Dar poder a las mujeres africanas para forjar el futuro del continente
Cuando ellas tienen más protagonismo en sus propias elecciones sociales y económicas, su bienestar y el de sus hogares y comunidades mejora. Varios programas con perspectiva de género en África son ejemplo
Con las oportunidades correctas, las mujeres pueden desempeñar un papel crítico en el desarrollo social y económico de África. ¿Pero qué inversiones son las más efectivas a la hora de empoderar a más africanas para que aprovechen esas oportunidades?
Cuando las mujeres tienen más peso en sus propias elecciones sociales y económicas, su bienestar y el de sus hogares y comunidades mejora. Sus familias muestran progresos en casi todos los indicadores de desarrollo.
Por ejemplo, un estudio del Consorcio Africano de Investigación Económica en Kenia que examina el impacto de las políticas de empoderamiento en los resultados nutricionales de los hogares determinó que el porcentaje de niños de menos de cinco años con un peso por debajo del adecuado cayó del 19% al 12% entre 2003 y 2014. En Nigeria, una encuesta de hogares agrícolas vincula el empoderamiento con mejoras en el desarrollo cognitivo, el crecimiento y la nutrición de los niños.
Estos beneficios en los hogares se propagan. Un informe de 2018 del Fondo Monetario Internacional (FMI) asoció la mayor igualdad de género con una mayor resiliencia económica, un mayor PIB per cápita, una menor desigualdad de ingresos y una mayor productividad laboral.
Una inversión en políticas efectivas y basadas en evidencia que empoderen a las mujeres, por ende, es una inversión en el futuro económico general de un país. Pero cuando los gobiernos africanos y sus socios se comprometen a invertir en ello, primero deben entender qué estrategias producen resultados sostenidos. Evaluaciones recientes de varios programas brindan algunas perspectivas sobre la mejor manera de colocar a las mujeres en un sendero hacia una autosuficiencia de largo plazo y un mejor bienestar.
El modelo Empoderamiento y Supervivencia para Adolescentes (ELA, por su sigla en inglés) ofrece a las jóvenes una combinación de habilidades para la vida y entrenamiento vocacional. Utiliza mentores que brindan información sobre reproducción y salud sexual e instrucción en formación financiera y gestión comercial. Hasta el momento, ELA ha llegado a más de 200.000 niñas, adolescentes y jóvenes en Uganda, Sierra Leona, Sudán del Sur, Nepal, Liberia y Tanzania.
Un ensayo aleatorio controlado en Uganda determinó que las jóvenes en comunidades con programas ELA tenían “48% más de probabilidades de participar en una actividad generadora de ingresos”, principalmente de manera autónoma. Estas poblaciones también se beneficiaron con una reducción del 34% de los embarazos adolescentes y una disminución del 62% de los matrimonios o convivencia precoces.
El modelo Empoderamiento y Supervivencia para Adolescentes (ELA, por su sigla en inglés) ha llegado a más de 200.000 niñas, adolescentes y mujeres jóvenes en Uganda, Sierra Leona, Sudán del Sur, Nepal, Liberia y Tanzania
Otro modelo es Graduación, que adopta un enfoque múltiple para abordar la pobreza extrema. El programa satisface las necesidades básicas de las participantes, muchas veces conectándolas a proyectos existentes de red de seguridad, y luego ofrece activos para la generación de ingresos e instrucción sobre cómo gestionarlos. Los participantes también reciben instrucción sobre conocimientos financieros y capacitación en habilidades para la vida. Y todos los componentes de los programas están adaptados al contexto local y se implementan a través de un entrenamiento presencial.
Un creciente cúmulo de evidencia sugiere que este modelo, al combinar apoyo como transferencias de efectivo con iniciativas más integrales, puede tener efectos más amplios y más duraderos que las transferencias de dinero solamente. Una investigación realizada en Sudán del Sur determinó que tanto las transferencias de efectivo como Graduación tenían efectos positivos en el consumo, pero este último también tenía un efecto de más largo plazo en la salud general de las y los participantes. De la misma manera, un estudio en Uganda demostró que permitía una mejora en el ingreso, el consumo, la nutrición y el bienestar subjetivo en comparación con una entrega de dinero solamente.
Las ONG, los investigadores y los gobiernos deben trabajar juntos para ampliar los programas que han funcionado y desarrollar nuevas maneras de alentar la autosuficiencia de las mujeres
En Ghana, un grupo de investigadores estudió los efectos de largo plazo de Graduación al comparar a los participantes del programa con otros que solo recibieron una transferencia de activos (cabras, en este caso). El programa ofreció empleos y capacitación agrícolas, información sobre salud y nutrición, inscripción en el seguro nacional de salud, cuentas de ahorro y una capacitación semanal por parte del personal del programa, además de transferencias de dinero. Después de tres años, el valor de los activos, el consumo y el ingreso de las participantes era superior al de quienes habían recibido solamente las cabras.
A través de esta estrategia, las mujeres en Kenia han podido participar en la economía, mandar a sus hijos a la escuela, mejorar las relaciones de género y convertirse en líderes en sus comunidades. Y en Uganda, las jóvenes han aprendido a aumentar sus ahorros, impulsar su productividad y mejorar la seguridad alimentaria para todos sus hogares.
Las asociaciones entre organizaciones no gubernamentales, investigadores y gobiernos son cruciales para lograr que proyectos innovadores pasen de la etapa piloto a la implementación total. En el caso de Graduación, las alianzas de investigación fueron cruciales para la expansión del programa. Investigadores monitorearon el proyecto en varios contextos para garantizar que las autoridades entendieran su efectividad. También hubo evaluaciones internas y externas que ayudaron a mejorar la herramienta con el tiempo, en tanto el personal del programa usaba los datos para adaptar su diseño.
La educación, la inclusión social y la integración económica de las mujeres africanas forjarán el futuro del continente. Las ONG, los investigadores y los gobiernos deben trabajar juntos para ampliar los programas que han funcionado y desarrollar nuevas maneras de alentar su empoderamiento y autosuficiencia. El futuro de África depende de ello.
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