¿Mal momento para el ‘venture capital’, o buen momento para forjar alianzas?
Los organismos públicos están intentando incentivar la financiación en América Latina, pero los inversores miran con más detalle dónde poner el foco
Este año parece terminar mejor que empezó, en términos económicos. Mapfre Economics, el Servicio de Estudios de la empresa de seguros, estima que el crecimiento económico mundial alcance el 3,2 a cierre de 2024, de acuerdo con su último informe. La inflación se espera que se sitúe en el 4,2%.
El 2025 seguirá la misma tónica: un crecimiento del 3% y una bajada de la inflación hasta el 3,4%. Así, todo parece indicar que la actividad económica seguirá cumpliendo tasas que se adecuan “al ritmo considerado como potencial”, ofreciendo cierta fortaleza en las métricas clave.
Las perspectivas generales son, por tanto, positivas, si bien el contexto de las distintas economías mundiales y de las empresas es complejo. Aspectos como los conflictos geopolíticos, la débil actividad económica de Alemania dentro de la eurozona o el estancamiento de América Latina impactan de lleno en el desarrollo de las industrias, incluida la aseguradora, y por supuesto también en el comportamiento de los inversores de venture capital.
Colaborar para avanzar
El reciente informe elaborado por Dealroom, Mundi Ventures y Mapfre registra una caída del 2% del total de financiación de capital riesgo respecto a 2023. No se trata de un dato significativo ―una cifra tan baja perfila una estabilización, más que un descenso―. Lo llamativo es su desglose: áreas como la robótica, las telecomunicaciones, o el software empresarial están entre las que más crecen, mientras que otras más tradicionales como la inmobiliaria o la energética sí sufren mayor caída ―siendo, quizá, estos quienes necesitan de una mayor colaboración con startups para continuar con sus transformaciones―.
En toda esta amalgama de industrias e intereses que, claramente, van de la mano de la tecnología, se encuentra el ecosistema insurtech, un mercado que, después de mucha incertidumbre, parece que se está estabilizando y planea cerrar el año en los 4,2 mil millones de dólares de inversión, liderado por Estados Unidos y Europa.
Aquí se evidencia un viejo conocido en otros aspectos socioeconómicos: hay una gran brecha respecto a mercados emergentes como África, Asia o América Latina, donde las startups reciben menos financiación y tienen mayor índice de mortalidad.
Precisamente quiero centrarme en el caso latinoamericano. Estudios como Latam Insurtech Journey o análisis de Bancos Centrales y asociaciones locales concluyen en lo mismo: la región está recibiendo menos financiación que nunca, pero aumenta el número de compañías dedicadas a este ámbito, demostrando la resiliencia de los emprendedores, que continúan luchando por transformar la industria.
Así, la colaboración se antoja fundamental. Si bien los organismos públicos y los espacios de colaboración público-privada están intentando incentivar la financiación en los distintos países que forman el continente, la realidad es que los inversores miran con más detalle dónde poner el foco, por lo que crear alianzas entre agentes es una obligación.
Solventar esta situación no es sencillo, más cuando tanto el crecimiento económico mundial como el de la propia América Latina es limitado. Una tendencia clara es que el operar en más de un país es crítico para la supervivencia de los negocios, tanto en término de operaciones y ventas, como para posicionarse como una insurtech atractiva para los inversores.
Una cosa está clara: no podemos trabajar de manera individual, tenemos que encontrar sinergias con las que todos los agentes estemos cómodos y nos desarrollemos si queremos que el crecimiento sea sostenible y responsable.
Un propósito común
La región latinoamericana tiene un gran potencial en múltiples industrias, incluida la aseguradora. En este sentido, los lazos y los puntos en común con España (idioma o cercanía cultural, por ejemplo) suponen una enorme ventana de oportunidad que desde las grandes empresas tenemos que potenciar.
Compañías multinacionales con presencia en las dos regiones debemos asimilar como parte de nuestro propósito el tender vías de colaboración, tanto con grandes como con pequeños actores. Esto pasa por conocer de primera mano las necesidades de América Latina y de cada país en particular, conocer su tejido empresarial, investigar y analizar los nuevos agentes que van surgiendo y generar espacios de conversación, confianza y trabajo en equipo.
El objetivo de la innovación abierta, al menos tal y como lo entendemos desde Mapfre, es crear relaciones donde, con base en un propósito y a unos valores comunes, podamos apoyarnos mutuamente para dar el mejor servicio al cliente, generando un impacto positivo en la sociedad con ello. Y es en este aspecto en el que debemos focalizarnos.
El 2025 se presenta retador para el ecosistema insurtech Latinoamericano, pero la resiliencia de los propios emprendedores, unido al fomento de la colaboración y a esa forja de un propósito común, augura opciones para revitalizar el sector del capital riesgo y con ello el tejido socioeconómico.
Carlos Cendra es líder de Scouting & Investment en Mapfre Open Innovation.
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