Fetiches

Fernando Colomo: la vida después del celuloide

Fernando Colomo no echa de menos trabajar en celuloide. Si se lo regalan, no le importaría dirigir con un iPhone.

El director de cine, Fernando Colomo (Madrid, 1946)Carlos Luján

En su última comedia, Antes de la quema, uno de los personajes usa aún cintas de casete. “No soy tan antiguo”, comenta Fernando Colomo (Madrid, 1946), pero sí es prudente. “Tardé un tiempo en pasarme al cedé. Terminé regalándole los vinilos a mi sobrino. Valían una pasta, tenía hasta de los Beatles”. En sus ratos libres, usa WhatsApp para sociabilizar (“Quedo a través del chat con mis vecinos para sacar a nuestros perros”) y, si pasea solo, es de los que siempre cuenta los pasos. “Es adictivo. Aunque hago el mismo camino, no puedo evitar mirar la aplicación”.

En lo profesional,...

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En su última comedia, Antes de la quema, uno de los personajes usa aún cintas de casete. “No soy tan antiguo”, comenta Fernando Colomo (Madrid, 1946), pero sí es prudente. “Tardé un tiempo en pasarme al cedé. Terminé regalándole los vinilos a mi sobrino. Valían una pasta, tenía hasta de los Beatles”. En sus ratos libres, usa WhatsApp para sociabilizar (“Quedo a través del chat con mis vecinos para sacar a nuestros perros”) y, si pasea solo, es de los que siempre cuenta los pasos. “Es adictivo. Aunque hago el mismo camino, no puedo evitar mirar la aplicación”.

En lo profesional, Colomo no echa de menos rodar en película. “Se perdía tiempo, dependías del plan de rodaje y de los metros que filmabas. Isla bonita (2015) no podría haberla hecho en celuloide”. Aunque hay que tener cierto control a la hora de grabar en digital. “Tienes que saber cuándo parar. Como he tenido la formación anterior, me da libertad, pero no libertinaje”. No le importaría rodar con un iPhone: “Si me lo regalan”, matiza.

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Pero confiesa que el futuro le da vértigo. “Casi todas las películas son apocalípticas. Dirigiría un filme con humanos medio robots”. Si le dan a elegir, preferiría visitar virtualmente el fondo del mar que viajar a Marte (“Soy muy de pueblo”), y cree que lo peor de la tecnología es “parecer que estemos como drogados, que nos haga más individualistas”

El Ipad, para ver documentales

Reconoce que, desde que vive solo, se mueve por la casa siempre con el iPad en sus manos. “Estoy viendo un documental, o algo que no requiera mucha atención en la imagen, y, en vez de pararlo, me llevo la tableta conmigo, como cuando me lavo los dientes. Es como si me faltara el tiempo, crea adicción”.

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