Antònia Folguera, comisaria del Sónar+D: “La IA es un antes y un después en la carrera de muchos artistas”
La comunicadora especializada en cultura digital habla sobre el debate de la inteligencia artificial en la música y cómo el festival se adapta a su irrupción
Antònia Folguera (Lleida, 51 años) quería pinchar en la radio. Le interesaba saber cómo funcionaban las máquinas con las que se producía la música electrónica que la hacía bailar. Su curiosidad la llevó a una serie de agujeros de conejo, para finalmente posicionarla en el mundo de los festivales y el comisariado de arte digital. “Empecé con proyectos underground muy extraños”, bromea la comunicadora y comisaria de Sónar+D. Desde el año pasado, y con el apoyo de la plataforma S+T+ARTS de la...
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Antònia Folguera (Lleida, 51 años) quería pinchar en la radio. Le interesaba saber cómo funcionaban las máquinas con las que se producía la música electrónica que la hacía bailar. Su curiosidad la llevó a una serie de agujeros de conejo, para finalmente posicionarla en el mundo de los festivales y el comisariado de arte digital. “Empecé con proyectos underground muy extraños”, bromea la comunicadora y comisaria de Sónar+D. Desde el año pasado, y con el apoyo de la plataforma S+T+ARTS de la Unión Europea, el festival ―que en 2023 cumplió 30 años― apuesta fuertemente por dar espacio a los debates sobre arte e inteligencia artificial (IA) aplicada a la música y el entretenimiento, una cuestión que polariza profundamente al sector cultural.
Pregunta: ¿Piensa que la IA está cambiando o va a cambiar la música?
Respuesta: La está cambiando del mismo modo que cualquier otro sector. La anterior tecnología disruptora fue internet, que cambió primero la industria de la música y luego el sector audiovisual. La IA lo está transformando todo. A veces para peor y a veces para mejor. Está presente en herramientas de producción, sobre todo formas de machine learning [aprendizaje automático] y seguramente muchos productores musicales lo utilizan sin ser conscientes. También está disparando la imaginación de muchos artistas, ya sea porque la integran como un colaborador creativo o como un elemento que les inspira. Otros sencillamente especulan y piensan en cómo cambiará al mundo, sin tocar ninguna de las herramientas. Hay artistas a los que la IA les permite avanzar en direcciones que jamás hubiesen imaginado. Crea un antes y un después en sus carreras, que viene muy marcado por la integración de la IA en su proceso.
P: Por su trabajo está permanentemente en contacto con artistas ¿Cuál piensa que es el sentimiento general hacia la IA en el sector?
R: Hay de todo. Por una parte, hay ilusión y curiosidad. Estas herramientas abren puertas y posibilidades que antes no existían. Por otro lado, hay miedo y hay rechazo. Sin embargo, existe un tercer sentimiento, que es el FOMO [acrónimo de fear of missing out, miedo a perderse de algo importante en inglés]. Creo que hay más personas en esta esfera que en la de la curiosidad y excitación o la del miedo, terror y pánio.
P: ¿Cuál es el papel de los comisarios y las organizaciones culturales ahora que la IA estará cada vez más presente en el arte?
R: Nuestro rol es observar y aprender lo que sucede para tratar de capturar estos cambios y novedades. Presentar las historias de los artistas al público. Supongo que también en algún momento aplicaremos estrategias algorítmicas a nuestro trabajo de comisariado. No para que los comisarios sean algoritmos, pero para encontrar combinaciones y maneras de explicar historias con estos métodos.
P: Se está debatiendo mucho sobre la ética de estas herramientas y la propiedad intelectual ¿Tienen algún tipo de guía para evaluar esto en Sónar+D?
R: Estamos abiertos a observar lo que sucede antes de juzgar. Desde el día uno que empezamos a abordar el tema de inteligencia artificial lo hicimos hablando de las implicaciones éticas. Creo que lo más importante es no ignorar lo que está sucediendo y observarlo desde el mayor número de ángulos posible. También poner en tela de juicio qué es ético en inteligencia artificial. Está muy relacionado con quién usa la IA, desde dónde la usa a para qué.
