sobre todo, son innecesarias. Así pienso yo cuando las veo; suelto un “ooyoyoy” sin reparar en que tengo en la estantería un exfoliante de sal del Himalaya para el pecho. Al contrario que la vulva mask, usar Miracle Pink Breast Scrub, de la marca Booby Tape, me parece una decisión sensatísima. La justifico así: tiene sentido que la zona esté limpia y pulida. A ver, Anabel, corazón, no necesitas exfoliarte el pecho, no te vuelvas loca. Pues sí, me vuelvo.

Procedo a repasar más extravagancias. Descubro en redes los faciales para bebés y ojalá pudiera des-ver las fotos de las criaturas con la felpa en la cabeza. A qué mente perversa se le han ocurrido. My Bum es una marca de productos para aliviar las hemorroides. Hasta ahí todo es normal, lo curioso es que es… bonita y moderna. Parece inventada para llevar uno de sus productos en el bolso y que provoque el siguiente diálogo: “Ay, me encanta, ¿qué es eso?”. “Unas toallitas húmedas chulísimas para las almorranas”. Me encanta el presente, no me da tregua. TikTok ha puesto de moda una crema que, desde su nacimiento en 1899 en Vermont, se formuló para curar las ubres a las vacas. Se llama Bag Balm y ahora se usa para hidratar la piel y los labios secos de los humanos. No maten a la mensajera, por favor. Descubro que en Francia existe Intacte, una plataforma que vende cosmética “que no se puede vender”, es decir, con defectos de packaging, por ejemplo. Sus fundadoras, Gabrielle Flipo y Olivia Bally, quieren dar una segunda vida a los productos. Espero probar los chupachups de Lemme, que prometen dejar la piel luminosa. Leo que el último lanzamiento de Le Labo es Coriandre 39, una fragancia inspirada en la Ciudad de México que tiene al cilantro en el corazón. Como buena cilantrista, sé que me gustará porque promete ser verde, fresca y controvertida, como la propia hierba. Existen retiros para mujeres perimenopáusicas y menopáusicas y a mí me dan una pereza infinita; mientras lo escribo bostezo.

Las excentricidades cosméticas me suliveyan, no lo puedo evitar. Sin embargo, puedo ser muy aburrida. Me miro las uñas. Las llevo cortas, pintadas con un color rosa llamado Perfection de una empresa familiar gallega conocida en Kazajistán. Yo pensaba que tenía unas manos sosas hasta que supe que mi manicura se llamaba Baby Boomer. Quizás el aburrimiento esté de moda, porque las #babyboomernails parecen ser una, otra, tendencia, aunque cuando todo es tendencia nada lo es. Qué ganas tengo de que llegue el otoño y me ponga un pantalón beige.

*Anabel Vázquez es periodista. ¿Sus obsesiones confesas? Piscinas, masajes y juegos de poder.

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