No podemos pasar página
La pandemia ha acentuado todavía más las graves injusticias educativas previamente existentes y que sufrían en primera persona millones de niños y equipos docentes
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Este es el segundo año escolar que comienza atravesado por la pandemia. Nos enfrentamos a una crisis educativa global sin precedentes y que está teniendo un impacto especialmente grave para niños, niñas y adolescentes de las familias más vulnerables. A día de hoy, según el seguimiento que hace Unesco, hay 127 millones de estudiantes afectados, se mantienen al menos 17 cierres totales de las escuelas a nivel nacional y más de una treintena de países mantienen cierres parciales.
La pandemia ha acentuado todavía más las graves injusticias educativas previamente existentes y que sufrían en primera persona millones de niños, niñas jóvenes y equipos docentes.
Se estima que 11 millones de niñas están en riesgo de no volver a la escuela, que se suman a los 130 millones de niñas que ya no lo hacían antes de marzo del 2020, el trabajo infantil en el mundo ha aumentado por primera vez en 20 años y el incremento se concentra en niños y niñas muy pequeños, de entre cinco y 11 años.
Hoy la infancia en el mundo, y especialmente las niñas, está en riesgo de sufrir violencia física, sexual y emocional como consecuencia de los confinamientos y cierre de las escuelas. Se estima que dos millones de niñas serán sometidas a mutilación genital y 13 millones, forzadas a casarse. Ante esto no podemos pasar página.
No podemos pasar página porque el aprendizaje se ha visto interrumpido y se ha reducido a contenidos básicos. Hablamos de que países como, por ejemplo Perú, estaría por debajo del nivel alcanzado en comprensión lectora en 2012: una década de retroceso. La brecha educativa y la digital aumentan. No olvidemos que dos de cada tres niños en el mundo en edad escolar no tiene conexión a internet en sus hogares.
Para millones de niños y jóvenes la comida que reciben en los comedores escolares es su principal fuente de alimentación
Para millones de niños y jóvenes la comida que reciben en los comedores escolares es su principal fuente de alimentación. Con el cierre de las escuelas, aún hoy, más de 320 millones de alumnas y alumnos en 120 países no reciben las comidas escolares. Además, con los confinamientos, muchos niños, niñas y jóvenes pierden el contacto social que es esencial para el aprendizaje y el desarrollo, y esto ha aumentado los sentimientos de ansiedad, soledad y tristeza en los niños y niñas, es decir, en la salud mental.
Por su parte, más de 100 millones de docentes y personal escolar se vieron afectados por interrupciones educativas. Los docentes son esenciales y una de las claves para la recuperación de la crisis educativa y sin embargo en muchos países no han sido considerados grupo prioritario de vacunación. Por ello es clave exigir la vacunación prioritaria de todas las maestras y maestros del mundo. A esto añadimos y vemos con perplejidad la precarización laboral de educadores y educadoras.
Los docentes son esenciales y una de las claves para la recuperación de la crisis educativa y sin embargo en muchos países no han sido considerados grupo prioritario de vacunación
Todos estos datos muestran la crudeza y gravedad de esta crisis educativa global. Ante todo ello, como sociedad, no podemos pasar página. Los desafíos a los que se enfrentan los sistemas educativos en el mundo son de una magnitud y una urgencia sin precedentes; en términos de infraestructura escolar, de mantener y mejorar el aprendizaje con las escuelas total o parcialmente cerradas. Abrir las escuelas es posible, y hay que hacerlo en condiciones de seguridad. En este ámbito, la falta de conectividad y de dispositivos disponibles hace que paulatinamente se agrande la brecha de aprendizaje en el mundo.
Ante este contexto, en esta vuelta al cole lanzamos cinco alertas irrenunciables para enfrentar esta crisis y apostar decididamente por la educación de calidad para todos:
1) Todos los niños, niñas y jóvenes sin excepción alguna deben ir a la escuela de manera sanitariamente segura. Los esfuerzos deben dirigirse especialmente a recuperar a aquellos que hoy no asisten a ningún centro educativo; a los que enfrentan algún tipo discriminación o exclusión educativa por motivos económicos, de etnia o religiosos; por tener capacidades diferentes o que viven en zonas de conflicto. La apertura de los centros ha de ir acompañada de la garantía de las oportunidades de aprendizaje de calidad.
2) La educación en línea ha de compatibilizarse con la presencialidad, lo que exige generar entornos seguros. Las escuelas deben reabrir y mantenerse abiertas lo máximo posible, especialmente en las primeras etapas educativas y aquellos que atienden al alumnado más vulnerable y con mayores desventajas, quienes tienen menos aprendizajes y tendrán menos oportunidades y bienestar mañana.
Hablamos de los colectivos que señala la meta 4.5 de la Agenda 2030: las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y afrodescendientes, y las niñas y niños en países en conflicto, migrantes y refugiados.
3) Hemos de recuperar los aprendizajes perdidos, evaluar los retrocesos y desarrollar planes de recuperación, nivelación y apoyo, así como medidas estructurales de equidad y refuerzo educativo.
La educación forma parte de la solución a la crisis global; invertir en ella hoy es un deber ético
4) Los educadores y educadoras son piezas insustituibles en el proceso de aprendizaje: están en primera línea y son claves para la recuperación, y para ello necesitar estar vacunados ya, y han de recibir salarios justos y formación adecuada.
5) La educación forma parte de la solución a la crisis global invertir en ella hoy es un deber ético. Por ello, en términos de financiación resulta inaplazable asignar al menos del 4% al 6% del Producto Interior Bruto (PIB) o entre el 15 y el 20% del gasto público a la educación. La cooperación española debe recuperar la senda del 0,7% priorizando la ayuda en educación como un sector clave al que destinar nuestros fondos.
No podemos pasar página; debemos actuar ya. Tenemos que garantizar el derecho a educación de calidad para todos y todas, el cumplimiento del ODS 4 está en juego; renunciar a esto sería un escándalo ético que no nos podemos permitir como humanidad. La educación es clave en la recuperación social tras la pandemia, solo con ella seremos capaces de no dejar a nadie atrás. Por ello es el momento de actuar y de comprometernos como sociedad con la educación de todos los niños y niñas del mundo.
Ramón Almansa es director ejecutivo de Entreculturas.
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