¿Algoritmos? No, gracias

Como bien saben, Tim Berners-Lee es el principal culpable de todo esto que nos está pasando. Y está preocupado por que los programas informáticos acaben gobernando las finanzas y se conviertan en los nuevos amos del universo. Porque, como admiten desde el MIT, “nadie sabe en realidad” cómo hacen lo que hacen los algoritmos más avanzados. “Y eso podría ser un problema”. (Apunte cortesía de Ramón Pueyo: del sublime blog waitbutwhy, el camino a la superinteligencia).

Su difícil relación con los vecinos empaña la imagen de Israel. Pero en lo que se refiere a su fomento de las startups, este pequeño estado de nueve millones de habitantes no tiene casi parangón, con unas empresas absolutamente fascinantes (entre ellas Viver o Waze). Se acaba de lanzar un fondo b corp (un movimiento global que busca que las compañía sean las mejores PARA el mundo) llamado Impact First Investments que busca beneficiarse de esta intensa actividad empresarial.

Volar se hace digital. Que se lo pregunten a United Airlines, empresa a la que su brutalidad y (la proliferación de móviles) la ha puesto contra las cuerdas. En un terreno más positivo, Lufthansa va a invertir 500 millones en desarrollar servicios tecnológicos. No son pocos los que se han preguntado cómo pueden competir las aerolíneas en un mercado dominado por los móviles. Lo importante: lo digital no es un fin en sí mismo, sino una forma de cambio en el modo de operar de las aerolíneas y no una forma de modernizar operaciones aisladas. Por cierto, ¿por qué seguimos sin tener wifi en todos los aviones en pleno 2017?

EL PAÍS RETINA lanza hoy un artículo sobre la opinión (pesimista) de economistas sobre el efecto de los robots en el empleo. Aquí va una visión optimista al respecto. Daily Telegraph dice que van a eliminar el 30% de los empleos.

Steve Lillywhite es uno de los grandes productores musicales de la historia (no solo produjo los tres primeros de U2, sino una lista interminable).- Ahora se dedica a vender discos conjuntamente con alitas de pollo en Indonesia. Y le va bien, al parecer.