Racimos de açai recién recogidos. Este fruto se ha convertido en una fuente vital de ingresos para miles de familias del estado de Pará, en el norte de Brasil. Conocido como el “oro negro” del Amazonas, este fruto representa una riqueza natural que transformó la vida de muchas comunidades y se consolidó como la base económica de la región.Javier SulePalmeras de açaí en el Amazonas paraense. La creciente demanda global de este fruto ha impulsado la expansión de su cultivo y la transformación de los bosques del estuario del Amazonas: los bosques de várzea, antes diversos y ricos en especies, han sido reemplazados por monocultivos de açaí. Según la bióloga Maria Barros, del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología, cuando la densidad supera las 160 o 180 palmeras por hectárea, el ecosistema pierde diversidad y funcionalidad. Esto pone en riesgo el equilibrio de una de las regiones más ricas y frágiles del planeta.Javier SuleLos recolectores de açaí, conocidos como 'peconheiros', se enfrentan a una tarea ardua: trepan a las palmeras que alcanzan entre 20 y 25 metros de altura utilizando una técnica rudimentaria pero ingeniosa. Utilizan un machete y se valen de una 'peconha', una cinta o cuerda a veces fabricada con las hojas de la propia planta, que se amarran en los pies y que les permite ascender hasta lo más alto, donde se encuentran las bayas o racimos. Jonilson Lira Costa (en la fotografía) puede subir entre 15 y 30 veces al día a una palmera durante la temporada, cosechando de ocho a diez sacos de kilogramos cada uno. El trabajo es agotador y arriesgado: se trepa con machete, botas o descalzo, y se necesita habilidad, fuerza y experiencia. Cuando baja la temporada, el 'peçonheiro' solo recoge lo mínimo.Javier Sule
Un grupo de cultivadores de açaí de una cooperativa en la isla de Marajó, la mayor isla fluvio-marina del mundo, trabajan junto a técnicos de Emater, una entidad estatal de asistencia rural, en un manejo sostenible del cultivo. Realizan inventarios forestales y limpiezas selectivas para “abrir el cielo” del bosque, facilitar la cosecha y permitir la entrada de luz solar. El objetivo es mantener una producción responsable, con mínimo impacto ambiental.Javier SuleLas bayas son transportadas en barco hasta Belém, la capital del estado, donde trabajadores sudorosos cargan enormes volúmenes de fruta hacia el mercado para venderlas lo más rápido posible antes de que este frágil fruto se eche a perder.Javier SuleUna mañana de ajetreo en el Porto do Açaí de Belém do Pará. En el mundo del açaí, los trabajadores recolectan la fruta en diferentes unidades: la lata, que equivale a unos cuatro o cinco kilos de fruto y sirve para pagar al 'peçonheiro'; la cesta, un contenedor más grande usado en la recolección en el bosque que equivale a unas tres o cuatro latas; y el saco de 15 kilos, unidad estándar para transporte y venta mayorista. Los 'peconheiros' calculan su pago generalmente por lata, entre 10 y 30 reales cada una (entre 1,6 y 4,8 euros), según calidad, temporada y transporte. De esta forma, pueden ganar entre 300 y 600 reales al día (entre 49 y 98 euros).
Brasil es el principal productor, consumidor y exportador de açaí. En 2024 produjo 1,74 millones de toneladas en 262 mil hectáreas, según el Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE). El 90 % provino de Pará, donde la producción pasó de 756.000 toneladas en 2010 a más de 1,5 millones. Las exportaciones crecieron de una tonelada en 1998 a más de 61.000 en 2024, según ABRAFRUTAS.Javier Sule
El proceso para obtener pulpa de açaí comienza con el desgrane y selección de los frutos, eliminando racimos e impurezas. Luego se realiza el lavado y desinfección con hipoclorito para eliminar microorganismos. La pulpa se ablanda en agua caliente y se extrae manualmente o con despulpadora. Después se clasifica, ya que la cantidad de agua determina su calidad y precio. Finalmente, se envasa y conserva en hielo, cámaras frías o congeladores entre 5 °C y -25 °C para mantener frescura y seguridad.
Gran parte del açaí se produce de forma artesanal y familiar y se vende directamente a los llamados batedores locales que lo procesan.Javier SuleEl açaí es un producto esencial en la mesa diaria de los paraenses. Durante siglos ha sido un alimento básico en la cuenca baja del Amazonas. En Pará, su cuna, se consume todavía de forma tradicional: puro y acompañado de proteína animal como pescado, harina de yuca o carne salada, formando parte esencial de la dieta diaria. Su presentación es muy distinta a la del resto del país y de Europa, donde se sirve como base de bowls con topping como frutas, granola o chocolate.Javier SuleEl Mercado Ver-o-Peso de Belém, en la orilla de la bahía de Guajará, es un centro histórico y comercial clave para el fruto del açaí. Cada madrugada, barcos llegan cargados con enormes cestas de açaí que desembarcan en su zona de muelle, desde donde el fruto viaja hacia el procesamiento o se vende fresco en la ciudad.
Una de las consecuencias de la alta demanda del mercado externo es que se está perdiendo el açaí como alimento local en las comunidades. Hoy, ya no es tan accesible como antes. El litro, que hace 15 años costaba dos reales (0,33 céntimos) hoy puede costar de 25 a 40 (de 4 a 6,5 euros).Javier SuleUna plantación de palmeras de açaí en tierra firme perteneciente a la empresa Açai Amazonas, una de las mayores productoras del país. Inicialmente, la explotación del açaí era exclusivamente realizada por la población ribereña. Sin embargo, desde la década de 1990 se implementó el manejo de plantaciones nativas de açaí y cultivos en llanuras aluviales y tierra firme.Javier SuleSegún Guillerme Machado, jefe de marketing de Açai Amazonas, gracias a la irrigación y la tecnología, se puede producir una cosecha más segura y eficiente, se evitan accidentes al no necesitar trepar a los árboles y se garantiza un proceso sostenible, con trazabilidad y producción anual de unas 30.000 toneladas.Javier Sule
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