La eliminación del cáncer de cuello uterino está al alcance de la mano
Gracias a las vacunas que previenen la infección por el virus del papiloma humano, a los medios diagnósticos para detectarlo precozmente y a los eficaces tratamientos, el mundo puede eliminar por primera vez un cáncer
Cada año, más de 350 000 mujeres fallecen por cáncer de cuello uterino y a otras 660 000 se les diagnostica esta enfermedad. Estas pérdidas dejan huérfanos a sus hijos, empobrecen a sus familias y golpean duramente a las comunidades, privándolas de madres, esposas, hijas y hermanas. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los demás cánceres, casi todos estos casos y muertes pueden evitarse. Disponemos de vacunas potentes que previenen la infección por el virus del papiloma humano causante de este cáncer, además de medios diagnósticos para detectarlo precozmente y tratamientos para las afectadas. Con estas herramientas no solo es posible controlar esta enfermedad, sino que podríamos eliminar por primera vez un cáncer. Algunos países de ingresos altos ya están cerca de lograrlo, pues han conseguido reducir la incidencia a menos de cuatro casos por cada 100 000 mujeres.
No obstante, muchos países de ingresos bajos y medianos aún no cuentan con estos recursos, razón por la cual concentran el 94% de las defunciones por cáncer de cuello uterino. La doble tragedia de esta enfermedad es que se trata de un problema no solo de salud, sino también de falta de equidad.
Cada noviembre celebramos en todo el mundo el Día de Acción para la Eliminación del Cáncer de Cuello Uterino, para el que se organizan campañas de vacunación y cribado y actos de sensibilización. En esta ocasión, varios lugares emblemáticos se iluminaron de color verde azulado, incluido el icónico monumento del Cristo Redentor de Río de Janeiro, donde se celebra hasta este martes la Cumbre del G20.
Muchos países de ingresos bajos y medianos aún no cuentan con estos recursos, razón por la cual concentran el 94% de las defunciones por cáncer de cuello uterino
En 2018, la OMS hizo un llamamiento mundial a la acción para eliminar el cáncer de cuello uterino que llevó a sus 194 Estados miembros a adoptar en 2020 la Estrategia Mundial para Acelerar la Eliminación del Cáncer de Cuello Uterino como Problema de Salud Pública. En ella se pide a todos los países que alcancen tres metas en 2030: una cobertura de vacunación de las niñas contra el virus del papiloma humano del 90%, una cobertura del cribado oportuno de las mujeres del 70% y un acceso al tratamiento del 90% de las mujeres con lesiones precancerosas y con cáncer diagnosticado.
Estas metas no son imposibles, sino que están al alcance de la mano, incluso en los países de ingresos bajos y medios. Por ejemplo, Bután ya lo ha logrado: es el primer país de la Región de Asia Sudoriental en conseguirlo. En el caso de Ruanda, tras la introducción de la vacuna en 2011, la cobertura ya es del 90% y hoy mismo se ha anunciado el objetivo nacional de hacer realidad las tres metas de la OMS tres años antes de lo previsto. Por su parte, Nigeria introdujo la vacuna en octubre del año pasado y ya ha vacunado a 12,3 millones de niñas.
Contamos con los recursos y la posibilidad de eliminar el cáncer de cuello uterino. Pero, para convertir esta aspiración en realidad, hace falta un liderazgo político firme
Contamos con los recursos y la posibilidad de eliminar el cáncer de cuello uterino. Pero, para convertir esta aspiración en realidad, hace falta un liderazgo político firme. Necesitamos que los líderes mundiales reunidos en Brasil para la Cumbre del G20 se comprometan a ampliar al máximo el acceso a las herramientas necesarias para lograrlo.
En primer lugar, les pedimos que apoyen el acceso a las vacunas contra el virus del papiloma humano para todas las niñas, en todos los países. Desde que la OMS lanzó el llamamiento mundial a la acción en 2018, más de 60 países han empezado a administrar esta vacuna en sus programas de inmunización y ya son 144 los que previenen sistemáticamente que las niñas sufran cáncer de cuello uterino en etapas posteriores de su vida. Gracias a los avances científicos, ahora podemos inmunizar contra esta enfermedad con una sola dosis, algo que ya están haciendo 60 países.
El mayor proveedor de estas vacunas a los países de ingresos medianos y bajos es Gavi, la Alianza global para la vacunación, que prevé vacunar a 120 millones de niñas de aquí a 2030. Sin embargo, este plan necesita una inversión sostenida en salud. Asimismo, contamos con que los fabricantes confirmen y cumplan sus compromisos de suministrar vacunas a esos países en los próximos años para evitar los problemas de abastecimiento que frenaron los avances en el pasado.
Con todo, no podemos confiar solamente en las vacunas. El beneficio de la rápida expansión de la vacunación de las niñas no se apreciará hasta dentro de varias décadas, cuando alcancen la edad adulta en que suele aparecer este cáncer. Para salvar vidas ahora, debemos acompañar el incremento de la vacunación con aumentos paralelos en el cribado y el tratamiento. Por eso, en segundo lugar, pedimos a los líderes del G20 que apoyen el acceso al cribado en todos los países.
Hace décadas, la realización de citologías vaginales permitió reducir rápidamente la mortalidad por el cáncer de cuello uterino en los países desarrollados. Hoy disponemos de pruebas todavía mejores. Más de 60 países emplean pruebas de alto rendimiento de detección del virus del papiloma humano en sus programas de cribado. Estos tests permiten que las mujeres recojan sus propias muestras, lo cual elimina obstáculos de acceso a servicios que salvan vidas. En Australia, país que va camino de convertirse en uno de los primeros en lograr la eliminación, más de una cuarta parte de las pruebas de cribado se hacen de ese modo.
Pedimos a los gobernantes que vayan más allá de las pruebas puntuales y oportunistas e inviertan en programas de cribado organizados a fin de que la cobertura sea elevada para toda la población. Esto es fundamental para alcanzar el objetivo del 70%. Sin embargo, los elevados precios de las pruebas y los márgenes que retienen los comerciantes siguen siendo un obstáculo.
Pedimos a los gobernantes que vayan más allá de las pruebas puntuales y oportunistas e inviertan en programas de cribado organizados a fin de que la cobertura sea elevada para toda la población.
Por otro lado, varios países están estudiando el uso de la inteligencia artificial para mejorar la precisión del cribado en los lugares con pocos recursos. Cuando se detectan lesiones precancerosas, a muchas mujeres se les proporcionan tratamientos con aparatos portátiles alimentados por baterías que pueden utilizarse en zonas remotas.
En tercer lugar, pedimos a los líderes del G20 que apoyen la ampliación del acceso al tratamiento en todos los países. Las mujeres con cáncer avanzado han de ser derivadas para someterse a intervenciones quirúrgicas, radioterapia y cuidados paliativos, pero muchas afectadas fallecen porque en los lugares donde viven no se dispone de los tratamientos utilizados en los países de ingresos altos. En otros países, los equipos de radioterapia están fuera de servicio y las pacientes esperan en vano mientras sus tumores crecen. Ninguna mujer debería tener que viajar al extranjero para curarse ni morir esperando en su propio país cuando este dispone de equipos para tratarla.
La pandemia de Covid-19 demostró el extraordinario poder de salvar vidas que tienen las vacunas, las pruebas y los tratamientos, pero también dejó al descubierto desigualdades en el acceso que provocan muertes evitables. Por eso, instamos a todos los dirigentes, sectores y comunidades a que se unan a nosotros para poner fin a esta enfermedad de una vez por todas.