El PP aún busca su nueva identidad por las Cortes

El desconcierto se traslada desde la Mesa a la búsqueda de un portavoz o la falta de experiencia de sus diputados

Los diputados del PP Ignacio Echániz, Teodoro García Egea, Isabel Borrego y José Antonio Bermúdez de Castro, ayer ante el registro del Congreso.ULY MARTIN

El PP de Pablo Casado se desangró hasta los 66 diputados en las elecciones generales del 28-A, con una pérdida dramática y de golpe de 71 escaños, y ese impacto no se ha podido digerir aún y se nota como nunca en el Congreso. La actual campaña y las próximas elecciones locales y europeas del domingo han postergado muchas decisiones trascendentales en las filas populares, pero una de las más urgentes es encontrar su identidad en la Cámara baja, donde se juegan los partidos más relevantes de la política casi c...

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El PP de Pablo Casado se desangró hasta los 66 diputados en las elecciones generales del 28-A, con una pérdida dramática y de golpe de 71 escaños, y ese impacto no se ha podido digerir aún y se nota como nunca en el Congreso. La actual campaña y las próximas elecciones locales y europeas del domingo han postergado muchas decisiones trascendentales en las filas populares, pero una de las más urgentes es encontrar su identidad en la Cámara baja, donde se juegan los partidos más relevantes de la política casi cada semana.

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El PP aún no tiene portavoz en el Congreso. Se decidirá el lunes, tras el resultado electoral. Lo único seguro es que será nuevo. Y con bastante probabilidad, con poca experiencia, según fuentes de la dirección popular consultadas que apuestan por una mujer, joven, próxima al equipo de Casado. Se prima la lealtad y la cercanía al líder. Si es posible, que tenga conocimientos de gestión, pero podría ser en el ámbito local o autonómico.

El actual secretario general del PP, Teodoro García Egea, se quiso autodescartar ayer ante la proliferación de elucubraciones sobre su nombre para ese puesto, porque no le atrae y porque entiende con lógica que es más importante ocuparse de “reconstruir” todo un partido desde su despacho de número dos en la sede central de Génova 13. Augura, con sinceridad, que desde el lunes tendrá mucho trabajo: “Quiero llegar a saber el nombre de todos los cargos del PP en toda España”. Le queda tarea.

Que el nuevo portavoz popular vaya a tener poco bagaje en las Cortes es casi una cuestión estadística. De los 66 diputados del PP en el Congreso, 31 son totalmente nuevos y dos parlamenarias llegan desde el Senado. La mitad, por tanto, están experimentando estos días sus primeros pasos por las dependencias de la Cámara. De los anteriores 12 miembros del Comité de Dirección del Grupo Popular solo han repetido escaño cinco, y uno, Ignacio Echániz, que no salió directamente, ha entrado luego gracias a la renuncia de su compañera en la lista de Madrid, Andrea Levy. La caída de Echániz habría devenido aún más relevante porque es del círculo íntimo de Casado, fue uno de los que le impulsó hace un año para que diera el paso adelante y se presentara en las primarias frente a Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal, y, sobre todo, porque irrumpió como diputado por las Cortes hace 20 años, es médico, y tiene conocimientos de la administración local y autonómica. Ese perfil no abunda en las bancadas del nuevo PP.

Algunos dirigentes populares han diseñado estos días una hoja de cálculo para dibujar el retrato robot de su grupo parlamentario, con el que pretenden no solo liderar la oposición sino ser la alternativa a corto plazo al presidente socialista Pedro Sánchez. El resultado del Excel es demoledor. A los más optimistas les sale que disponen de una quincena de parlamentarios con más de un mandato en las Cortes y que sepan construir por sí mismos toda una iniciativa parlamentaria. A los más realistas esa cifra se les queda en menos de una decena y en ese páramo adquieren mayor relevancia dos figuras esenciales: Ana Pastor y José Antonio Bermúdez de Castro (59 años, ocho legislaturas y el imprescindible secretario general y auténtico apagafuegos del grupo). Luego se cita a Jaime de Olano (48 y cuatro), Guilllermo Mariscal (45 y seis), Belén Hoyo (35 y cuatro) o a los más novatos por la carrera de San Jerónimo, como Marta González, Cuca Gamarra o Antonio González Terol.

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Pastor (61 y siete) ya ha sido amortizada al ser destinada a la vicepresidencia tercera de la Cámara, frente a los que aventuraban que podría buscar otro acomodo transitorio a la espera de un mal resultado para Casado en las elecciones del domingo y como cabeza de una supuesta gestora que allanaría el tránsito hasta el eternamente aguardado advenimiento a la política nacional del gallego Alberto Núñez Feijóo. Literatura, por ahora.

La salida encontrada para Pastor tampoco será fácil y no está exenta de situaciones contradictorias, como se está observando estos días con la polémica entre el Congreso y el Tribunal Supremo por la suspensión de diputados de los políticos independentistas presos. Pastor fue hasta el martes presidenta de la Cámara baja y tenía a gala sustentar hasta la más nímia de sus decisiones en reglamentos, normas y fundamentos avalados por los letrados de los servicios jurídicos de la institución. Ahora ya no. Ayer intentó argumentar que eso lo hacía solo cuando tenía dudas. Ahora ya no las ve. Ni siquiera cuando su sustituta en el cargo, Meritxell Batet, esgrimió que el asunto no estaba tampoco claro ni para los mismos letrados que tanto la arroparon.

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