Las portadas falsas

Esa primera página no sale publicada, pero permite ejecutar al dirigente político de turno sobre la maqueta los deseos que suele expresar al teléfono

El candidato socialista, Pedro Sánchez, en un acto celebrado en Santander.Pedro Puente (EFE)

La Vanguardia ha invitado en campaña a varios políticos a hacer una portada del periódico; el pasado miércoles, Pedro Sánchez. No es el primer periódico ni el primer político que participa en una acción así; muchos personajes públicos, desde actrices hasta toreros, han sido invitados a confeccionar una portada en algún momento. Esa primera página, obviamente, no sale publicada como primera, pero permite ejecutar al dirigente político de turno sobre la maqueta los deseos que suele expresar al teléfono. Es d...

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La Vanguardia ha invitado en campaña a varios políticos a hacer una portada del periódico; el pasado miércoles, Pedro Sánchez. No es el primer periódico ni el primer político que participa en una acción así; muchos personajes públicos, desde actrices hasta toreros, han sido invitados a confeccionar una portada en algún momento. Esa primera página, obviamente, no sale publicada como primera, pero permite ejecutar al dirigente político de turno sobre la maqueta los deseos que suele expresar al teléfono. Es decir, ser director del periódico unas horas, las mejores del día: aquellas en la que políticos como él no dan la brasa. De esta manera participan diversos líderes en una postiza reunión de primeras, donde se ponen sobre la mesa a discreción sus afectos y desafectos, y tienen que elegir las noticias en función de su impacto en la sociedad, entendiendo por sociedad aquellos que compartan sensibilidades con ellos.

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Pertenezco a una viejísima generación que vio salir los periódicos con linotipia en los tiempos en los que Internet en la redacción era como el hielo en Macondo. De ahí procede un respeto casi infantil por las maquetas, y siendo dado a todo tipo de chanzas, siempre me dio vértigo las que tenían que ver con los titulares y pies de foto de broma que luego se imprimían para pasar entre compañeros; estos ojos han visto salir a la calle al día siguiente cosas que nadie creería. Fruto de esa decencia intelectual respecto a las páginas de coña, mucho mayor que la que tenía respecto a las páginas en serio, fui durante años el encargado de las portadas de despedida de los compañeros que se iban. Con tanto celo y tanta profesionalidad, incluso en las entrevistas inventadas ("Seguiré haciendo entrevistas hasta que me salga una bien"), que me empezó a dejar de hablar todo el mundo y finalmente fui despedido de ese honor que yo me tomaba con tantísimo rigor.

Por eso creo que uno de los riesgos de invitar a un político a hacer la portada del día es que, hecha ésta, alguien en ese periódico puede pensar que no la va a mejorar, y la publique. O que se publique sin querer, y que nadie note la diferencia. Como diversión está bien siempre que no se pretenda otra cosa. En México un escritor, Francisco Martín Moreno, ha publicado un libro de "periodismo de ficción" porque, al no tener pruebas ni documentos ni investigaciones que prueben unas corruptelas de López Obrador, ha conseguido mediante la ficción darle forma a lo que según él todo el mundo sabe pero no se ha podido probar aún. El autor, en su libro, lo consigue demostrar. Periodismo de ficción aspira a ser el sintagma del año, matizando por supuesto que en México se encarga de él la literatura y en España la justicia.

En un país, el nuestro, con tantos periodistas involucrados en la trama de difusión de noticias falsas, el espectáculo no es que una redacción invite a políticos a hacer la portada del día, sino que lleve la iniciativa al extremo de invitar a un director de periódico.

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