P: ¿Ayuda el arte a entender cómo está cambiando la IA a la sociedad?
R: Sin duda. Creo que el arte siempre ha sido como un reportero extraño de lo que sucede en el mundo. Este reportero captura de maneras más subjetivas que objetivas, pero no por ello menos válidas, todo lo que está sucediendo. En diez años, cuando recojamos piezas artísticas hechas entre 2012 y 2024, seguramente que nos dirán muchas cosas sobre el momento que estamos viviendo ahora. Para ello no podemos analizar a corto plazo. Tenemos que esperar y luego echar la vista atrás para ver que sucedió realmente.
P: ¿En qué formas interesantes se está utilizando en la música?
R: En la música una herramienta muy popular es una red neuronal que se llama RAVES. La utilizan muchos productores musicales. Es un software que sirve para entrenarlo con los tipos de música que uno quiera y facilita recoger bases de datos y utilizarlas para hacer música. Otra herramienta interesante es Combobulator, que permite utilizar la inteligencia artificial con el estilo de un artista, pero de forma legal y ética. Los artistas pueden ser retribuidos por el uso de su música o de su esencia. Por ejemplo, uno compra una especie de paquete y el artista recibe un porcentaje de dinero por la venta. Así, la gente que hace música puede usar el diseño de un artista de forma consentida, sostenible y ética.
P: ¿Y en el campo visual?
R: En el campo visual gana por goleada la IA generativa. Los artistas están comenzando a abandonar la idea de las alucinaciones de la máquina, que era algo que estaba presente desde el principio. Son interesantes las cosas raras, pero ahora se está intentando construir un propio lenguaje con unas herramientas que tienen una estética definida. Los artistas que están haciendo trabajos más interesantes son los que crean sus propias bases de datos y que entrenan sus propias redes neuronales para llevar su trabajo más allá.
Ana Ridler, por ejemplo, es una de las primeras artistas que empezó a trabajar con machine learning. Utiliza sus propias bases de datos y experimenta con los formatos. Otra artista que trabaja desde el principio con redes neuronales es Sofía Crespo, que forma parte del duo Entangled Others y este año estarán haciendo una instalación junto al científico Joan Llort en el pabellón Mies Van der Roeh. A través del sonido y el imaginario visual de su proyecto, exploran una parte muy desconocida del océano que es el mesopelágico. Se trata de una parte del océano donde a penas entra la luz. No hay seres que hagan la fotosíntesis, pero hay otro tipo de vida de la que no se sabe mucho. Este es el campo de investigación de Joan Llort y ha elegido divulgarlo a través de una instalación artística. Llevan cuatro años trabajando en ello y lo presentarán en el festival.
P: Hay quien dice que la IA separa la creación de la técnica artística ¿Piensa que esto es una posibilidad?
R: Hay siempre esta intención y el discurso de sacarle a la tecnología toda la dificultad para que sea más accesible. Yo no sé si esto es necesariamente bueno. Por el contrario, volverla una caja negra hace que sea más inaccesible: usamos cosas de manera muy fácil, pero al mismo tiempo nos hace más ignorantes sobre cómo funcionan y qué hay dentro. Ahora que la IA representa esta amenaza potencial, eso es todavía más evidente. Está muy bien que las cosas sean cómodas y automáticas, pero también está bien saber cómo funcionan.
P: ¿Qué tecnologías son las más emocionantes para el futuro del arte?
R: Me llama mucho la atención la IA, pero también estoy interesada en lo que pasará con tecnologías emergentes como la computación cuántica. Me gustaría saber qué tipos de estética, arte y artistas surgen, porque opera desde un paradigma completamente distinto. Otra cosa que me genera mucha curiosidad es la genética y cómo se pueden incorporar este tipo de tecnologías de edición genética en el arte. Hay muchos artistas yendo en esta dirección, pero todavía se tiene como una cosa extraña. Me llama la atención como estos dos sistemas no binarios, la computación cuántica y la genética, pueden cambiar el arte y la manera en que nos relacionamos con el mundo.