Chonticha Jangrew, de la cárcel por su activismo al Parlamento tailandés con una agenda feminista
La joven política, una de las activistas que protagonizaron las protestas contra el golpe de Estado de 2014, logra un escaño con el partido progresista Avanzar. Su agenda sitúa en la primera línea los derechos de la mujer
El activismo feminista le ha costado a Chonticha Jangrew 28 acusaciones penales. Pero ahora, esta joven tailandesa de 30 años, que puso la defensa de los derechos de la mujer en lo más alto de su lista de tareas políticas, será diputada del Parlamento tailandés por el partido opositor de corte progresista Avanzar. Su programa incluye la lucha contra la discriminación femenina, contra el acoso en internet que sufren las mujeres y contra la brecha de género.
La campaña de las elecciones del pasado 14 de mayo, en las que Avanzar barrió al partido gobernante tras casi una década en el poder con el apoyo de los militares, ha sido la primera experiencia como candidata política de Jangrew. Nacida en Pathum Thani (un distrito al norte de Bangkok), entre 2014 y 2020 estuvo entre los activistas que protagonizaron las protestas a favor de la democracia y contra el Gobierno. “Entonces me di cuenta de que también el Parlamento tiene que luchar para promover los derechos civiles y la democracia”, afirma durante una entrevista.
El resultado de los comicios de mayo, que los analistas califican de terremoto político, puso de manifiesto el rechazo al actual Gobierno, formado por dos partidos alineados con el Ejército y dirigidos por el primer ministro, Prayuth Chan-ocha, que en 2014 encabezó un golpe de Estado que depuso al Gobierno electo. Según los analistas, lo que ha impulsado el éxito de Avanzar es su compromiso con la democracia y los derechos humanos. Es también el único partido que se negó desde el principio a formar gobierno con cualquier grupo vinculado al golpe militar.
Al principio, su familia, de clase media, no apoyaba su activismo. Su padre, un militar, pertenece a la clase social que ella lucha por desmantelar. “Sin embargo, en los dos últimos años ha empezado a apoyarme”, dice. “Ha comprendido que tenemos que luchar por nuestro futuro”.
La experiencia de Jangrew como activista contribuyó a forjar sus ideas como diputada. En 2015 pasó dos semanas en la cárcel después de participar en una protesta con motivo del primer aniversario del golpe de Estado. En prisión experimentó en sus propias carnes la diferencia de trato dado a hombres y mujeres. “Los presos varones podían hacer deporte, pero las mujeres, no”, recuerda. Tampoco olvida que cuando el director de la prisión se sentaba en una silla, las mujeres tenían que sentarse en el suelo. “Esta es una de las experiencias que me hicieron tomar conciencia de la discriminación de género en Tailandia”.
Cuando el director de la prisión se sentaba en una silla, las mujeres tenían que sentarse en el suelo. Esta es una de las experiencias que me hicieron tomar conciencia de la discriminación de género en TailandiaChonticha Jangrew
Los derechos de la mujer son el primer punto en las reivindicaciones políticas de Jangrew. Una de las primeras leyes que quiere promover se refiere al acoso de las mujeres en internet. Durante la campaña electoral, ella misma ha sido víctima de acoso en las redes. “Los que me odiaban en internet me llamaban trabajadora sexual”, cuenta. Cree que hay muchas cosas que se pueden mejorar en Tailandia en materia de derechos humanos: “El país necesita una ley que apoye el trabajo de las mujeres en las empresas, así como una ley contra la discriminación en el lugar de trabajo”. También hay que cambiar la educación y la cultura. “Nuestra educación sigue sin promover los derechos de la mujer”, protesta.
La tasa de participación de las mujeres en la población activa es de solo el 59 %, frente al 75 % de los hombres. Las mujeres también siguen dedicando 3,2 veces más tiempo al trabajo doméstico y a los cuidados no remunerados que los hombres
Wipapan Palm, de 18 años, que prefiere no mencionar su apellido, es estudiante de secundaria. Está sentada junto a otras dos amigas en una de las primeras filas de un mitin de Avanzar. “El partido reúne a personas con ideas progresistas que quieren que su país se desarrolle más”, afirma. “Durante los disturbios de hace dos años, fueron ellos los que estuvieron al lado de la gente”. También tiene ideas claras sobre los derechos de la mujer: “Hay que seguir mejorando. Sin duda hay una brecha en cuanto a oportunidades laborales, educación y desigualdad social”.
Según un informe reciente del Banco Mundial, a pesar de los avances hacia la igualdad de género, las persistentes diferencias entre hombres y mujeres siguen impidiendo el desarrollo y el crecimiento socioeconómico de Tailandia. La tasa de participación de las mujeres en la población activa es de solo el 59%, frente al 75% de los hombres. Ellas siguen dedicando 3,2 veces más tiempo al trabajo doméstico y a los cuidados no remunerados que los hombres. La representación femenina en el Parlamento nacional es del 15,7%, inferior a la media del este de Asia y el Pacífico y de los países de renta media-alta.
Jangrew afirma estar “muy entusiasmada” con los resultados electorales. Sin embargo, su partido, Avanzar, que se hizo con 151 de los 500 escaños del Parlamento tailandés, no tendrá un camino fácil para liderar el Gobierno. A finales de mayo, el líder del partido, Pita Limjaroenrat, anunció un acuerdo con otras siete formaciones que le garantizarían 313 escaños de los 376 que necesita para su elección como primer ministro. Sin embargo, en la formación del Ejecutivo también tienen voz los 250 miembros del Senado, nombrados por la junta militar. Aún no está claro si se permitirá gobernar a una posible coalición liderada por Avanzar. Algunos evocan el fantasma de otro golpe de Estado.
“Las inquietantes imágenes de los golpes militares perduran. Pero es improbable que se produzca una intentona golpista en este intervalo, porque sería difícil justificarla ante el mundo exterior, gestionar la economía tras el golpe, reprimir las protestas internas y evitar unas posibles elecciones”, señala Thitinan Pongsudhirak, profesor y miembro fundador del Instituto de Seguridad y Estudios Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Chulalongkorn. Sin embargo, “podría haber una intervención que no fuera un golpe militar, como la disolución del partido Avanzar y/o la inhabilitación de su líder, Pita [Limjaroenrat]”.
Jangrew también cree que es improbable que se produzca una asonada militar. “La gente es consciente de sus derechos y su libertad. No permitirán que se produzca un golpe”, afirma. Si los militares intentan apoderarse del Gobierno, “el coste será mayor que nunca”.
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