Educación y diálogo, las claves para que la ciberseguridad llegue a los menores

Ni empresas ni gobiernos: el objetivo más rentable del cibercrimen organizado es la gente común. Los menores son el eslabón más débil de la cadena

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Sí, un delincuente prefiere antes romper los sistemas de seguridad de una gran entidad financiera que acceder a sus cuentas. Pero resulta que lo primero es complicado y costoso, mientras que lo segundo no lo es tanto. Y, encima, se puede replicar automáticamente miles, millones de veces. “Debemos abandonar la idea de que nuestra información personal y dispositivos no los quiere nadie, porque sí son valiosos”, subraya José Rosell, socio director de S2 Grupo.

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Sí, un delincuente prefiere antes romper los sistemas de seguridad de una gran entidad financiera que acceder a sus cuentas. Pero resulta que lo primero es complicado y costoso, mientras que lo segundo no lo es tanto. Y, encima, se puede replicar automáticamente miles, millones de veces. “Debemos abandonar la idea de que nuestra información personal y dispositivos no los quiere nadie, porque sí son valiosos”, subraya José Rosell, socio director de S2 Grupo.

El cibercrimen permea todas las capas de la sociedad. Los menores no están al margen. El año pasado se reportaron 926 casos de amenazas y coacciones a menores a través de medios digitales, así como 704 delitos sexuales (excluidos las agresiones o abusos), según datos de Interior recogidos en el informe Estudio sobre cibercriminalidad en España 2017.

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¿Qué podemos hacer para que niños y adolescentes estén más protegidos? “Yo sugiero, principalmente, educación”, espeta Rafael Pérez, de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. “Debemos concienciarnos de los peligros derivados del mal uso de la nuevas tecnologías y trasladarlo a nuestros hijos. Por ejemplo, cualquier archivo, comentario o fotografía que subamos a la Red puede ser utilizado para fines muy distintos de la intención de quien lo subió. Nuestros menores deben ser conscientes de esa pérdida de propiedad”, explica.

El Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe) cuenta con un portal, Internet segura for kids, con información para los padres. “El acompañamiento debe empezar cuando son pequeños, alrededor de los 4 o 5 años, y finalizar sobre los 13 o 14. Todo lo que no se haya hecho hasta entonces ya no se podrá hacer”, asegura el director del Incibe, Alberto Hernández: “A partir de esa edad, los menores empezarán a funcionar por su cuenta y nos pueden engañar si intentamos imponerles reglas”.

Estas son las recomendaciones del Incibe para tratar de que los menores no caigan en las garras de ciberdelincuentes.

  • Concienciar y promover el cuidado de la privacidad. Los menores deben comprender y sentirse partícipes de las implicaciones y riesgos que supone no proteger la privacidad, y deben conocer las consecuencias de no hacerlo.
  • No fomentar el sexting ni participar en su difusión. Intercambiar fotos o mensajes de carácter sexual se puede volver en contra de cualquiera.
  • Desarrollar la autoestima y las habilidades sociales. Saber decir no y defender sus argumentos les permitirá no ceder a la presión social. Para ello, es positivo promover una autoestima saludable, para no depender de la opinión ajena.
  • Conocer las opciones de privacidad y seguridad. Los padres deben ayudarles a configurar correctamente los dispositivos y aplicaciones para evitar perder el control de la información que guardan.
  • Facilitar un ambiente de confianza. Es importante mantener la comunicación familiar acerca de estos temas para que el menor sea capaz de pedir ayuda y consejos.
  • Valorar la edad y madurez necesaria. Debemos evaluar si el menor es suficientemente responsable como para utilizar de forma autónoma su propio móvil sin ponerse en riesgo.

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